Lunes, 02 enero 2023
Dos de sus fantásticos yates se vieron fondeados frente a la isla Gorriti. Tamim bin Hamad al Thani paseó por José Ignacio y almorzó con su amigo argentino Gastón Gaudio
Sus dos super yates, Alpha y Aquarius, valuados en casi 300 millones de dólares, aparecieron fondeados frente a la isla Gorriti en el primer día del 2023. Luego, sin la vestimenta típica con la que se lo vio en el Mundial 2022 -la túnica blanca a la que llaman kandurah y el pañuelo de algodón conocido como ghutra, al que sostienen con el cordón negro, agal- el emir de Qatar Tamim bin Hamad al Thani llegó al restaurante más tradicional de José Ignacio, La Huella, para comer con su amigo argentino Gatón Gaudio.
El monarca qatarí aterrizó hace dos días en su avión privado en aeropuerto de Laguna del Sauce y fue directo a conocer el pueblo de pescadores que durante todas las temporadas se transforma en el lugar más chic del Este. Su visita será de pocos días, según pudo saberse, para luego continuar hacia Brasil.
El emir tiene 42 años y asumió al trono de su país en 2013 (RS Fotos)
Tamim bin Hamad al Thani, llegó al trono en 2013 luego de la abdicación de su padre, Hamad bin Khalifa Al Thani, tiene 42 años, tres esposas y una fortuna calculada en 2.000 millones de dólares. Si bien no era el candidato natural para la sucesión, su hermano mayor Jassim renunció al trono y allanó su camino al poder.
El joven gobernante, que participó directamente en las negociaciones que desde 2009 para Qatar fuera fuera sede de la Copa Mundial FIFA 2022, nació el 3 de junio de 1980 en Doha. Cursó la secundaria en el Reino Unido, en el Sherbone School de Dorset, y se graduado en la Royal Military Academy Sandhurst, la misma a la que asistieron los príncipes William y Harry, y luego se licenció en Derecho en la universidad.
El super yate Alfa
Tamin bin Hamad al Thani se volcó en la última década a promocionar el deporte en su país para hacer crecer el perfil internacional de Qatar, un emirato cuya forma de gobierno es la monarquía absoluta. Su pasión incluye los deportes ligados a la cultura árabe y a la cetrería, y en el 2000 asumió el Comité Olímpico de Qatar. Para el monarca qatarí era un una prioridad que la Copa del Mundo se realice en su país. Conoce perfectamente el negocio del fútbol ya que es dueño de Qatar Sport Investments, lla empresa que posee al Paris Saint-Germain, aunque el presidente es Nasser Al Khelaifi, y por tal motivo fue partícipe directo de las gestiones con la FIFA para concretar que Qatar sea la sede del Mundial.
Cuando concluyó el Mundial, desde su cuenta en Twitter, el emir agradeció la colaboración de la FIFA “por la cooperación constructiva en la organización de este torneo, y espero que el éxito que hemos logrado al organizar el torneo sea un motivo para brindar más servicio y elevación a nuestro querido país”, dijo Al Thani.
El emir Tamim Bin Hamad al Thani le coloca el bish a Lionel Messi
Los dos mega yates que revolucionaron Punta del Este llegaron procedentes del puerto de Niteroi en Brasil. El Alfa, que pertenece al emir desde 2020, puede alojar hasta 14 invitados y 21 miembros de la tripulación y está valuado en casi 70 millones de dólares. El Aquarius, con un precio de 215 millones de dólares, tiene siete lujosas suites para 14 huéspedes y una capacidad para el capitán y 30 marinos.
La mega embarcación Aquarius
A menos de dos semanas de haber entregado la copa a Messi, viajó casi 13 mil kilómetros para pasar unos días en las playas uruguayas, donde el primer día del año disfrutó de un almuerzo con las especialidades el icónico restaurante y la compañía de Gastón Gaudio. La amistad con el ex tenista, ganador de Roland Garros en aquella final histórica con el Mago Coria en junio del 2004, incluye negocios -son socios en un centro de esquí en Bariloche- y hasta las gestiones del argentino para el arribo de Lionel Messi al PSG.
El emir de Qatar fue a pasear por las calles de José Ignacio (RS Fotos)
Tamim bin Hamad al Thani almorzó distendido, vestido con una remera azul y una bermuda clara, y sonrió ante el fotógrafo antes de dejar el lugar para recorrer junto a sus invitados -y su discreto equipo de seguridad- las tranquilas calles de José Ignacio.