Lunes, 16 enero 2023
Vecinos de Pichincha realizaron una presentación en la Defensoría del Pueblo ya que aseguran que la medida fue provisoria durante la época de distanciamiento obligatorio
Gentileza diario La Capital
Los corralitos o islas que se implementaron en la pandemia para que los locales gastronómicos amplíen su capacidad en épocas de distanciamiento obligatorio vienen generando roces entre comercios y vecinos por el uso del espacio público. Es por esto que vecinos de Pichincha hicieron una presentación en la Defensoría del Pueblo para que se deje de usar esta modalidad ya que, aseguran, ni siquiera pueden caminar por la vereda y cada vez se amplía más. De todos modos, los corralitos no sólo se ven en los bares de Pichincha, sino que son varios los locales gastronómicos que siguen haciendo uso de los mismos a pesar de que las medidas de distanciamiento terminaron hace bastante.
En diálogo con La Capital, el referente de los vecinos de Pichincha, Willi Kramp, aseguró que “como vecinos no tenemos vida, no podemos vivir. Más con el tema de los corralitos, que cada vez se ensanchan más, cada vez cae más gente. No se puede caminar por la vereda. El vecino tiene que ir a la calzada, caminar entre el corralito y los autos que pasan cerca”.
El referente de los habitantes de Pichincha recordó que “la autorización para ocupar la calle fue una medida provisoria por la pandemia. Ahora volvió todo a la normalidad para los gastronómicos y no vemos el motivo para dejar los corralitos en la calle. Dijeron que estos espacios iban a implementarse de noche para alojar más mesas, pero ahora están todo el día. Hay veces que ponen el corralito y quedan autos estacionados adentro”, añadió.
A raíz de esto, hicieron una presentación formal en la Defensoría del Pueblo para que interceda en el asunto. Consultado por este medio, el director de Atención a la Ciudadanía del organismo, Leandro Piazza, adelantó: “Mandaremos notificaciones a los distintos organismos de control y fiscalización de la Municipalidad para que nos contesten algunas consultas”.
En los debates por la nocturnidad, los vecinos de Pichincha fueron los primeros en advertir sobre la continuidad de los corralitos en las calles.
La medida se adoptó durante los momentos más complicados de la pandemia, cuando los bares pudieron reabrir sus puertas tras meses cerrados pero con la condición de mantener el distanciamiento dentro de los locales. Esto obligó a buscar alternativas para tratar de que los negocios fueran medianamente rentables ante la disminución obligada de su capacidad.
Esta posibilidad surgió a partir de un decreto del intendente Pablo Javkin, que se firmó para resolver las urgencias de capacidad del sector gastronómico, en septiembre de 2020.
El decreto 1.259 remarca, en su primer artículo, que “mientras dure el distanciamiento social preventivo y obligatorio” se autorizará a los comercios del rubro mencionado “la colocación de mesas y sillas en el espacio público”; mientras que en un inciso del 3º punto de la normativa se señala que estas ampliaciones no podrán ser fijas ni permanentes.
No es la primera vez que los vecinos piden que se terminen los corralitos y las islas en la calzada. El año pasado ya habían solicitado públicamente que deje de regir el decreto por distintos problemas de circulación por las calles del barrio, principalmente por Alvear, Jujuy y Güemes.
En esa ocasión, algunos vecinos advirtieron que en distintas oportunidades las ambulancias no pueden acercarse a los domicilios donde se solicitan los servicios médicos, mientras que también dieron cuenta de las maniobras que tienen que hacer los camiones de bomberos cuando pasan por la zona en horarios pico.
Por su parte, señalaron que basta que un solo camión de residuos esté haciendo el servicio de recolección en una de las calles del barrio parque que se forme un cuello de botella importante, sobre todo a la noche.
Nuevo frente abierto
Los vecinos de Pichincha suman otro recurso para intentar devolver un equilibrio entre las actividades comerciales de un barrio en auge y la tranquilidad de otros años, cuando el corredor era más residencial.
En diciembre, los integrantes de la vecinal de barrio Agote y vecinos autoconvocados de Pichincha expusieron en la reunión de la comisión de Gobierno del Concejo Municipal, en el marco de la discusión por la nueva ordenanza de nocturnidad.
En ese entonces, los principales puntos que pidieron giraban en torno a la planificación sobre qué habilitaciones se van a otorgar a los locales de esparcimiento nocturno, poniendo el foco en lo que, consideran, es “una invasión” de bares, cervecerías y otros comercios relacionados al rubro gastronómico.
Como punto saliente, señalaron que la nueva normativa que rija la nocturnidad en la ciudad deberá facilitar las tareas de control para que los espacios existentes y habilitados a futuro garanticen la convivencia en el barrio.
Amparo contra habilitaciones
Los vecinos de Pichincha llevan más de cuatro años advirtiendo sobre la falta de controles del funcionamiento de los locales nocturnos en el barrio, que vive un auge gastronómico. En 2019, decidieron ir a la Justicia, donde presentaron un amparo basado en la ley 10.000 para que se impida la habilitación de nuevos locales comerciales comprendidos en el radio de las calles Balcarce, Rivadavia, Francia y Jujuy. Por entonces, un relevamiento había contado unos cien emprendimientos gastronómicos en esas cuadras.