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Muertes, incendios y la maldición atroz de una bruja: las leyendas macabras detrás del Italpark

Jun 4, 2023

Domingo, 04 junio 2023

Se habló con el investigador Guillermo Barrantes y reconstruyó las tragedias que atravesaron al icónico parque de diversiones porteño, que fue el más grande de Sudamérica.

El Italpark funcionó entre 1960 y 1990 en Libertador y Callao

Los parques de diversiones, como su nombre lo indica, están asociados a la alegría. Sin embargo, al menos en Argentina, también han sido sinónimo de tragedia. El Italpark es un claro ejemplo de eso: incendios y accidentes marcaron su historia hasta que un candado cerró sus puertas en 1990 y aún después siguió provocando muertes.

La muerte de Roxana Celia Alaimo, la adolescente de 15 años que iba en un carro del MatterHorn que se desprendió de golpe y salió despedido, fue la bisagra que dio inicio al mito para intentar explicar una sucesión de tragedias: el lugar estaba maldito por culpa de una bruja.

Según cuenta la leyenda mucho antes de la creación del Italpark en 1960, por obra de una familia de inmigrantes italianos de apellido Zanon, en ese mismo predio ubicado en Libertador y Callao, se inauguró con una inversión millonaria para la época el Parque Japonés.

Fue un 3 de febrero de 1911 y solo en los primeros días unas 150.000 personas desfilaron por allí para conocer el parque de atracciones. Tal magnitud tuvo este aluvión de visitantes que habría provocado cierta irritación entre los vecinos de la alta sociedad que ya vivían en la zona y añoraban la tranquilidad perdida. A ellos, justamente, se les atribuyó haber recurrido a la magia negra para condenar el lugar.

Lo cierto es que en 1930 un incendio destruyó uno de los juegos mecánicos, la Montaña Rusa, y el Jardín Japonés cerró sus puertas. “Años después en ese lugar funcionó una Feria, una suerte de kermés”, contó el escritor y guionista Guillermo Barrantes, investigador de leyendas urbanas. Y completó: “Hasta que en los ‘50 un rayo le cayó a uno de los feriantes y lo mató en el acto”.

“El barrio empieza a hablar de eso, en ese lugar no se puede tener durante mucho tiempo algo que provoque felicidad”, señaló Barrantes. La historia pareció apoyar esa teoría cuando el predio volvió a llenarse de vida tras la apertura del Italpark: el 27 de mayo de 1978 un incendio destruyó el Tren Fantasma y en agosto de 1989 otro siniestro se llevó la pista Súper Monza.

Dos meses después, el fuego devoró el Laberinto del Terror, y en 1990, por último, la muerte de la adolescente Roxana Alaimo obligó al cierre definitivo del lugar. Entonces, en el imaginario popular se instaló la creencia de que “la maldición había sido tan fuerte que de alguna manera había quedado impregnada en los juegos”.

Roxana tenía 15 años cuando murió en un accidente en el Italpark. (Foto: captura TN).
Roxana tenía 15 años cuando murió en un accidente en el Italpark

El destino final de Roxana Alaimo

El 29 de julio de 1990 Roxana y un grupo de compañeros de tercer año de la Escuela San Vicente de Paul fueron a pasar la tarde al Italpark. Años después, Javier Mujica Ríos, uno de los chicos que estaba con ella ese día, dio detalles del fatal accidente que le arrebató la vida.

El Matterhorn era una especie de rueda con carritos colgantes que giraban provocando una gran fuerza centrífuga. “Me tocó compartir carrito con Karina Benítez y Roxana quedó dando vueltas. Cuando me vio, me pidió directamente: ‘Javi, no me dejás subir a mí con Karina, por favor’.”, recordó Ríos en una nota con Tiempo Argentino. Él no lo dudó y se acomodó en otro carro con alguien que no conocía y Roxana ocupó así su lugar, sin imaginar siquiera que acababa de sellar su sentencia de muerte.

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“Cuando empezó la vuelta no arrancó tan fuerte, pero se empezó a escuchar un ruido, como a fierro vencido”, relató. “Cuando tomó velocidad el ruido fue más intenso, más potente, más profundo y después de la cuarta o quinta vuelta se empezó a escuchar un golpeteo constante”, agregó.

El accidente se produjo cuando el carro se soltó de la estructura y voló por fuera del juego. Roxana no tuvo chances de sobrevivir, el golpe que sufrió en la cabeza con la caída la mató en el acto. “Ese día comenzó un camino distinto para cada uno de nosotros porque fuimos a divertirnos y nos encontramos con lo peor. A los 15 años la muerte me pasó por acá nomás; ese día, en cierta forma se nos terminó la adolescencia”, reflexionó su compañero.

El juzgado en lo civil y comercial Nº 100, a cargo del Dr. Prada Errecart, estableció una condena solidaria que obligó a las partes involucradas, los Zanon y la por entonces Municipalidad de Buenos Aires a cubrir juntos los costos de la indemnización, que se efectivizó recién en 1996: una suma de 370 mil pesos en concepto de daños y perjuicios que cobró la mamá de la víctima.

La maldición “latente”

Con el parque ya clausurado, algunos de los juegos del Italpark fueron a juntar óxido en un depósito, otros cruzaron el charco hasta Uruguay y algunos más siguen funcionando en el ArgenPark de Luján. Allí fue donde en diciembre de 2007 los alcances de la “maldición” se cobraron una nueva víctima. Se llamaba Rodolfo “Rolo” Herrender y fue quien arregló y rearmó los juegos en el predio lujanense.

"Rolo" Herrender, la tercera víctima fatal de la supuesta "maldición" del Italpark. (Foto: gentileza Guillermo Barrantes).
«Rolo» Herrender, la tercera víctima fatal de la supuesta «maldición» del Italpark. (Foto: gentileza Guillermo Barrantes).

“Había ido a arreglar una de las cámaras que estaban instaladas en la parte de arriba de la montaña rusa ‘Súper 8 Volante’ y de repente un carrito lo sorprende, aparece rodando sobre los rieles solo, sin que nadie lo haya activado”, apuntó Barrantes. Y completó: “El carro lo embiste y lo tira de lo más alto de la montaña rusa”. “Rolo” cayó desde 6 metros de altura y murió por el impacto.

Cuánta fantasía hay en esto nadie lo sabe y en algún punto al mito no le importa, el mito siempre gana.

“Nunca sabremos si el carrito que mató a Herrender fue a causa de la maldición latente que había en ese carrito que había pertenecido al Italpark, pero en algún punto al mito no le importa. El mito siempre gana”, subrayó el investigador.

El Italpark, la leyenda

El incendio en el viejo Parque Japonés, la muerte del feriante en los ‘50, el accidente fatal en el que perdió la vida Roxana en 1990 y finalmente la muerte con tintes “paranormales” de Herrender mientras trabajaba en uno de los juegos que habían pertenecido al Italpark se encadenaron a lo largo de los años con un mismo hilo conductor y construyeron la leyenda.

“El mito o la leyenda urbana, en resumen, es una buena historia que a uno le gusta escuchar y que quiere reproducir”, resumió Barrantes. El principal atractivo, agregó, es que “son muy cercanas, no tenés que irte a un Olimpo muy lejano para corroborarlas, sino que suceden en el barrio, a la vuelta de casa”.

“Esa cercanía las hace más seductoras al oído porque nos involucran, tratan temas que a todos nos incumben como la vida, la muerte, el destino el tiempo”, indicó el investigador. Después, en particular sobre la historia del Italpark, resaltó: “Tiene mucho de buena película, de guion. Hay un principio, un nudo y un desenlace, y ese desenlace suele estar ligado al presente”.

No obstante, el caso del parque de diversiones fue mucho más que una buena historia. “Se sigue hablando del Italpark porque fue una especie de tierra de la felicidad para muchos”, manifestó Barrantes, y añadió: “Incluso en años muy oscuros, en la época de la dictadura, era como el lugar en el que la oscuridad no pasaba”. Pero finalmente, pasó.

La muerte temprana de Roxana tuvo en la falta de mantenimiento de los juegos su explicación lógica, pero la serie de fatalidades que la rodearon antes y después alimentaron indefectiblemente un mito que se fue perfeccionando de boca en boca a medida que pasó el tiempo.

“Un mito urbano nos anestesia lo desconocido”, afirmó Barrantes. Y concluyó: “Aunque nos perturben y nos den pesadillas, toda historia de fantasmas es una promesa de un más allá y eso nos gusta. Nos gusta que no se termine todo acá”.

Ficha de ingreso al Italpark.

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Otro mito derivado de la leyenda sostiene que quien consiga una vieja ficha de entrada al Italpark y se pare a medianoche frente al lugar exacto donde estaba la puerta de ingreso, verá aparecer mágicamente todo el parque iluminado y con los juegos en funcionamiento de nuevo.

Sin embargo, el que entra solo tiene derecho a un juego. Si utiliza más de uno, las puertas se cierran y el ambicioso queda eternamente dentro del Italpark.

Por Fabian