Domingo, 21 mayo 2023
Indagar en los factores asociados a mejores resultados, promover una cultura de uso de la información en las escuelas, desarrollar estrategias focalizadas en los estudiantes de bajos desempeños son algunas propuestas de los especialistas
La prueba Aprender 2022 midió los niveles de desempeño de los estudiantes de 6° grado en Lengua y Matemática tras un año de clases presenciales
Esta semana se publicaron los datos de la prueba Aprender 2022 de sexto grado de primaria, que mostró mejoras significativas en Lengua (+18,1 puntos porcentuales) y también un repunte Matemática (+2,9 pp) con respecto a 2021, cuando los resultados habían caído tras el impacto de la pandemia y la suspensión de la presencialidad. Las cifras de 2022 muestran mejoras entre los alumnos de todos los niveles socioeconómicos, en escuelas públicas y privadas, aunque también evidencian que persiste un “núcleo duro” de estudiantes con bajos desempeños. Tanto funcionarios como especialistas reconocieron un “efecto rebote” esperable por la vuelta a clases presenciales. Pero ¿cómo lograr que la mejora se sostenga en el tiempo y llegue a todos?
La última prueba Aprender fue aplicada en noviembre de 2022 a una muestra representativa a nivel nacional, compuesta por 3686 escuelas y 123.855 alumnos. Allí se midieron los niveles de desempeño de los estudiantes de 6° grado en Lengua y Matemática tras un año de clases presenciales, y se los comparó con los datos de 2021, cuando la presencialidad aún era discontinua en buena parte de las escuelas. “Con las escuelas en funcionamiento y la vuelta de la presencialidad, pudimos recuperar y volver al punto en el que estábamos en 2018. Esa es la buena noticia: pudimos revertir los daños de la pandemia”, reflexiona Irene Kit, presidenta de la Asociación Civil Educación para Todos.
Más allá del impacto –esperable– de la vuelta a las aulas, los especialistas consultados por prtiodistas coincidieron en que los datos de la prueba Aprender no pueden interpretarse como efecto de una política en particular, dado que los efectos de las medidas llevan tiempo y son muy difíciles de aislar de otros factores. En ese sentido, la prudencia y la precisión en la lectura de la información aparecen como premisas fundamentales para pensar una mejora sostenible.
“La presencialidad tuvo seguramente un impacto muy importante. Pero al margen de esa coyuntura excepcional, las intervenciones no se traducen rápidamente en resultados: no es fácil captar en una evaluación el efecto de una intervención”, plantea Lilia Toranzos, especialista en evaluación educativa de la OEI y UNIPE. Para Toranzos, “es necesario seguir indagando para poder identificar intervenciones que contribuyan a mejorar los niveles de aprendizaje, para garantizar el derecho a la educación de todos los estudiantes”.
Datos para la mejora: construir una “cultura de la evaluación”
“Hay que profundizar el trabajo con la información de las evaluaciones estandarizadas. En general la mirada se pone sobre los niveles de logro, se analiza cuántos llegaron al nivel ‘esperado’, pero lo importante es entender qué representan esos niveles”, plantea Martín Scasso, sociólogo especialista en información educativa. Scasso sostiene que es necesario profundizar en el análisis para observar “con qué prácticas pedagógicas y con qué características de las escuelas, de los docentes y de los estudiantes se asocian los buenos y los malos resultados”.
“¿Qué podemos aprender de Aprender?”, se pregunta Scasso. Y advierte: “Para poder aprovechar realmente la información es necesario correrse de la coyuntura de la publicación, donde se dan explicaciones rápidas sin evidencia. En frecuente ver a funcionarios y especialistas que explican los resultados solo a partir de sus preconceptos, e incluso cuando el dato no reafirma lo que ya se asumía previamente como cierto, se cuestiona el dato”.
Scasso pone en valor “la entrega de los resultados a las escuelas, dado que es un insumo para ayudarlas a pensar dónde están los desafíos”. Y señala que uno de los grandes desafíos de la política de evaluación educativa es “construir una cultura de uso de la información”, lo que requiere en primer lugar “poder entender qué es lo que dicen y lo que no dicen los datos cuantitativos, sin esperar que la publicación y difusión de información genere por sí misma que se tomen mejores decisiones”.
En esta línea, Kit agrega: “Esperamos que el Ministerio publique información más didácticamente desagregada para entender qué componentes de la comprensión lectora o de la matemática están explicando estos niveles de desempeño, para que a partir de ahí los docentes, directivos y supervisores puedan tomar decisiones”.
Estrategias focalizadas para el “núcleo duro” de bajos desempeños
Los expertos consultados enfatizaron la necesidad de poner el foco en el “núcleo duro” de estudiantes con bajos desempeños: 4 de cada 10 alumnos de sexto grado no alcanzan el nivel esperado en Matemática, mientras que 1 de cada 4 no lo logra en Lengua. Pero estos promedios obturan profundas desigualdades, asociadas en gran medida al nivel socioeconómico de los estudiantes.
En Lengua, el 62,8% de los alumnos de bajo nivel socioeconómico alcanzan elnivel satisfactorio o avanzado, mientras que la cifra aumenta al 89,0% entre los alumnos de nivel socioeconómico alto. En Matemática, la brecha es similar: menos de la mitad (45,6%) de los alumnos de bajo nivel socioeconómico alcanza los resultados esperados, mientras que la cifra asciende al 76,2% entre los alumnos de mayores ingresos.
Cuatro de cada diez alumnos de sexto grado no alcanzan el nivel esperado en Matemática (Roberto Almeida)
“La pregunta es cómo reducir a niveles mínimos la cantidad de estudiantes por debajo del nivel básico, y cómo reducir a la mitad la cantidad de alumnos en el nivel básico”, afirma Kit, y propone “empezar a plantear metas específicas que definan un horizonte hacia adelante”. La especialista sostiene que no es razonable esperar un “efecto derrame” por el cual las mejoras en el sistema educativo lleguen automáticamente a los alumnos más pobres, sino que hay que diseñar estrategias focalizadas: “La pertinacia de los bajos resultados nos dice que tenemos que analizar acciones pedagógicas en la propia escuela que ayuden a los que tienen peores resultados. Deberíamos plantearnos dónde están esos estudiantes, para trabajar en la escuela con estrategias específicas para esos alumnos desaventajados”.
Recursos pedagógicos y continuidad, dos aspectos clave
En la presentación de los resultados a la prensa, el ministro de Educación de la Nación, Jaime Perczyk, vinculó la mejora de los resultados en Aprender 2022 no solo con la vuelta a la presencialidad plena, sino también con el impacto de medidas como la incorporación de una hora de clase en las primarias estatales de jornada simple, que comenzó a implementarse tras las vacaciones de invierno del año pasado, y cuyo financiamiento está previsto por 5 años. El ministro también valoró la distribución de libros de Lengua y Matemática para cada estudiante, así como el énfasis en estas dos materias en la capacitación docente. Como condición de posibilidad, el sostenimiento del financiamiento educativo resulta imprescindible para mantener la mejora, señalaron desde el Ministerio.
En ese marco, la distribución de libros constituye una apuesta fuerte de la actual gestión nacional. En una entrevista esta semana, la secretaria de Educación, Silvina Gvirtz, explicó por qué consideran central al programa Libros para Aprender: “Los resultados de pruebas anteriores como las TERCE ya mostraban que hay una correlación entre mejores resultados en comprensión lectora y posesión de libros en las casas de los chicos. Por eso decidimos entregar libros en modalidad uno a uno a todos los niños y niñas de todas las escuelas del país”.
Gvirtz resaltó que contar con libros permite aprovechar mejor el tiempo de clase, “ya que el docente y el chico no tienen que estar copiando el problema de matemática o los deberes de lengua”, sino que pueden enfocarse directamente “en aprendizajes sustantivos”. Por otro lado, la funcionaria planteó que “nadie puede aprender a leer si no tiene libros” y que, por lo tanto, contar con ese recurso “genera las condiciones de posibilidad para el aprendizaje de Lengua”. Desde el Ministerio anticiparon que están preparando un informe sobre el uso de los libros en las escuelas.
En un año electoral, la continuidad de las políticas –más allá de los cambios de gobierno o de ministro– también se plantea como un desafío a la hora de poder pensar en mejoras sostenidas en el tiempo. En diálogo con periodista, el ministro Perczyk enumeró algunas políticas que espera que se continúen más allá del actual gobierno para sostener la mejora de los aprendizajes: “La expansión de la jornada escolar en primaria, que ya llegó al 81% de las escuelas; la construcción de jardines de infantes, porque la principal desigualdad hoy está en la sala de 3, donde solo accede la mitad de los chicos; la distribución de libros y la capacitación docente; la construcción de escuelas técnicas; el avance de la conectividad; la continuidad de las becas en el nivel secundario”. A partir de estos puntos, el ministro consideró que es necesario “un acuerdo político” que permita mirar hacia adelante para construir sobre lo construido.