Domingo, 29 enero 2023
El bajo nivel de agua lleva a que los lancheros deban modificar recorridos e implementar opciones distintas para quienes quieren recorrer las zonas internas del Delta
Gentileza diario La Capital
Los 80 centímetros sobre los que rondó en promedio la altura del río Paraná durante esta semana exponen a la bajante más prolongada en el tiempo y sus consecuencias. A las que ya se vienen enumerando desde hace años, como la falta de cortafuegos naturales ante los incesantes incendios en los humedales o las complicaciones para navegar, se suma las condiciones a las que deben readaptarse los lancheros que vienen haciendo excursiones desde hace años por las islas. Actualmente, el canal principal es la única vía en la que pueden ocupar la mayor parte del tiempo y, en caso de meterse hacia cursos internos y riachos, lo hacen hasta donde pueden; incluso, para que los turistas den cuenta de primera mano las problemáticas de la bajante.
La bajante del río Paraná cursa su cuarto verano consecutivo y es la más prolongada en 140 años, desde que el Instituto Nacional del Agua (INA) comenzó a tomar registros. Esta semana comenzó en 63 centímetros y hasta este sábado se ubicaba en el 1,14 metro, mostrando una buena mejoría aunque aún lejana de los 3,32 metros de altura media para enero, según el organismo. El pronóstico del INA indica que seguirá aumentando el nivel del río gracias a las lluvias en la zona alta de la Cuenca del Plata.
En general, los recorridos por las islas duran alrededor de dos horas y cuestan entre 4 mil y 5 mil pesos por persona. Las salidas originales incluyen el paseo por el canal principal y por zonas internas, además de paradas en las islas para matear, para sacarse fotos o hasta para meterse en el río, según con quién se contrate la excursión. Por la bajante, estos planes tuvieron que reconvertirse a la fuerza.
Desde hace 12 años, Federico Clérico hace excursiones, paseos y traslados desde la costa rosarina hacia las islas. Nunca vio nada igual y la situación de la bajante lo obligó a suspender varias veces las salidas por la imposibilidad de brindar un buen servicio de navegación.
“Al acotarse mucho los tiempos y lugares para meterse, a veces es conveniente que las personas esperen a otro día. Por eso muchas veces tuve que suspenderlo”, contó a La Capital Clérico, quien al frente de su lancha “Antonia” recorre todas las zonas que puede del Paraná Viejo.
La imposibilidad de navegar por buenos lugares no es el único argumento, ya que en caso de intentar meterse en algún lugar con poca agua para que los turistas puedan conocer, existe el riesgo de romper la lancha, la principal herramienta de trabajo. Al respecto, Julián Andrada, quien realiza traslados y excursiones desde la zona de La Florida con su emprendimiento Vida de Río, mencionó: “Las excursiones tratamos de resolverlas por otro lado porque la bajante es un peligro para los botes. Si hay troncos o está playo, podemos romper algo. Y las hélices, por ejemplo, están bastante caras”.
La bajante, en primera persona
Para sortear estos inconvenientes, Clérico comentó: “En algunos casos, lo que hago es ampliar el recorrido por el canal principal y meterme en el Paraná Viejo hasta donde me dé”. Incluso, en ocasiones lleva a las personas hasta donde puede en la zona del Pimpollal, “para que caminen y vean lo que es la bajante”, tema de charla recurrente en las excursiones que hace.
“Trato de sobrellevarlo y a veces tengo que decir que no”, expresó y agregó que alrededor del 30% de las excursiones tiene que suspenderlas por la bajante. “A veces tenés que preguntarle a la gente si prefiere hacerla otro día, para poder llegar más adentro y que vea más de la naturaleza”, indicó.
Por su parte, Andrada contó: “Hacíamos lo que llamábamos «La vuelta al mundo»: íbamos por el canal principal hasta el Monumento, nos metíamos en el Charigüé y volvíamos a salir en la zona del puente Rosario-Victoria. También íbamos a conocer la zona del embudo. Últimamente, todo eso es imposible por la bajante”.
Los lancheros compensan esta falta con los traslados hacia los paradores en las islas. Andrada contó que tienen actividad todos los días y que, actualmente, ese es el fuerte de la actividad.
Por último, Clérico añadió que los problemas de la bajante lo afectan en otros planos, aparte del laboral. “Vivo en la isla, en la zona del Charigüé, y tengo que caminar 20 cuadras para volver a mi casa todos los días, cuando antes ese trayecto lo hacía por el río”.