• 3 de marzo de 2025 02:51

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La bomba de Javier Milei llenó de dudas a Axel Kicillof sobre qué hacer con los Kirchner

Mar 1, 2025

Sábado, 01 de Marzo 2025

La idea de Milei de intervenir la Provincia, amparada por la sociedad que quiere mano dura y bala contra los delincuentes, sorprendió a Kicillof y a sus opositores internos, con muchos rencores aún.

Dura crítica de Axel Kicillof al megadrecreto de Milei - LA NACION

La idea del presidente Javier Milei de intervenir la Provincia de Buenos Aires impactó como una bomba en La Plata y provocó que nuevamente volvieran a mandarse mensajes Cristina y Máximo Kirchner con Axel Kicillof, que terminaron con la puesta en escena en la Casa de Gobierno bonaerense en la tarde de ayer en la que, tras calificarlo de “cobarde” y “autoritario”, pidió un diálogo sincero con el Gobierno nacional para resolver en conjunto el problema de la inseguridad vinculada con el narcotráfico.

“Hay que parar la pelota un minuto. Estos tipos están jugando un partido de tenis donde se pasan la pelota de un lado al otro, pero no puede ser. Ya está. La gente nos va a llevar a patadas en el orto a todos”, graficó sin eufemismos Juan Zabaleta en una charla con este periodista que luego exteriorizó en varios medios de comunicación.

La foto de familia que aglutinó a intendentes que bancan a Kicillof para que se transforme en solista junto con los que apoyan a Kirchner y Sergio Massa reflotó la idea de unidad que proclaman casi todos los integrantes de Unión por la Patria aunque difieran en la manera de conducir y seleccionar los candidatos de ese proceso. Esto implicaría que Kicillof no pueda ejecutar una nueva canción o, en su defecto, tener que seguir con la mismos músicos que lo llevaron hasta acá.

El proceso que se abre ahora luego de la instalación de la posible intervención, que extremaría la idea autoritaria de un gobierno que solo cree en lo que se escribe en Balcarce 50, rompe con la lógica que se seguía entre kicillofistas y camporistas. Ahora será entre halcones y palomas dentro del propio kicillofismo, por así llamar a una corriente que todavía no terminó de consolidarse más allá del lanzamiento del Movimiento Derecho al Futuro, del cual ya se bajó uno de los que apareció como firmante, el intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares.

Salvo Jorge Ferraresi y Mario Secco, la mayoría de los intendentes del Gran Buenos Aires que dicen “bancar” al gobernador mantienen compromisos políticos con Máximo Kirchner, de manera directa o a través del nunca ausente Martín Insaurralde, corrido de las fotos pero no de la política. A ellos se les suma la presión de Massa por la unidad, que ahora exige luego de la experiencia presidencial en la que quedó fuera del poder nacional por la desintegración interna y las martingalas electorales de la mayoría de los gobernadores.

Esa relación con el actual presidente del PJ bonaerense, que además no teme perder con tal de mantener “sus ideas” pero fundamentalmente sus legisladores en las futuras nóminas, amenaza con romper la “unidad” sobre la que flotan casi todos los jefes comunales, hoy jaqueados por la amenaza libertaria que puede pintar de violeta a sus municipios.

Los intendentes y ministros observan a Kicillof y su vice Maggario.

La reunión de ayer en la casa de Gobierno bonaerense, sin embargo, demostró la frialdad que reina en el ambiente. Hubo algunos saludos protocolares entre los Montescos y Capuletos de esta historia, pero no mucho más. Si se observan detenidamente las tomas del auditorio se verá con nitidez que a los jefes comunales cercanos a La Cámpora les costaba mucho aplaudir, tanto que no lo hacían.

La interna y las diferentes miradas sobre la inseguridad provocan, además, pases de facturas internas, como las que se vivieron con los intendentes peronistas de Escobar, Ituzaingó y Morón, quienes en diferentes procesos vieron como el ministro Alonso le negaba colaboración o sustraía personal policial apostado en sus municipios sin consultarlos para enviarlos al plan de seguridad del verano.

En el entorno del gobernador miran cada crítica como un ataque a su autoridad, aunque todo indique que piensan que es un agravio a su figura. Sin embargo, ya varios de los que se jugaron desde un principio en su favor le están pidiendo algo concreto. Que cambie de ministro Alonso, que incorpore a intendentes con experiencia y nuevas miradas en la materia y que saque de una vez a los funcionarios de La Cámpora de su gobierno, porque fueron sus jefes y legisladores los que le bombardearon la aprobación del presupuesto, fiscal impositiva y endeudamiento, herramientas imprescindibles para gobernar sin auxilio del gobierno nacional, como estaba acostumbrada la administración bonaerense.

Para agregar un dato adicional a la burda e hipócrita idea presidencial al que se le sumaron luego todos los que quieren subirse al reclamo sin abordar con sensatez el problema de la inseguridad y la falta de justicia, los antiguos legisladores que transitan en la Comisión de Acuerdos Políticos del Senado, que son los que nominan los jueces, fiscales y camaristas de la Provincia, recordaron que a la fiscal Sabrina Cladera, que liberó al asesino de Kim Gómez, no la llevó hasta ese lugar el garantista Martín Mena sino el ex intendente de La Plata, el macrista Julio Garro, a través del ex ministro de Justicia Gustavo Ferrari, en aquel entonces articulador de María Eugenia Vidal de esos escabrosos temas. Mena, sin embargo, observando su mirada garantista, la quiso ascender en el último pliego que se trabó en la legislatura bonaerense.

 

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