Sabado, 04 mayo 2024
Con prudencia y sigilo, la gestión Pullaro estudia reflotar el proyecto del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, con inversión privada y en una ubicación diferente a la que lo había pensado originalmente Hermes Binner. Las claves de un plan que, en un contexto difícil, marcha con pies de plomo
Omar Perotti quiso, amagó, pero al final no pudo avanzar. Ahora es el actual gobernador, Maximiliano Pullaro, el que pretende reflotar la idea de construir el Puerto de la Música, el ambicioso proyecto arquitectónico que diseñó para Rosario el legendario arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, a pedido del fallecido exgobernador Hermes Binner.
El tema lo adelantó el periodista Mariano Galíndez, incluso reveló que en el equipo de Pullaro se barajó la posibilidad de que el gobernador hiciera una mención sobre el asunto en el discurso del 1º de Mayo en la Legislatura. Pero por ahora la idea no avanzó lo suficiente como para que hubiera una palabra oficial y esa posibilidad quedó descartada.
Si bien la cuestión se maneja con absoluto sigilo dentro de la administración santafesina, Rosario3 pudo saber que Pullaro le pidió a un par de sus funcionarios más cercanos que se ocupen de determinar si es factible llevar adelante el proyecto, cuya locación no sería en el lugar original que habían definido Binner y el también fallecido Niemeyer, en los muelles ubicados en la zona de avenida Belgrano y Pellegrini, sino en la de la cabecera del puente Rosario-Victoria. Es decir, la misma que también había propuesto la gestión Perotti.
Estos funcionarios ya tuvieron reuniones con los dos intendentes interesados: Pablo Javkin, de Rosario, y Adrián Maglia, de Baigorria, en cuya jurisdicción está el terreno donde se analiza la posibilidad de construir el centro cultural.
El financiamiento y el lugar
Distintos actores políticos y económicos entienden que emplazar la obra en el lugar original es imposible, algo que, revelaron fuentes de la provincia, ratificó el Ente Administrador del Puerto Rosario (Enapro) en distintos informes de los últimos años. Es que la base de esos muelles, cuya utilización trabó en su momento la administración nacional de Cristina Kirchner, requieren de una inversión importantísima (fuentes del municipio hablan de 40 millones de dólares) por su deterioro y esa zona es parte de la concesión, que debería ser compensada con otros muelles.
Pero además, la decisión de llevarlo a la cabecera del puente Rosario Victoria tiene que ver con dos motivos fundamentales.
Uno es la forma en que se financiaría la obra. El esquema sería parecido al que se usó en el exBatallón 121: el Puerto de la Música se localizaría en un área que se valorizaría de manera muy fuerte por la presencia del propio complejo, con lo cual se licitarían los terrenos de alrededor para la construcción de viviendas, oficinas y áreas comerciales y gastronómicas. Quien resulte ganador de esa licitación quedaría a cargo de la construcción de la obra de Niemeyer. Un plan de urbanización como el que se piensa, de alrededor de siete u ocho manzanas, necesita un área libre que no hay en otra zona costera que no sea la del puente.
La otra es que, justamente, hay un particular interés de generar un polo de reconstrucción y desarrollo en ese lugar, que algunos creen que puede tener un impacto mayor que el de Puerto Norte. Es más, quienes analizan el proyecto sueñan con que el histórico barrio Remanso Valerio, que es casi lindero a los terrenos, pueda integrarse a un circuito turístico reconvirtiéndose en una especie de “San Telmo de pescadores, con bodegones de río”, lo cual, entienden, mejoraría la perspectiva de sus habitantes.
Cuando Perotti, hace dos años, puso en el debate público la posibilidad de reflotar del proyecto del Puerto de la Música, hubo algunos cuestionamientos a la relocalización. Desde el ámbito arquitectónico, porque el proyecto fue pensado en un entorno que no es el mismo, y desde algunas voces de la política local, por el hecho de que pueda quedar fuera de la jurisdicción municipal de Rosario.
Sobre el primer punto, la idea de quienes están con el proyecto es plantear al estudio Niemeyer, al que aún no habían contactado, las adaptaciones necesarias. Y cuentan con un plus: parte del equipo profesional local que por orden de Binner estuvo en la concepción y el desarrollo del plan original integra ahora el elenco de la gestión Pullaro.
Sobre el segundo, sostienen que hay que pensar la cuestión con mentalidad metropolitana porque el Puerto de la Música sería un espacio cultural que disfrutarían los rosarinos y todo el movimiento económico que pueda generar terminaría, por su infraestructura de servicios, en la ciudad.
De hecho ese es el motivo por el cual, cuando se planteó en 2022, el intendente Javkin dio el visto bueno a la relocalización, algo que ratificó en las reuniones que hubo sobre el tema en las últimas dos semanas.
Factor de desarrollo
Javkin y Pullaro coinciden en el fuerte valor simbólico que tendría el Puerto de la Música en la situación actual de la ciudad, que necesita plataformas para salir de la crisis de violencia que la mortifica desde hace ya demasiado tiempo y poder proyectar un mejor futuro.
Uno de los factores que inspiraron a Binner a pensar en un proyecto semejante y contactar a uno de los arquitectos más prestigiosos del mundo para que lo diseñara fue un viaje que hizo cuando era intendente, en el año 2000, a Bilbao, donde pudo ver in situ qué era el “efecto Guggenheim”: la transformación que produjo la llegada de ese museo, una obra arquitectónica extraordinaria y un complejo cultural de nivel internacional, a esa ciudad española.
Bilbao, en la década del 90, estaba demacrada por los conflictos sociales y cuando se pensó el museo el País Vasco era símbolo del terrorismo por la actividad del grupo ETA. La presencia de este ícono de la cultura desencadenó una profunda transformación urbana y se convirtió en un enorme generador de recursos, tanto de forma directa como indirecta, al punto que reconvirtió el perfil económico de la ciudad.
Paso a paso
Todo lo dicho no quita que el gobernador, que el 1º de Mayo hizo un discurso donde remarcó con orgullo la austeridad de su gestión, se maneje con suma prudencia y por ahora prefiera que la cuestión se maneje sin hacer demasiadas olas. El Estado santafesino no se encuentra en situación de destinar inversión propia al proyecto y se sabe que el actual gobierno nacional no cree ni en la obra pública ni en la cultura.
En todo caso, en línea con la directriz económica actual de la Argentina, la posibilidad de que el sueño no vuelva a quedar trunco dependerá en gran parte de que los privados entiendan que puede ser un buen negocio construir el Puerto de la Música a cambio de los emprendimientos inmobiliarios y comerciales que pueda desarrollar en la zona.
Para eso, como señaló Mariano Galíndez en su columna del domingo pasado, contactaron a un gran desarrollador nacional que manifestó interés.
Pero la provincia marcha con pies de plomo y con la vieja consigna de Mostaza Merlo: paso a paso.