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La autobiografía que Ricardo Fort escribió en 2008 y que nadie jamás leyó

Ene 20, 2023

Viernes, 20 enero 2023

Primicias Ya tuvo acceso a la autobiografía que Ricardo Fort escribió en 2008 y que su familia guarda bajo siete llaves para poder publicar en poco tiempo. Qué pensaba el mediático, cómo fue su infancia y cuáles eran sus sueños.

A días de estrenarse la primera serie oficial sobre la vida de Ricardo Fort, Primicias Ya tuvo acceso a un material muy privado del empresario que escribió en 2008 y que pretendía ser una autobiografía. El documento cuenta con bastantes misterios en la vida de Ricardo Fort desde su nacimiento hasta la determinación de enfrentar su sexualidad tanto en lo íntimo como en los público.

Esta autobiografía que Ricardo Fort escribió hace más de una década no llegó a completarse dado que el Comandante falleció en 2013 en pleno éxito de su carrera artística. La familia planea editar todos los textos y, tal como hizo con la plataforma Star +, aprovechar para publicar, aunque la información sobre la difusión no fue confirmada.

La autobiografía de Ricardo Fort escrita en 2008: Su familia

Ricardo Fort escribe en el inicio de su autobiografía: «Empezaré diciendo que nací un 5 de noviembre de 1968 en Buenos Aires, Argentina, en una de las mejores clases de familia que podía haber elegido, o la peor clase… ricos».

Y continúa en una definición fría sobre su padre, Carlos Augusto Fort: «Mi padre, un empresario exitoso, duro, conservador, que solo se dedica a trabajar en la empresa que había heredado a su vez de su padre y que había transformado en una de las más importantes fábricas de chocolates. Esa era su vida».

«Mi madre, una mujer hermosa, con un carácter fuerte y una energía que despliega cada vez que entraban en algún lado… algo que heredé de ella y que me marcó para siempre. Me dio bastantes dolores de cabeza, también», explica sobre Marta Fort.

«Dos hermanos mayores que yo, bastante conservadores, como mi padre con los cuales nunca tuve una relación muy fuerte», sostiene Ricardo Fort sobre su vínculo con Eduardo y Jorge Fort.

La autobiografía de Ricardo Fort escrita en 2008: su niñez

Aquí Ricardo Fort escribe para su autobiografía cómo fue su niñez en el marco de la familia que definió en los primeros párrafos.

«Mi niñez fue, que no recuerdo tanto, bastante malcriada por mi madre, de la cual la recuerdo con mucho amor y una adoración por ella enorme. Y de ella hacia mí. Para mi era la Mujer Maravilla. Y ase estarán dando un poco cuenta de la cosa. Me quedaba horas viéndola, maravillado, cuando se maquillaba todos los días», dice sobre Marta Fort que por aquel entonces estaba con vida.

«Sobre mi época de escuela recuerdo que fue bastante complicada porque no me gustaba ir al colegio. Nunca fui un buen estudiante. Todo me parecía complicado y sin importancia. Yo me sentía diferente a los demás, por lo menos diferente a los otros chicos. Ellos solo pensaban en jugar a la pelota el fin de semana y yo en cambio miraba a las chicas, porque aunque en esa época ya sentía una atracción por los chicos tenía la idea de que algún día me iba a casar y a tener hijos jajajajajaja perdón», escribió Ricardo.

La autobiografía de Ricardo Fort escrita en 2008: su sexualidad

En la primera página escrita en formato A4, Ricardo Fort ya deja en claro que pretendía dar detalles sobre su sexualidad en el libro: «Una vez me enamoré de un amigo compañero de la escuela. Él jugaba al vóley en el club que jugaba mi amigo y lo invitó a un fiesta que hacíamos. Me quedé alucinado por su belleza, su pelo, sus ojos. Nos hicimos amigos inmediatamente. Nunca llegó a pasar nada, pero recuerdo el dolor que sentía cuando no lo veía. Creo que fue la primera vez que sufrí por un hombre, pero no la última».

«Luego llegó la secundaria y ahí la cosa era más complicada, mis deseos sexuales empezaron a despertar. A los 16 años conocí en el gimnasio a un chico, 5 años mayor que yo. Pelo largo, alto, su nombre era Marcelo. Estábamos todo el tiempo juntos, yo lo admiraba, estaba completamente enamorado de ese chico. En un verano lo invité a mi casa de Punta del Este, lugar donde veraneo desde que tengo 5 años. Tenerlo cerca mío me fascinaba y sentir su presencia en la cama al lado mío en las noches me quemaba el corazón. Por sus actitudes conmigo y su forma de pensar muy parecida a la mía yo pensaba que él sentía lo mismo que yo pero no me animaba a dar el primer paso y expresarle lo que sentía por miedo a equivocarme. Lo quería siempre a mi lado, lo celaba constantemente pero hasta cierto punto para que no me descubriera», relata el comandante.

«Su olor quedaba impregnado en su almohada y en toda su cama. Un día, al sentir que no podía más, me armé de coraje y le dije que estaba enamorado de él. Sentí como un balde de agua caía sobre mi cabeza cuando me dijo que no le gustaban los hombres y que me quería como un amigo… auch… Esta fue la segunda y creo que la más dura vez que sufrí por un hombre. Sentí que me partió el corazón cuando tuvo que volver a Buenos Aires. Lloraba agarrado de la almohada que había usado y tenía impregnado su olor. La madre, una mujer teóricamente muy abierta y moderna, me quería mucho, por lo menos eso era lo que me demostraba. Un día me presentaron a una chica que me gustó mucho y con la que me nacieron intenciones de empezar algo», afirma.

«La madre de Marcelo empezó a desconfiar de los sentimientos entre él y yo y hasta una tarde me llevó al cuarto para hablarme: ´o vos estás enamorado de Marcelo o él está enamorado de vos´, me dijo. Primero le dije que no y después le confesé que estaba enamorado de su hijo. Se largó a llorar. Me abrazó y me dijo que me quería pero que no iba a permitir que vea más a Marcelo, nunca más… ¡linda forma de quererme! Ella al saber esto le dije a Marcelo que si seguía conmigo a pesar de saber lo que yo sentía por él es porque también sentía lo mismo por mí. Lo cual asustó a Marcelo y huyó de mi lado como si yo fuera a cambiar su forma de pensar. A eso lo llamo estar seguro de sí mismo… right?», enfatiza.

La autobiografía de Ricardo Fort escrita en 2008: su primer cirugía

Cuando Ricardo Fort explotó mediáticamente, nunca negó que decidió pasar muchas veces por el quirófano para cambiar su estética. En su autobiografía cuenta cómo fue su primera operación de nariz y en el marco de qué dolor se la hizo.

«La primer cirugía se efectué en mi nariz, no la tenía muy grande pero no me gustaba para lo que fui a un cirujano con el que podía pagar los honorarios con mi seguro médico porque mi padre no quería saber nada con que me opere y no iba a poner ni un peso para eso. La cirugía resultó muy dolorosa y la nariz me quedó muy chica. Parecía un chanchito jajajajajaja. Creo que me topé con el peor cirujano del mundo, pero bueno, luego sería arreglada por el mejor de todos: Ricardo Leguizamón. Al dolor de la cirugía y los calmantes que me dejaban medio tonto se sumaba la depresión por no poder ver a Marcelo. Estaba destrozado. Me la pasaba llorando en la cama. Le mandaba cartas que eran retornadas. Hasta que un día me llamó para decirme que pare de mandarle cartas porque se las iba a mostrar a mi madre», describe.

Y cuenta cómo le dijo a su mamá que era gay: «Mi madre vino a verme. Me sentó y me preguntó qué me pasaba, qué me pasaba con el amor, qué me pasaba con las chicas y qué me pasaba con los chicos. Yo le contesté que me gustaban los chicos y que estaba mal por uno… Marcelo. Ella para ayudarme me preguntó si quería ir a un psicólogo para aclarar mis ideas y le dije… YES!!!! Esa era una madre, siempre me sentí contenido, como siempre me sentí con ella. Así que empecé a los 16 con un psiquiatra».

La autobiografía de Ricardo Fort escrita en 2008: su primera experiencia con una mujer, Adriana

Fue su hermano Eduardo Fort quien le presentó a una mujer, Adriana, quien a los 17 años le hizo vivir su primera experiencia heterosexual. «Mi hermano me presentó a una hermosa mujer 4 años más grande que yo. Una amiga de su novia. Salimos los cuatro y terminamos en la casa de fin de semana. Esta era mi oportunidad para estar con una chica y vivir mi primera relación sexual. Mi analista me recomendaba experimentar sexo con una mujer porque decía que había una ley de la primera impresión, que me iba a marcara para toda la vida. Y así lo hizo, pero para el otro lado…».

«Mi hermano subió al cuarto con su novia y nos dejó en el living. Comenzamos a jugar al backgamon y recuerdo que en un momento se fue al baño y bajó mi hermano para decirme: ´¿Qué hacés? ¿Qué estás haciendo jugando al backgamon. ¡Llevátela al barco! Ok, le dije´. Cuando salió del baño la invité al barco. Era un 4 de agosto en Buenos Aires y hacía un frío bárbaro. Comenzamos a besarnos y ella sugirió ir a uno de los camarotes. Nos acostamos en la cama y nos seguimos besando. Con los nervios que tenía y el frío la cosa no funcionaba. Al darse cuenta ella me calmó y dijo: ´Fumenos un cigarrillo´. Luego de relajarnos la cosa cambió y logré una erección. Ella fue al baño y se sacó el tampón porque estaba con la regla. Me di cuenta de eso porque me quedó el miembro lleno de sangre. A pesar de todo tuvimos un muy buen sexo. Me caían las lágrimas de la felicidad de la experiencia. Ella me preguntó si no era mi primera vez. Ella me respondió que no podía ser mi primera vez lo que me hizo sentir el number one de América», explica.

La historia entre Ricardo y Adriana continúo. Ella sabía que él era gay pero no le importaba porque ella vivía en pareja. En su texto, Ricardo Fort cuenta que «se veían cada tanto». A ese presente con Adriana le sucedió su primer cara a cara con un hombre homosexual por el que sentían atracción. Conoció a dos hombres que se llamaban Jorge y Nury, uno de ellos hablaba español con «acento hebreo».

«Por primera vez tenía frente mío a un hombre gay. No podía perderme esa oportunidad. Debía experimentar que se sentía tener sexo con otro hombre. El gay era Jorge. Tuvimos sexo. Debo decir que no me gustó y salí de ese departamento llorando de alegría porque pensaba que no me gustaban los hombres. Lo que no me di cuenta es que no era que no me gustaban los hombres, no me gustaba ese hombre», dijo.

A esas primeras experiencias Ricardo Fort le sumó un romance con Carolina, quien anteriormente había sido novia de Nury y tiempo después salió con un chico llamado Gabriel.

La autobiografía de Ricardo Fort escrita en 2008: el primer contrato como cantante y su pelea con Ricky Martin

El arte formó parte de la vida de Ricardo Fort. A través de su madre, Marta, el empresario mamó el amor por la música y logró firmar su primer contrato con una compañía importante, Sony, algo que también cuenta en su autobiografía.

«Un amigo mexicano me llevó a la Sony Music para hablar con un productor de la compañía. Y me firmaron contrato. Estuve 4 meses sin hacer nada, no me decían nada y yo como tonto me enojé pidiéndoles anular el contrato, lo cual hicieron sin pensarlo. Lo que me enteré después es que me habían contratado para frenar mi carrera porque tenían para sacar al mismo chico puertorriqueño que se quedó con la casa donde yo vivía. Y para que nadie me contrate y le haga competencia lo hicieron ellos. Esto sí que era Livin la vida loca. ¿Me explico? Cansado de México me volví a Buenos Aires. Y como mi padre había dejado un edificio vacío porque mudó la empresa se lo pedí para poner un boliche. Le hice gastar a mi padre 3 millones de dólares pero quedó espectacular», cuenta.

La autobiografía de Ricardo Fort escrita en 2008: su gran amor, Gustavo Martínez

Luego de su frustrado paso por México y su experiencia como empresario en la noche porteña, Gustavo Martínez llegó a la vida de Ricardo Fort.

«Gustavo es entrenador personal y muchas veces campeón de fisicoculturismo. Él fue mi pareja más larga y la más importante de mi vida. Tiene un cuerpo increíble. Y hablo de él en presente porque sigue en mi vida como la persona que más amé y siento como familia. Lo conocía desde hace 10 años. Él salía con un chico flaquito, lindo pero muy nenita. Yo me acuerdo que lo veía en las discos con este chico y él me miraba. Luego descubrí que eso era común en él. Un día me lo encontré en Miami y quedé loco al ver su cuerpo en la playa. En Buenos Aires no dejé pasar la oportunidad. ´Te vi hace un mes en Miami, en la playa, ¿puede ser?´, le dije. Me puso la mano en la cintura y me dijo que sí había estado allá. Cuando sentí que me puso la mano en la cintura dije ´ya es mío´. Le dije que me iba a la disco Glam y él dijo que me iba a buscar ahí. Llegué y estaba parado solo en un rincón. Me acerqué y empecé a besarlo. Nos besamos un largo rato. Yo estaba en las nubes. De ahí nos fuimos a un hotel y tuvimos sexo. Debo reconocer que no fue uno de los mejores sexos que haya tenido ya que Gustavo, antes de conocerme, era muy cerrado a la hora del sexo y con muchos prejuicios. Cosa que cambió con el tiempo», explica.

«A la semana de conocernos tenía que volver a Miami. La última noche fuimos a cenar y le di un sobre que tenía un pasaje ida y vuelta a Miami para él. A mi me parecía súper romántico y no podía esperar para ver la cara que iba a poner. Pero todo salió mal. Se puso loco y empezó a gritar diciendo que qué me creía en hacer algo así. ´¿Vos pensás que podés comprarme con tu dinero?´, dijo. Pero ese es Gustavo. Por supuesto que fue a Miami y pasamos dos semanas bárbaras. Me costó convencerlo de que deje todos sus clientes en Argentina y empezar de nuevo en Miami. Pero lo convencí y se mudó conmigo a Miami».

La autobiografía de Ricardo Fort escrita en 2008: sus hijos, Felipe y Martita

En su autobiografía, Ricardo Fort también cuenta cómo fue el proceso para convertirse en padre. «Elegí una chica hermosa, alta, rubia de ojos azules con una historia familiar impecable en cuanto a enfermedades genéticas y todo eso. Luego de esto medican a dos mujeres para que la donante ovule al mismo tiempo que la subrogante y estén sincronizadas para quedar embarazada. Al ovular la donante juntan los espermatozoides con los óvulos y congelan los embriones hasta el momento de la inseminación. Ya que yo quería tener un solo hijo pero que si Dios mandaba más eran bienvenidos. Le implantaron a la mujer los tres embriones. Yo estuve presente. Al mes me llamaron para decirme que de los tres embriones habían pegado dos… MELLIZOS!!! Yo estaba re contento y Gustavo ni hablar, feliz».

«Cada 2 meses viajábamos a Los Ángeles para ver Cristy, la subrogante, y seguir el embarazo de cerca. A los siete meses y medio me llaman a Buenos Aires para avisarme que Cristy había roto bolsa y que debía viajar urgente a Los Ángeles para el parto. Me agarró un ataque de pánico porque no sabía qué iba a hacer. Claudio Borges era mi entrenador y junto con su mujer se ofrecieron a acompañarme para la llegada de los mellizos. Viajamos a Los Ángeles y al día siguiente de llegar nacieron mis hijos, los bebés más hermosos que vi en mi vida y no por ser mis hijos», remata.

Esto es tan solo una parte de la extensa biografía a la que tuvo acceso este medio y que probablemente termine siendo un libro editado para todos los fanáticos y seguidores de Ricardo Fort.

Por Fabian