Sábado, 16 de Noviembre 2024
En la región existen 44 instalaciones que almacenan muestras de tejidos, células, sangre y ADN en la región. Cómo la población se beneficiaría con la creación de más lugares y con su regulación
Hay aún muchas preguntas sobre enfermedades que afectan a la población de América Latina, desde el cáncer a la diabetes o desde las infecciones transmitidas por insectos, como dengue y leishmaniasis, hasta las demencias.
Un grupo de investigadores de México hizo una propuesta: América Latina debería crear más biobancos o fortalecer los que ya existen como una manera de contribuir a que se realicen más estudios con las particularidades de la población de esta región.
Consideran que la puesta en marcha de la propuesta podría ayudar al desarrollo de la medicina de precisión. La publicaron en la revista The Lancet Regional Health – Américas.
Los biobancos son espacios en los que se guardan colecciones sistemáticas de muestras de células y tejidos de personas. Permiten hacer estudios epidemiológicos a gran escala de factores genómicos, ambientales y de estilo de vida que afectan la salud individual y poblacional.
En países como el Reino Unido y Estados Unidos, los programas de biobancos como el UK Biobank y el programa All of Us han contribuido significativamente a la investigación global. En algunos casos, se integraron muestras de diversas etnias y grupos minoritarios.
La propuesta para América Latina estuvo a cargo de Adrián Rivera-Alcántara y Carlos Aguilar-Salinas, que forman parte de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud del Tecnológico de Monterrey, y Alexandro Martagon, quien también integra el Instituto de Investigación en Obesidad, en México.
A nivel mundial, los biobancos están avanzados en países como Reino Unido, Estados Unidos y algunas naciones europeas. Allí se cuenta con grandes bases de datos genómicos y con marcos regulatorios sólidos que abordan la gestión ética, la privacidad y la protección de datos.
Eso permitió establecer estándares altos y lograr un impacto considerable en la investigación médica, consideraron los investigadores mexicanos.
En América Latina, existen 44 biobancos. La mayoría de estos biobancos están enfocados en investigaciones sobre los diferentes tipos de cáncer (85%), mientras que otros se dedican a enfermedades infecciosas (8%) y condiciones neurológicas (5%), según se había informado en la revista The International Journal of Biological Markers.
Solo un biobanco está orientado a enfermedades metabólicas. Además, los países con más biobancos en la región son Chile (con 11 biobancos), México (10) y Argentina (6).
En algunos casos, los biobancos enfrentan obstáculos como la falta de financiamiento y regulaciones estandarizadas.
Para los autores, la diversidad genética y la heterogeneidad de enfermedades en las poblaciones latinoamericanas requieren soluciones médicas precisas y adaptadas.
Porque la mayoría de los datos utilizados en investigaciones actuales se basa en poblaciones de ascendencia europea, lo cual no siempre es aplicable a otros grupos étnicos.
En cambio, si se crearan más biobancos dedicados a poblaciones de América se podría mejorar la medicina de precisión. “Los biobancos son herramientas valiosas para el desarrollo y la aplicación de investigación científica y la cooperación internacional a través de la recolección de materiales biológicos y sus datos asociados”, escribieron.
La medicina de precisión -añadieron- depende de las plataformas de los biobancos “para personalizar el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades de acuerdo a las características individuales de los pacientes”.
En la región, no existe una estandarización clara sobre los procedimientos y definiciones que deberían regular los biobancos, lo cual limita la calidad y consistencia de los datos. Esto incluye problemas en el manejo del consentimiento informado y en la aplicación de normas éticas y de privacidad.
Por eso, los autores recomendaron que los gobiernos latinoamericanos desarrollen regulaciones específicas para facilitar la creación y sostenibilidad de biobancos, y promover la colaboración entre instituciones, gobiernos y organismos regulatorios, como en el caso de Brasil.
Abogada y especialista en bioética Ana Palmero, consultora de la Organización Mundial de la Salud, comentó: “En América Latina se fue avanzando en la creación de biobancos, pero es diferente la situación entre los países”.
En el caso de la Argentina, “existe una resolución del Ministerio de Salud de la Nación del año 2020 en la que se especifican los aspectos éticos y técnicos que se deben tener en cuenta en cada biobanco y se corresponden con los estándares internacionales”, afirmó.
De acuerdo con Palmero, en cada biobanco debe incluirse el material biológico vinculado a los datos clínicos y epidemiológicos de los donantes. Las muestras se almacenan para un uso continuo en investigaciones futuras que pueden estar definidas o no al momento de la obtención del material.
También el biobanco tiene la obligación de brindar acceso y dar las muestras de manera abierta y transparente, y permitir su transferencia entre instituciones y entre países.
En tanto, Gustavo Sevlever, director de investigación y docencia de Fleni en la Argentina y editor en jefe de la revista Lancet Neurology en español, opinó: “La propuesta de apoyar y fomentar los biobancos me parece muy apropiada y tiene que ver con nuestra propia experiencia”.
El experto dirige un biobanco de cerebros hace ya más de 10 años. “Este biobanco nos ha permitido comprender muchos aspectos biológicos de las enfermedades en base a tejidos humanos. Se utilizan diferentes técnicas sofisticadas y se combinan con los datos clínicos y las imágenes del paciente durante su vida”.
En el momento actual, en que se observa el gran impacto de las técnicas ultras sofisticadas, “el banco de cerebros nos permite rescatar la vieja práctica del ateneo clínico patológico, que comenzó en Francia en el siglo XIX y se combina con la tecnología más contemporánea”, dijo.
“Los biobancos agregan conocimientos de alto valor y permiten hacer preguntas que sólo se pueden contestar en ese contexto. Desde el origen y en su sustentabilidad nos acompaña la fundación Pérez Companc”, contó Sevlever.