Jueves, 20 octubre 2022
Al principio fue Parque Balneario Ludueña, por el arroyo y el río. Sobre la avenida de la costanera se encuentra la escultura de quien le da el nombre. Un mirador, pérgolas, piletones, juegos infantiles y un sin fin de características que lo hacen muy representativo de la zona
Casi todo el que transitó, vive o haya vivido en la zona norte tiene más de una historia que contar con el escenario del Parque Alem. Allí, en lo que fue un comedor a metros del arroyo Ludueña, funciona el Centro Cultural municipal. Y está el complejo de piletas que fue toda una novedad por su imponencia cuando lo inauguraron. También, el circuito de autos y de bicicletas La Zapatilla en una zona otrora cubierta de vegetación frente a la desaparecida fábrica Estexa. Se suma el Acuario, que antes fue “la Piscicultura”. Al lado, el camping del Sindicato de Trabajadores Municipales, y más al sur el embarcadero del Centro de Pescadores, a la altura de la cancha de Rosario Central, al lado de la playa canalla y la del Club Regatas Rosario, clubes partidos al medio con el paseo abierto para dar continuidad hacia el norte a bulevar Avellaneda, antes del Mundial 78. Y la Usina Sorrento, que conserva desmejorada la vieja edificación de los tiempos en que funcionaba a carbón
Sobreviven las pérgolas, el famoso ombú cerca de la zona de juegos, pero otros sitios emblemáticos ya no: el palomar, por ejemplo, que cedió su espacio a una cancha de baldosas. Tampoco funciona el “trencito”, clausurado tras un accidente fatal en el que murió un niño. Sigue el piletón central, el “de los barquitos”, pero sin su atractivo ni su uso original.
Es el pulmón verde del barrio Lisandro de la Torre, nombre que como el del parque remite a la historia del radicalismo pero que hace tiempo todos referencian como Arroyito, por el Ludueña que cruzaba, antes del entubamiento y con menor caudal, lo que hoy es el encuentro de avenida Alberdi con bulevar Rondeau.
El parque Leandro N. Alem fue inaugurado el 6 de marzo de 1939, con el nombre del Parque Balneario Ludueña, en el marco de la implementación del plan regulador de la ciudad. Poco después, en septiembre y con la invasión de la Alemania nazi a Polonia, comenzaba la Segunda Guerra Mundial. El historiador Eduardo Guida Bria señaló a El Ciudadano que el día de la inauguración ocurrió un caso inédito en la ciudad, ya que estuvieron presentes el intendente saliente, el doctor Calixto Lassaga, y su sucesor, Juan Ortiz Grognet, que asumió ese mismo día.
Archivo: Eduardo Guida Bria
Cuatro años más tarde, el 17 de julio de 1943, se inauguró el nuevo emplazamiento del monumento alegórico a Leandro Alem, político republicano y fundador de la Unión Cívica Radical, y la ampliación de sus juegos infantiles.
Guida Bria explica que la estatua es obra del artista Guillermo Gianinazzi, y está fundida en bronce. Antes de su traslado al nuevo parque, se encontraba desde 1922 en el Parque de la Independencia, en la ochava sudoeste de bulevar Oroño y avenida Intendente Morcillo (continuidad de la calle Cochabamba).
La obra escultórica fue trasladada al parque Alem en 1942 y se ubica en un sector sobre la avenida Sánchez Granel.
Al parque Alem también se lo denominó con anterioridad como parque Ludueña. La decisión de cambiarle el nombre es paralela a la del traslado del monumento. En su inicio disponía de escalinatas de 4 metros de ancho, con cuatro escalones de escallas, jardinería en el basamento y tramo final de cuatro escalones más, de 1,5 m de ancho en dos sectores.
El retrato de Alem es en altorrelieve caricaturesco, mide 1,4 metro de alto; con un pedestal de 2,6 metros. Lo corona un gladiador semi postrado rompiendo una gruesa estaca, por el “que se rompa pero que no se doble”, frase que reconoce otros antecedentes pero que Alem incluyó en el testamento que dejó cuando, en 1896, se suicidó. El monumento está firmado en el dorso del pedestal “Gianninazzi Escultor 1922”. El traslado se realizó por el decreto 653/42. El autor de la cara de Alem, bajo relieve en el pedestal, es del escultor Erminio Blotta.
Antes y ahora
“Formulado en el marco de la implementación del Plan Regulador de 1935, fue inaugurado poco después, el 5 de marzo de 1939, también con los supuestos de una vida sana, alejar a los jóvenes de lugares “impropios” y resolver las históricas demandas de los habitantes de Arroyito, que reclamaban adecuados recursos para el ocio y la recreación”, así lo explica a este diario Jorge Morales Aimar, del Centro Cultural Parque Alem.
En el parque hay cosas que siguen estando y se siguen disfrutando y otras que se fueron modificando con los años. Una de ellas es el Palomar. Hoy en su lugar es una explanada utilizada como cancha de fútbol o posta de patinaje para los más pequeños.
Palomar del parque Alem, foto de Mercedes Cecilia Cavallero, año 1972-
Fotografías y Estampas del Rosario Antiguo – FyERA
En frente, del lado del río estaba la glorieta, un mirador único que en la actualidad solo queda su estructura.
Glorieta del Parque Alem- Foto: FB Fotografías y Estampas del Rosario Antiguo – FyERA
Las pérgolas siguen adornando con las flores y aromas un camino en medio del parque cercano a la escultura de Leandro N. Alem
Pérgolas. Foto: Fotografías y Estampas del Rosario Antiguo – FyERA
Los juegos infantiles que son un clásico de las aventuras familiares e infantiles. Cercano a los juegos está un ombú que fue y es espacio especial para escalar y trepar a modo de aventura. Algo podado su esplendor anterior, y con el “hueco” en medio de sus raíces rellenado, ganó seguridad y perdió atracción aventurera para los pequeños que se trepan a él.
Los piletones en el medio. Fueron un espacio de esparcimiento con agua donde se realizaban competencias de barquitos. Hoy vacíos, hasta los perros – ya que es espacio de congregación de vecinos con sus mascotas- juegan en ellos saltando de un lado al otro.
En sus alrededores también diferentes espacios sufrieron cambios en su fisionomía y uso: El docente e historiador Guida Bria explica que en la década del ’50 donde hoy está el acuario existió un edificio de la Estación de Piscicultura del Ministerio de Agricultura de la Nación. Lo visitaban muchas escuelas de nivel primario y se ingresaba como a una especie de “caverna”, donde en grandes peceras se podían observar la fauna ictícola del río Paraná, separados por especies. Presidía el espacio, siempre con aromas a humedad, la enorme cabeza embalsamada de un manguruyú.
Archivo: Eduardo Guida Bria
“También en el parque Alem se ubica el Complejo Ciclístico Ramón “Chaco” Pereyra, más conocido como La Zapatilla, y se utiliza como lugar de entrenamiento de ciclistas. A su vez, este predio es compartido en su uso por la Dirección de Tránsito de la Municipalidad para el aprendizaje de los nuevos conductores de vehículos motor”, cuenta Guida Bria.
Centro Cultural Parque Alem
Jorge Morales Aimar indicó que a partir de un edificio comercial previo -el restaurante y parrilla La Tranquera- en 1987 fue establecido el Centro Cultural Parque Alem, como efecto inmediato de la nueva vida política y cultural.
“En los años de la dictadura militar 1976-1983, las gestiones culturales públicas, y aún las privadas, fueron reducidas a su mínima expresión. Con el ocurrir democrático, en cambio, se planteó extender por vía de políticas públicas un fresco y más vigoroso acceso de la población al consumo de bienes culturales —espectáculos, muestras y sobre todo talleres— que pudieran ser obtenidos más allá de los circuitos habituales del centro urbano de la ciudad, es decir, que alcanzaran con comodidad a barrios y espacios populares”, dijo.
“En el Centro Cultural Parque Alem entendemos a la cultura como la producción simbólica de prácticas sociales. La propuesta cultural de la institución se basa en la manufactura de nudos o estructuras troncales, que son conceptuales y que, en la práctica, derivan en una diversificación flexible de las temáticas. En un sentido muy acotado, el Centro Cultural Parque Alem, resuelve en parte aquellas tensiones y demandas a través de las distintas memorias que constituyen una parte fundamental en la construcción de los imaginarios sociales y culturales: las distintas tareas se cohesionan en el Carnaval, las Peñas Folclóricas con temáticas históricas, Memoria Alem —que recorre discursiva y artísticamente la historia del parque— la Vigilia del 24 de Marzo, las Vacaciones de Invierno, los Domingos de Títeres y Narraciones con obras que referencian muchas de estas variables, el Alem Rock del septiembre primaveral y la Quincena del Arte, más la movilización de talleres propios y de la Convocatoria Abiertos”, relató.
La “N” de Leandro N. Alem
El historiador Eduardo Guida Bria contó Leandro Alem fue abogado, político y revolucionario. Bautizado como Leandro Antonio “Alen”. Su padre homónimo era el dueño de una pulpería y alto oficial de la “Mazorca” quien luego de Caseros fue ahorcado junto con Ciriaco Cuitiño y otros. Para intentar escapar un poco a la carga que representaba el recuerdo de su padre fue que cambió la última letra de su apellido.
En cuanto a la letra “N” que siempre aparece misteriosamente abreviada y que muchos historiadores afirman que era la inicial de Nicéforo o Natalio, se cree que en realidad fue un error de interpretación, ya que Alem solía firmar abreviando su nombre Leandro como “Ln”.
Según se cuenta, en una oportunidad fue consultado sobre la misteriosa letra a lo que respondió “¿Ene de qué? Ene de Nada o de Nadie (según otras versiones). Por lo tanto, algunos historiadores aseguran que la “N” era solo una broma de él mismo -aunque no exenta de sentido dado el conflicto de identidad que mantenía debido al reciente pasado de su apellido- que significaba justamente eso, “Nada” o “Nadie”.
Fue el fundador de la UCR y encabezó la denominada Revolución del Parque contra el presidente Miguel Juárez Celman. Fue Diputado y Senador Nacional. Además de político, y revolucionario, Alem fue Gran Maestre de la Gran Logia de Libres y Aceptados Masones de Rito Escocés Antiguo y Aceptado. El 1 de julio de 1896 se suicidó.