Lunes, 31 octubre 2022
Anahí Paloma O., de 8 años, recibió un disparo cuando quedó en medio de un ataque que iba dirigido a personas que custodian un punto de venta de drogas
La villa del barrio Vía Honda, en la zona sudoeste de Rosario, volvió este fin de semana a ser escenario de hechos violentos lo que profundizó la preocupación de sus habitantes, que aseguran vivir desde hace tiempo en un contexto de peligro impuesto por transeros. El sábado fue asesinado a balazos un joven de 24 años y el domingo una nueva balacera a un punto de venta de drogas dejó un saldo de cuatro personas heridas, entre ellas una nena de 8 años que quedó internada en grave estado.
«Capaz que estamos hablando acá ahora, pasan y arrancan a los tiros, te matan a vos sin que tengas nada que ver». Así eligió un vecino de Cerrillos al 3900 describir el peligro al que están expuestos de manera cotidiana. Este lunes por la mañana, durante un recorrido de La Capital por la zona, había niños que jugaban en la calle. Pero, aseguran los vecinos, es una imagen que va perdiendo lugar en el día a día ante el avance de la violencia armada.
Corrieron a un joven a los tiros y lo acribillaron cuando subía a su auto
«En este horario no pasa nada. Después ya en un rato tenemos que meternos adentro. A las cinco de la tarde ya tenemos que estar encerrados. Es una pena vivir así», contó a La Capital una mujer que tenía a su hija jugando en la vereda, a centímetros suyo. A pocos metros de distancia había un charco de sangre ya seco, como señal del lugar en el que la tarde del domingo había caído herida Anahí Paloma, de 8 años, luego de recibir un balazo en la cara.
La descripción de esta zona de Vía Honda es necesaria para comprender en qué entorno sucedió la balacera en la que fue herida Anahí. Al 3900 de Cerrillos la calle se vuelve angosta y sobre ella se enciman viviendas muy humildes. En varias funcionan kioscos pequeños que los vecinos instalaron en sus casas como una de las pocas alternativas de trabajo que tienen. Otra es la del cirujeo, actividad que configura parte del paisaje con personas que arrastran sus carros a pie, moto o bicicleta. Alrededor, sobre todo en la zona de la cancha de fútbol de Cerrillos al 3800, suelen verse hombres y mujeres con un deterioro físico muy notorio: los vecinos dicen que deambulan a toda hora y están así por fumar el residuo de la cocaína mezclado con otras sustancias.
Diario La Capital / Virginia Benedetto
Otro factor que integra la vida diaria de ese sector del barrio son los puntos de venta de drogas. Los vecinos aseguran que hay muchos, que algunos fueron cambiando de lugar a partir de su exposición por hechos violentos de trascendencia mediática. Pero que hay otros que parecieran inamovibles, instalados hace tiempo y en funcionamiento permanente. Uno de ellos es el conocido como «La Cueva», a metros de donde una bala alcanzó a Anahí.
Es que, según comentaron los habitantes de la cuadra, los balazos fueron dirigidos a uno de los jóvenes que custodia ese kiosco de drogas. Según información policia, el hecho ocurrió cerca de las 17.30 del domingo. Varios llamados al 911 dieron cuenta que dos hombres a bordo de una moto YBR negra dispararon contra un grupo de personas que estaba en el ingreso de un pasillo.
A Alan N., de 26 años, una bala le rozó la cabeza pero no le implicó una herida de gravedad, por lo cual fue dado de alta. Matías N., de 32 años, recibió dos disparos en el pecho, uno en los testículos y uno en la mandíbula. Ramón Antonio G., de 62 años, fue herido en el pecho y en el cuello. Mientras que Anahí Paloma O. recibió un disparo en la cara. Los dos mayores quedaron internados en grave estado en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca) y que la nena fue derivada al Hospital de Niños Víctor J. Vilela.
Los vecinos de Anahí contaron a La Capital que la nena había salido con su madre a comprar un helado. «Uno de los pibes a los que le pegaron estaba cuidando el búnker. Cuando le pegan él corre todo herido para este lado y ahí le siguen tirando y le dan a la nenita», contó una mujer. Consultada acerca de si el otro joven herido es del barrio, agregó: «No lo conozco, pero la policía sabe quién es. Si ayer cuando vinieron decían que ellos pasaban y siempre lo veían».
Vivir entre los tiros
«¿Qué estaban esperando, que le pase algo a una criatura? Bueno, ya le pasó y no se hizo nada. Es hora de que la policía se ponga los pantalones, pero son unos corruptos porque vienen acá sólo cuando pueden llevarse plata», criticó un hombre.
Resulta difícil entender cómo se sostiene la vida diaria en un barrio donde se hizo costumbre convivir con el peligro latente de los balazos desde y hacia cualquier parte. Lo que sí queda claro es que las costumbres fueron cambiando, ajustando a los vecinos a un margen de movimiento posible totalmente limitado por las lógicas de poder impuestas por el narcomenudeo. «Uno está acostumbrado a mandar a los chicos a hacer compras, pero eso ya no se puede. Acá hay una hora en la que ya no podés salir», contó una mujer. En ese sentido, y mostrando otra consecuencia de esta situación, un hombre agregó: «Yo tengo mi kiosco acá pero si esto sigue así lo voy a tener que cerrar, porque si la gente no sale de la casa esto no funciona».
Diario La Capital / Virginia Benedetto
Los vecinos de Vía Honda venían de un inicio convulsionado del fin de semana tras el asesinato de un joven de 24 años ocurrido a plena tarde del sábado. A Javier Céspedes lo mataron de 9 balazos en Felipe Moré al 3700. Según describieron los policías que trabajaron en la escena del crimen, la víctima fue perseguida a pie por un hombre, recibió por la espalda algunos balazos y luego fue rematado en el interior de su vehículo, una Renault Express, en el que había intentado refugiarse y escapar. Sobre Céspedes no se supo más que una anotación policial de mayo de 2021, cuando fue aprehendido con un cargador de un arma calibre 9 milímetros en la zona de Cachi y Martínez de Estrada, a pocas cuadras de donde tenía domicilio en barrio Emaús.
No fue el primer crímen en la zona en lo que va del año. Incluso en agosto pasado ese sector de Vía Honda había sido noticia por varios episodios violentos ocurridos en muy poco tiempo. El 9 de julio fue asesinado Jorge Bustos, de 29 años. Al menos tres personas armadas bajaron de un Volkswagen Gol Trend en la cancha de Vía Honda, y se dirigieron a un grupo familiar sobre el cual dispararon sin mediar palabras. Bustos recibió un balazo en la cabeza y un chico de 14 años fue herido en una pierna.
El 20 de agosto en Cerrillos al 3900 fue hallado un cadáver dentro de un Fiat Duna blanco. Tenía varios disparos, fue identificado como Alejandro Andrés Tourn, de 28 años, con domicilio en el barrio Cabín 9 de Pérez. Un día después, esta vez en la zona de la cancha, fue asesinado Miguel Leiva, de 57 años. El hombre fue atacado a balazos por personas que llegaron al lugar en un auto. Fue un crimen con mensaje: “Peruano plántate, la mafia no perdona gil”.