Martes, 25 octubre 2022
Los vecinos de Carranza al 800, barrio Antártida Argentina, aseguran que la víctima se encontró con otra persona momentos antes del crimen
Un hombre de 37 años fue asesinado a balazos el lunes por la noche en un pasillo oscuro de Carranza al 800, zona oeste de Rosario. Se llamaba Mario Alejandro Martínez y vivía a pocas cuadras de donde lo mataron. Vecinos del lugar aseguraron que hacía mucho tiempo vendía drogas en la calle por su cuenta, lo que podría haber desatado una represalia por parte de algún competidor. A su vez, indican que en el último tiempo se agravaron los hechos violentos en el barrio, y que incluso en septiembre pasado incluyó una amenaza a la subcomisaría 22º.
Para las 23.30 del lunes ya era escaso el movimiento callejero en la zona de Carranza al 800, barrio Antártida Argentina. Una postal que, admiten quienes viven en la zona, se volvió frecuente en los últimos años a partir de un recrudecimiento de hechos violentos que modificaron las costumbres de la comunidad. Un vecino que tomaba fresco vio a Mario Alejandro Martínez encontrarse con otra persona y caminar por Carranza hacia el lado de Derqui. Allí, después de saludar al vecino, encararon para un pasillo angosto que atraviesa la manzana hasta llegar a Donado. Cuando las siluetas de ambos hombres se perdieron en la oscuridad se escucharon varios disparos y a los pocos segundos solo una persona salió del pasillo, nuevamente hacia Carranza. El otro hombre quedó tendido en el suelo: era Mario Alejandro Martínez y había sido asesinado con al menos 7 balazos, que dejaron en su cuerpo 12 perforaciones.
Este martes por la mañana otro vecino de la zona miraba el pavimento del pasillo, donde habían quedado dibujados los círculos de tiza que los peritos de la policía realizaron para marcar las 7 vainas servidas calibre 9 milímetros halladas en el lugar. A unos centímetros, estaba el manchón de sangre que había dejado el cuerpo de Mario Martínez, quien según los policías que trabajaron en el lugar ya estaba muerto cuando ellos llegaron.
Hacia el ingreso del pasillo había unas gotas de sangre que el vecino relacionó a la otra persona que estuvo presente en el hecho. Es que uno de los rumores que corrieron en el vecindario fue que los dos hombres fueron víctimas de un grupo de que movía en un auto desde el cual dispararon. Las balas habrían alcanzado fatalmente a la víctima por la espalda, y habrían herido a la otra persona, que pudo escapar.
Otro vecino dijo conocer a Martínez desde hace mucho tiempo. «El loco andaba vendiendo. Con el que se encontró fue para eso. Pasó por acá, nos saludó a nosotros y siguieron. Se fueron para allá a la vuelta y ahí le dieron», contó el hombre. «Ni idea cómo hacía el maneje, pero este pibe hacía muchos años andaba en esa. Pero así nomás, compraba flores y todo lo otro en otro lado y vendía acá en la calle. Él andaba siempre caminando por acá, lo conocían todos», agregó.
«Estaba re regalado, él iba confiado porque lo conocían todos, pero ahora por el tema de las drogas te mata cualquiera», sostuvo el vecino. En ese sentido, describió que la venta callejera era una costumbre para Martínez, a quien en el barrio no lo vinculaban con algún grupo específico sino que lo veían como una suerte de cuentapropista. «Pero de un tiempo a esta parte se están agarrando a tiros los de distintas zonas de por acá, así que capaz que esto fue de la competencia», supuso el hombre.
Varios casos en el mismo barrio
«Ahora los pibitos se calmaron un poco, pero hace un tiempo andaban vendiendo y con fierros. Hacían joditas acá en el playón y terminaban a los tiros. Yo los conozco a muchos, pero si no capaz que pasás y te baten cualquiera, y si les respondés te sacan un arma», describió el vecino. En el recuerdo reciente de quienes viven en la zona, aparece un episodio contra la subcomisaría 22º, ubicada en Forest al 7600, a pocas cuadras de donde mataron a Martínez.
Ese hecho fue el miércoles 28 de septiembre cuando, según contaron los policías de la seccional, recibieron un llamado amenazante al mediodía. «Yo sé quiénes son, se equivocaron feo. Dejen de meterse donde no es que voy a ir a la comisaría y los voy a cagar a tiros a vos y a todos», fue el mensaje que recibió el uniformado que atendió el teléfono.
Cinco días antes de esa amenaza, tres personas habían sido detenidas en un operativo policial en el que se secuestraron armas y drogas. Según comunicó entonces la Unidad Regional II, los tres jóvenes -de entre 20 y 25 años- fueron aprehendidos con dos pistolas 9 milímetros, una ametralladora, municiones y tres panes de marihuana y cocaína.
A una cuadra de esa seccional, en agosto pasado, fue asesinado un joven de 25 años que, según declararon sus familiares entonces, «ligó de rebote» los balazos que no eran para él. Se llamaba Gabriel Jesús Arainte y trabajaba de ayudante de plomero y gasista. Vivía con sus padres en el Fonavi Supercemento de Forest al 7500.
En la noche del 2 de agosto, tras volver del trabajo, salió de su casa para dirigirse a un taller de motos ubicado en uno de los garajes que hay alrededor del complejo de viviendas. Cuando estaba dentro de ese galpón recibió los balazos de un hombre que había llegado a pie.
Sobre un portón de chapa quedaron estampados los agujeros de los balazos. Por entonces, no había quedado claro si la agresión había sido directamente sobre Gabriel o si se había tratado de un ataque a balazos contra el taller. Los familiares de la víctima insistieron en desmentir las versiones que aseguraban que el joven había mantenido una discusión previo a ser asesinado. «Estaría bueno que digan la verdad, dijeron que Gabriel estaba discutiendo con alguien pero nada que ver. La ligó de rebote», aseguró su hermano.