Domingo, 15 de diciembre de 2024
La tensión política atraviesa todos los frentes. ¿Qué va a pasar con el acuerdo de La Libertad Avanza y el PRO? ¿Se puede terminar de romper el kirchnerismo? El Congreso y las maniobras que siembran dudas sobre el futuro de la democracia.
El Gobierno tomó la decisión de no hacer una alianza electoral con Mauricio Macri. Al menos no en los términos en que sueñan desde el PRO. La decisión se terminó de tomar en los últimos días. El acompañamiento del PRO a la destitución de Edgardo Kueider fue un punto de inflexión para los líderes de La Libertad Avanza.
En los laboratorios electorales de La Libertad Avanza creen que el peso específico del PRO son 5 puntos en la provincia de Buenos Aires. No mueven el amperímetro. Es cierto que podrían ser los 5 puntos de diferencia para ganarle a Cristina Kirchner en el principal distrito del país. No les importa: hace 20 años que nadie que gana las elecciones intermedias termina ganando la presidencial dos años más tarde; la última fue Cristina Kirchner en 2005.
“Solamente ponemos en juego dos diputados de la elección 2021. En nuestra peor elección vamos a crecer un 9000%”, cuenta uno de los hombres claves de la estrategia electoral de La Libertad Avanza, con terminales en la Provincia de Buenos Aires.
La pureza del espacio
Macri estuvo el viernes encabezando una reunión del Consejo Federal del PRO en el Hotel Abasto. Estuvo acompañado de Soledad Martínez, Jorge Macri, María Eugenia Vidal, Diego Santilli, Facundo Pérez Carletti y Fernando de Andreis. Muchos de los concurrentes -que no lo veían hace tiempo- se sorprendieron de lo avejentado que está. Muy lejos del espíritu de renovación que supo llevar el PRO.
El clima de la reunión fue entre áspero y triste. Por primera vez, el partido siente que el poder se le escurre entre las manos. Creyeron que en 2023 tendrían su segundo tiempo, que volverían al poder; después imaginaron un cogobierno o una alianza parlamentaria o ayudar desde afuera… Pero nunca tuvieron el lugar esperado. Parecería ser que el PRO se tiene que resignar a ser la UCeDe de los 90 o Acción por la República (el partido de Cavallo) de los 2000.
El margen de negociación con el Gobierno se acortó. Algo parecido pasa con la UCR. Cuanto más quieren acercarse los dirigentes del PRO y la UCR, menos valen a los ojos libertarios.
Para el oficialismo, en los lugares donde haya construcción propia la idea es ir lo más solos posible; en los lugares donde estén flacos, ahí podría haber algún tipo de acuerdo. Un ejemplo es Córdoba, donde aparecen algunos dirigentes de peso que suman votos y que mostraron bastante lealtad. Luis Juez y Rodrigo de Loredo podrían recibir un guiño: “Si se sacan de encima la culpa”.
En La Libertad Avanza aseguran que en la elección del año que viene se va a jugar la marca: “No importa quién sea el candidato, el candidato es la marca”. Creen que el diseño de la boleta única los va a favorecer, incluso sin la posibilidad de tildar boleta completa (como planteaba el proyecto original).
Las boletas tradicionales tienen varios cuerpos y la cara grande de algún candidato. A La Libertad Avanza le conviene caras chicas y logos grandes, que refuercen la pertenencia al espacio. No van a hacer falta postulantes de peso.
Argentina, «faro del mundo»
Entre los libertarios, la euforia es total. Con el éxito del número de la inflación de noviembre creen que se consolida el milagro argentino. Así lo describió Milei. Por eso creen que la Argentina será en los próximos años «el faro del mundo«.
Están convencidos de que en 2025, la inflación va a ser de menos de uno y que van a llover las inversiones privadas. Muchos que descreían de la capacidad de Milei como líder en su propio espacio, ahora le reconocen su convicción
Aseguran que el conurbano está completamente controlado. En parte por el aumento sostenido que hubo en la AUH y la Tarjeta Alimentar. Dicen que ambos programas cubren el 100,7% de la canasta alimentaria. Se habla poco entre círculos libertarios sobre el estancamiento de la economía real y de que los números del consumo todavía no repuntan.
En la Casa Rosada saben que el gran talón de Aquiles de la gestión es Sandra Pettovello, la ministra de Capital Humano. Tiene un ministerio gigante e inmanejable y no quiere firmar un papel por miedo a terminar involucrada en algún escándalo. Creen que tarde o temprano se va a tener que ir.
La ministra sigue teniendo el apoyo de Milei y se apalanca para la gestión en cuadros intermedios vinculados al PRO. Hay que ver qué pasa con el funcionamiento cotidiano del ministerio si se termina de romper el acuerdo entre Macri y Milei.
Pero son cuestiones menores. Todo marcha acorde al plan. El mercado por sí solo va a acomodar las cosas. Los libertarios se preparan para una gran victoria nacional en 2025 que los va a dejar bien posicionados para 2027.
Es imposible que sea de otra manera. La oposición no va a ir unida a nivel nacional. El peronismo, en el mejor de los casos, va a ganar en Provincia, Formosa, La Pampa y Tierra del Fuego. La UCR puede hacer fuerza en algún otro lugar. Los provinciales pueden alambrar sus distritos. El oficialismo, unido, jamás será vencido.
Pero además, el peronismo tiene otros problemas.
El peronismo «no la ve»
Cristina Kirchner asumió al frente del PJ. El evento dejó un sabor amargo hasta para la propia militancia. La ausencia de Axel Kicillof -invitado quizás a último momento- fue tan ruidosa como la silla vacía que publicó el entorno de la expresidenta a la hora de comunicar dos días antes la reunión del PJ bonaerense. Entre los dos eventos algo quedó claro: las cosas entre el kirchnerismo y Kicillof están en un punto de no retorno.
La foto que dejó el camporismo del encuentro del PJ de la Provincia dejó al peronismo otra vez en el lugar que le hizo perder las elecciones el año pasado. Discusiones de la casta que la gente no entiende.
Se había convocado al encuentro para evaluar el primer año de la gestión de Javier Milei y repasar los logros en Provincia. El encuentro se dio en Moreno. Al lado de Cristina reservaron una silla para Mariel Fernández, la intendenta y anfitriona. A Kicillof -gobernador de la principal provincia del país- lo pusieron en una punta.
Antes de que llegára la intendenta, sacaron una cuidadosa foto que dejaron trascender con una silla vacía. Si bien ese lugar estaba reservado para Mariel Fernández, el mensaje era otro: las «condiciones sociales de producción» de esa imagen vacía (como diría el semiólogo Eliseo Verón) denotaban la ausencia de Axel. Jugadas menores de equipo chico.
No hubo ninguna foto ni de Cristina ni de Máximo con el gobernador estrella del kirchnerismo. En cambio, hubo varias imágenes en que se los vio juntos y sonriendo con Sergio Mássa.
El mensaje posterior fue claro: «No se te ocurra desdoblar las elecciones porque el poder real dentro del peronismo y los que tenemos los votos somos nosotros».
Kicillof medita qué hacer con las elecciones de la provincia de Buenos Aires. Desdoblarlas (o sea, hacerlas en una fecha distinta que la nacional) es una opción porque le permitiría revalidar su gestión sin el peso de Cristina Kirchner. Si gana, sería mérito 100% suyo y podría empezar a armar su candidatura nacional; si pierde, queda frito… pero hay que correr riesgos.
Al día siguiente de la asunción de Cristina en el PJ, Kicillof fue a Avellaneda. La excusa formal fue entregar viviendas del plan de urbanización del barrio La Saladita de Sarandí. Pero como trasfondo, hubo una foto. Se mostró con el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y Andrés «el Cuervo» Larroque, dos dirigentes que vienen planteando que Kicillof tiene que dar muestras de independencia. El gobernador parece darles la derecha.
Paradójicamente, en algo se terminan alineando los intereses de Kicillof y de Milei. Axel no puede tomar la decisión de desdoblar si el Congreso no elimina las PASO. En el clima antipolítica que se vive, no hay margen para convocar a votar 4 veces y se corre el riesgo de una alta abstención.
Cristina ya empezó a recorrer la sede del PJ nacional que le va a tocar presidir. Es un edificio del que siempre renegó. Ahora sueña que sea la base de la reconstrucción de su proyecto político.
El peronismo no termina de entender el nuevo clima de época. Tiene que reinventar su forma de procesar las internas si quiere volver a ser una opción competitiva.
Diputados y senadores, afuera
El oficialismo no está exento de internas. La última fue la de la Casa Rosada con Victoria Villarruel por la sesión en que se decidió la expulsión a Kueider. La acusan de haber estado presidiendo la sesión cuando debió estar a cargo del Ejecutivo por el viaje de Milei a Roma.
Fue el argumento que encontró Kueider para impugnar la sesión. La jurisprudencia indica que difícilmente un juez se meta en un asunto interno del Congreso. Mientras tanto, esto podría demorar la asunción de su reemplazante, la camporista Estefanía Cora. ¿Estará coordinada esta pelea?
El máximo asesor presidencial, Santiago Caputo, viene diciendo que “la venganza será terrible” y que a partir de ahora La Libertad Avanza va a intentar echar a cualquiera que tenga alguna denuncia en su contra. Amenazó por Twitter en una cuenta anónima que maneja: “Hoy se decreta el fin de la República en el Senado de la Nación. Bienvenido sea. Avanzaremos. TMAP”.
Y fue un pasito más: “Los kukas se cargaron un senador SIN UNA SOLA condena y los mogólicos querían aprobar ‘ficha limpia’. Qué país de idiotas”, planteó. Los “mogólicos” sería los del PRO en su cosmovisión.
En algo tiene un punto. Lo que hizo Kueider es gravísimo y las imágenes son bochornosas. Echarlo del Senado sin defensa alguna de su parte, puede ser grave a futuro y abre puertas muy peligrosas.
El kircherismo tiene en su contra denuncias mucho peores. Algunos de sus funcionarios aparecieron revoleando bolsos en conventos, o fueron mencionados en los supuestos cuadernos de la corrupción. No hubo «ficha limpia» para ellos hasta ahora.
Más allá del caso Kueider, el procedimiento ahora va a poder ser replicado por cualquiera. Un peligro latente para la democracia cuando los dos máximos protagonistas de este tiempo político están dispuestos a jugar con fuego e incendiar todo.