Sabado, 04 febrero 2023
El trágico caso de Lucio Dupuy visibilizó falencias del Estado. ¿Cómo trabaja Infancia en la ciudad? ¿Qué falta para prevenir casos fatales?

El crimen de Lucio Dupuy pudo haberse evitado. Puede sonar contrafáctico, pero si los vecinos hubieran intervenido y denunciado y el Estado hubiera seguido el caso más de cerca y velado por «el interés superior del niño» como exige la ley, el presente de ese chiquito hoy podría haber sido otro. La idea de esta nota no es promover condenas sociales o mediáticas sino la de preguntar qué está haciendo el Estado con la infancia vulnerable en Rosario y en los territorios más cercanos.
Los números no son alentadores. En 2022, entre el Ministerio de Educación, el Ministerio Público de la Acusación de Santa Fe (MPA), el Poder Judicial, la Dirección Provincial de Niñez y efectores de salud le pidieron a Infancia de la Municipalidad de Rosario que intervenga en 2820 casos.
Y esto es sólo una porción de las problemáticas en torno a las infancias, donde diariamente los casos que llegan a la repartición del municipio son 20, porque los adultos vinculados a niños y niñas y muchas veces atravesados por consumos problemáticos y distintos padecimientos subjetivos, ejercen sobre chicos abusos, violencia, maltrato o abandono. ¿Que es más importante que la infancia para los gobiernos? ¿Se lo preguntarán en este año eleccionario?
Las cifras de Rosario las confirmó a La Capital la abogada y directora de Infancias del municipio, Sonia Colacelli, quien analizó el presente de estas problemáticas en la ciudad junto a Guillermina Sviser, bachiller en Letras y coordinadora del centro de día para mujeres y niños «Nora Cortiñas», conocido por las asistentes como «El Norita» y ubicado en Urquiza 2217.
«¿Si llegamos a tiempo? Creo que hacemos mucho y más de lo que podemos. Pero siempre falta gente, subsidios y presupuesto, que no es poco porque del general de Municipalidad, Desarrollo Humano de quien dependemos, recibe el diez por ciento y cuando pedimos asistencias tenemos respuesta», señaló Colacelli antes de precisar que la repartición trabaja sobre dos líneas, la promoción y protección de derechos y la restitución de los mismos.
Agregó que sin dudas entre las «faltas» están las soluciones habitacionales o casas asistidas para que no haya infancias que no estén viviendo sin techo. Y cuando lo comenta se refiere a un caso, entre decenas, que conocen a fondo tanto provincia como municipio.

Es el de dos hermanos: Yahir y Alma, de 4 años y 2, quienes duermen junto a su papá y mamá todas la noches en la plaza San Martín, en pleno centro de Rosario, desde hace más de tres años con excepción de algunos lapsos en que el municipio les alquiló un cuarto de hotel o de pensión. Ahora ambos, con su mamá asisten de día y de lunes a viernes al «Norita».
Tal vez se pueda prevenir con ellos y otros tantos niños y niñas, lo que no se pudo con Lucio, quien con solo 5 años llegó a las guardias de hospitales y al jardín con fracturas y moretones que a nadie alertaron. O se puedan atender de manera «inmediata» las denuncias que se elevan a la Justicia en defensa de la niñez; un área de Estado que no reaccionó ni accionó hasta este miércoles cuando la madre y la pareja del chiquito asesinado fueron declaradas culpables, por lo que recibirán una pena de prisión perpetua.
De los «Crecer» a los «Cuidar»
Varios jardines maternales, el programa materno infantil de la Nación (Promin) y los Centros de Desarrollo Infantil (CDI) que nacieron en conexión con Unicef y fondos del Banco Mundial (BM), cuando el intendente era Héctor Cavallero, confluyeron a partir de 1997 en los Centros Crecer. También con ayuda del BM estos centros fueron una apuesta de un organismo neoliberal que genera ayuda y deuda externa.
Fueron 33, una antesala a la crisis de 2001 y todo un acierto para la gestión de Hermes Binner, el único espacio de referencia del Estado en muchos barrios: un proyecto nutricional y pedagógico municipal que supo enorgullecer a Rosario.
Es que según se decía no eran copia de ninguna otra experiencia y contenían a un promedio de 30 pibitos cuando en una sala de jardín a lo sumo y para que sean pedagógicamente viables, asisten 20. Más de 5 mil niños y niñas de lo barrios más vulnerables, desde los 2 a 5 años, eran parte de los Crecer.

Pero años después, sus instalaciones y personal se fueron precarizando. Los Crecer, con financiamiento cada vez más insuficiente se desmantelaron. Los niños ya no comían allí sino que recibían viandas y el personal se reducía.
¿Se habían acabado los recursos económicos que los sustentaban? ¿Ya no interesaba la infancia vulnerable? ¿Qué era más importante para el municipio que la infancia vulnerable en esa época?
De los Crecer, en 2010 se pasó a los Centros Territoriales de Referencia (CTR). Eran 31, estaban diseminados en los seis distritos y dependían de la Dirección General de Infancia y Familia. Pero registraban problemas edilicios, no funcionaban de lunes a viernes sino algunos días de la semana, carecían de computadoras e Internet y tenían equipos profesionales incompletos.
De hecho el CTR 10 (Franco al 1900, barrio Industrial) estuvo cerrado por diez meses. Y la situación se visibilizó cuando dos mujeres sin pareja y con nueve hijos, lo ocuparon a falta de hogar. El edificio había sido saqueado y quemado «por los narcos del barrio» según los vecinos.
Los empleados de Promoción Social protestaron desde 2011 frente al Palacio municipal y por mucho tiempo, incluso estuvieron inactivos prácticamente tres meses, pero poco lograron porque la secretaria de la repartición por aquellos años, Cecilia González, negó que hubiera «abandono» de la asistencia.
Si todo eso ya hubiese sido poco para demostrar el recorte, había que sumar que los CTR carecían de las ludotecas que se habían votado en el Presupuesto Participativo y se habían desplegado en los Crecer y tampoco contaban con el Programa Joven, para adolescentes de 14 a 18 años, cuando la nueva ley de infancia aludía ya a chicos de 0 a 18 años.
Justamente como investigadora de esa ley, la socióloga de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) Efimia Lagiú le había dicho a La Capital, en 2012, que había que implementar «una política no asistencialista , que no infantilizara». Se refería a un trabajo con toda la familia, más alejado del BM y más cerca de la Asignación Universal por Hijo (AUH), que le dijera a las familias algo así como «al nene le das de comer y lo criás vos».
Hoy ni Crecer ni CTR. Los centros son los Cuidar, que llegan a los niños y niñas de 5 mil familias de Rosario. «Son solo mil niños en 1000 niños en la franja de 3 años», calculó la funcionaria.
Según Colacelli, los 48 Centro Cuidar para primera y segunda infancia son en la actualidad los herederos de esos Crecer y CTR. Están en los mismos edificios, funcionan para niños desde el nacimiento. «Son solo mil niños en 1000 niños en la franja de 3 años», calculó la funcionaria.
Y allí, según Colacelli, se realizan actividades educativas y otras para fortalecer al grupo familiar y a las díadas (binomio madres- niños) en la crianza. Están conectados a los Centros de Salud, áreas de Cultura, Trabajo, Desarrollo y operadores territoriales muy escasos: solo 8 para toda la gente en situación de calle que solo en el centro y macrocentro se calculan en 500 y sus salarios no son gran cosa.
De todos modos todo este trabajo, arduo pero que no cubre con todas las problemáticas de la infancia vulnerable de la ciudad, se ayuda con ONG como Cáritas (dispositivos de contingencia, para resolver una cama, una comida y una ducha) o de medio término (ni internación ni refugio) como el Norita: con un acompañamiento de largo aliento.

«El abordaje de la gente que trabaja en este centro de día apunta a no separar a los niños de sus madres y grupo familiar, apuesta a dar herramientas para maternar y a la perspectiva de género y en eso coincidimos; ese debería ser el norte con el trabajo con la infancia: un abordaje integrado: familias, Estado, ONG», dijo Colacelli.
El Norita
Diez madres jovencísimas, 11 menores de entre 2 meses y 15 años, una mujer trans y diez operadores. Esos son los y las personas que entran de lunes a viernes y de 9 a 18 a la casa de dos plantas del Centro de Día Nora Cortiñas, un espacio que abrió en abril de 2022 y depende de la ONG«Empoderar para transformar».
«Acá nos avocamos, no a personas pobres sino empobrecidas y trabajamos profesionales de distintas disciplinas que abordamos a la salud mental y al consumo problemático de mujeres y disidencias desde un paradigma de derechos, por eso el nombre de Nora Cortiñas, porque como ls Madres de Plaza de mayo valoramos y respetamos los derechos humanos», dice la coordinadora, Guillermina Sviser.

La casa no es un refugio sino un lugar de acción. Tiene sala, cocina, patio, cuatro baños y dos plantas. Es de una estructura sólida y digna aunque le falta algo de mantenimiento y carece de gas. Aún así las mujeres cocinan en grupo y también así desayunan, almuerzan y meriendan con su prole.
El alquiler del inmueble cuesta 250 mil pesos y la ONG lo solventa con subsidios con los que cubren además los sueldos de los trabajadores, cuya labor va por encima de horarios laboral, las más de las veces. Porque en el Norita no solo se hacen talleres, para mujeres y niños, se cocina y se da apoyo escolar y se acuden a las necesidades mas urgentes y límites.
«El acompañamiento implica, por ejemplo, buscar a una mujer con sus niños que no pueden salir de su casa porque sufren amenazas de un hombre que es parte del mundo narco y te aseguro que no solo corren riesgo solo ellos, que son nuestra preocupación, sino también nosotros y más de una vez», dices Sviser, quien también habla de lo que falta en cuanto al trabajo con la infancia más frágil de la comunidad.
Dice que para ella falta que los abordajes sean más integrales.
«En general una repartición se dedica al consumo, otra a la violencia de género, otra al padecimiento subjetivo, otra a la situación de calle y acá todo eso , la mayoría de las veces, confluye en una misma persona. Acá acompañamos a mujeres que fueron abusadas, golpeadas, con intento de suicidio, niñas madres, que han abortado por decisión o por violencia, que han sido prostituídas o que se han escapado de sus familias y hogares para salvarse y ahora viven en la calle».
Los profesionales del Norita trabajan codo a codo con las reparticiones de desarrollo social e infancia del municipio y la provincia (también con la Agencia de Prevención de Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones-Aprecord) , los centros de salud y el Hospital Agudo Avila.
Sviser también cree que el abordaje de las infancias y los adultos a cargo necesita techos, donde pueda seguirse este tipo de trabajo integral. «Por eso estamos programando un proyecto de casas compartidas que ojalá podamos concretar».
Norita al igual que otros centros aceptan todo tipo de colaboración en materia de ropas, zapatillas, elementos de limpieza, vajilla, pañales y alimentos. Quienes quieran colaborar pueden hacerlo en el domicilio de Urquiza 2217, de lunes a viernes de 9 a 18 o llamar al 3413982787.