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La atrapante historia de la médium argentina que vive en Alemania y vio su primer alma a los 5 años

Nov 1, 2023

Miercoles, 01 noviembre 2023

Lorena Perello dice que tardó 22 años en aceptar que era una médium. Hoy da conferencias y sesiones para conectar a la gente con sus seres queridos.

Lorena Perello nació en La Pampa y desde hace algunos años reside junto a su esposo e hijos en Alemania. Pero por estos días se encuentra de nuevo en Argentina para dar una serie de conferencias tituladas “La vida continúa” en Córdoba, Neuquén y Buenos Aires.

Es que Lorena es médium y lo descubrió siendo muy chiquita. Le costó varios años reconocer qué tenía la capacidad que tenía de ver, oír y sentir a las almas que se le acercaban y aceptar que lo que ella tenía era el don de ayudar a las personas.

Su vida la describe como la del niño protagonista de la película “Sexto sentido”, creciendo con terror a lo que era capaz de ver y sentir. Su niñez y la adolescencia la describe como épocas muy difíciles en su vida por no poder comprender qué era lo que ocurría con ella.

En una entrevista, Lorena Perello relató cómo fue que aceptó que era una médium.

“Yo me crié en el campo y fui a la escuela rural. Teniendo entre los 4 o 5 años, me acuerdo como si fuese hoy, tuve mi primera visión. Yo escuché perros ladrando, me levanto y le digo a mi papá: ´Hay un señor en la puerta´. Yo veía a un señor bajito con una gorra, que me miraba. Pero mi padre me dijo: ´Lore, acá no hay nadie´. Yo le insistía: ´Pero sí, papi. Nos está mirando y nos saluda con la mano´. Y a partir de ahí empezó toda esa conexión con el mundo espiritual. Yo podía ver, sentir y escuchar a otras almas que mi familia no podía ver. Y no fue fácil para mí”, comenzó relatando Lorena.

“Yo lo comparo con la película ´Sexto Sentido,´ porque vez que me iba a dormir, le pedía a mis padres que esperasen que yo me fuese a dormir primero. Ellos me dejaban la luz prendida del pasillo, yo me tapaba hasta la cabeza y sólo dejaba un huequito para respirar. Ocurre que cuando vos sos médium, tenés una sensibilidad mucho más aguda. Y como sabían que yo los podía ver, sentir y escuchar, muchas almas que quedan en ese limbo que les cuesta ascender, buscaban a alguien que les ayudase. Pero al no tener el conocimiento de lo que me pasaba y siendo tan chica, a mí me daba miedo. Entonces ellos se acercaban, me pasaban la mano por arriba de la sábana, me golpeaban la puerta, la ventana, y yo en un momento de la noche empezaba a rezar y rezar y la llamaba a mi mamá. Y cuando ella me respondía, ya me sentía protegida. Después, a las cinco de la mañana cuando escuchaba el despertador -porque mi papá siempre madrugaba en el campo- recién ahí me destapaba y me sentía acompañada por él”, contó.

-¿Cómo fue el acompañamiento que hicieron tus padres a lo que te ocurría? ¿Alguno de ellos o algún familiar tuyo tenía ese don también?
-“Mis papás me acompañaron toda mi vida. Nunca me dijeron que estaba ´loca´. Jamás. Ellos hicieron todo lo que pudieron conmigo. Me llevaban a las curanderas, porque decían: ´Esta chica tiene algo, le pasó algo´. En mi caso, ninguno de los dos tenía sensibilidad para estas cosas, pero mi papá si tenía era capacidad de sanción, de curar el empacho, el hígado. Y mi abuela era de curar también. Por eso, ellos me llevaban a las curanderas, tomé té de ruda, me bañé con no sé con qué cosa, limpiamos la casa y no cuántas otras cosas más. El dinero que mis papás gastaron por mí fue muchísimo. Y a pesar de todo lo que hacíamos, al otro día yo les decía: ´Escucho esto, siento esto otro´… Evidentemente, esa capacidad ya venía conmigo, era parte de mí.

Lorena Perello es médium y dará una serie de conferencias Córdoba, Neuquén y Buenos Aires durante noviembre.

“Pero siempre fue como un tema tabú, era de las puertas para adentro, nunca lo compartimos con nadie. Porque era algo que daba vergüenza, estaba mal visto, no estaba bien considerado. Entonces toda mi infancia y toda mi adolescencia, yo iba a escuela de campo y después pasé a la escuela secundaria en el pueblo, fue muy difícil. No fue una etapa muy linda, porque no me animaba a quedarme sola en mi casa, donde fuera mi mamá yo quería ir con ella. Sentía que necesitaba protección. Fue una etapa muy dura y difícil para mí”.

-¿Cómo fue que pudiste aceptar que lo que ocurría era que eras médium?
-“Cuando terminé el secundario me fui a vivir a General Pico para estudiar. Yo soy maestra jardinera y maestra de grado. Vivía con una amiga en un departamento. Una tarde, veo un grupo de chicos que pasaban a través de una ventana y le dije a mi amiga: ´Ese chico me gusta ¿Quién es?´. Era Matías, que hoy es mi marido. Él estudiaba ingeniería y la casualidad era que él estaba en el departamento de al lado de nuestro y yo nunca antes lo había visto.
“Pero Mati nunca salía porque él estudiaba, nunca podía hablar con él, hasta que un día previo a irse vacaciones, me empezó a decir ´yo no sé si vos querés…´ Y sin dejarlo terminar le dije que sí, que quería ser su novia. Era un amor que no lo puedo explicar, lo que le dicen amor a primera vista, una atracción muy grande.
“Además de mi familia, la única que sabía lo que me pasaba era mi amiga que vivía conmigo. Cuando empezamos a ser novios, tuve que contarle porque si no lo hacía se iba a asustar. Porque me pasa que de la nada te digo, acá hay alguien y te dice tal y tal cosa. Tenía que animarme a compartir con alguien más esa cosa tan íntima mía. Mi amiga fue la primera en enterarse y estaba entrenada. Si le decía ´¿escuchaste ese ruido?´ ella ya me preparaba un te con dos bayaspirinas y se iba a dormir a la habitación de al lado, porque esa noche yo la pasaba ´en vela´. Me ponía como a la defensiva, en alerta. No quería que nadie me hiciese daño.
“Cuando Matías regresó de sus vacaciones, le dije: ´Mirá, yo tengo que contarte algo. A mí me pasan cosas. Yo veo, escucho, escucho ruidos de cadenas, cuando empiezo a orar ellos se ríen, veía todas las imágenes que te puedas imaginar´. Y para mi sorpresa, él me contestó que él sabía qué era lo que me estaba pasando, porque su familia era ´espírita´. Él era de un pueblito de 1500 habitantes y tenía libros espirituales. Y fue él quien me dijo: ´vos sos médium, vos tenés una habilidad´. Como su mamá era la presidenta de un centro espírita del pueblito, me enseñó toda la parte teórica de lo que pasaba conmigo. Eso me dio mucha paz. Porque ahí entendí que eso que me pasaba a mí, lo pueden percibir otras personas, aunque no en la magnitud como que lo sentía yo. Y cuando estaba con Matías, él me tranquilizaba y me decía que orara. Para mí, la oración fue un bálsamo en todo mi momento: el rezar, el pedir la asistencia espiritual fue un alivio”.

-¿Cuándo comenzaste a comunicarle a la gente que eras médium y ayudarla a conectar con sus seres queridos ya fallecidos?
-“Bueno, Mati se recibió de ingeniero y yo de maestra jardinera y de grado. Nos casamos y nos fuimos a vivir a Buenos Aires, a Campana. Pero yo nunca pude dormir en la oscuridad, siempre lo hacía con la luz prendida del pasillo. Hasta ese momento venía sintiendo almas como si fuese del bajo astral, buscando ayuda. Pero una noche siento un aliento en la nuca. Y cuando me doy vuelta veo un ángel parado en el marco de mi puerta. Yo me sorprendí y le dije a mi marido: ´Esto es algo bueno´, porque veía que toda la habitación se iluminaba. No era como todo lo otro que había vivido: las torturas, todo ese sufrimiento. En ese entonces tenía 22 años, y desde ese día todo empezó a cambiar. Yo sufrí hasta los 22 años, porque la gente cuando me conocía se daba cuenta que tenía algo raro, pero no sabían qué era porque yo no me sentía preparada para decirlo. Tenía miedo al prejuicio, a que dijesen que estaba loca.
“Ese ángel que yo vi esa noche estaba vestido de blanco y tenía la misma cara de mi papá cuando era joven. Y si bien me extendía la mano, yo no me pude mover. Pasé dos noches sin dormir, porque ahí realmente creí enloquecer. Era algo que yo ya no lo podía sostener, traspasaba todo lo que yo podía imaginar. Entonces, la mamá de Mati me consiguió una entrevista con un médium a nivel nacional, Juan Antonio Durante. Él me dijo que aquel ángel que había visto era mi guía espiritual, y que tenía la cara de mi papá porque era como mi hermano. Mi mamá tuvo su primer hijo, varón, que nació sin vida. Por eso yo lo veía con la misma imagen de mi papá. Él me dijo que me iba que te va a acompañar y guiar en todo mi proceso. Fue entonces que salí de esa entrevista y me dije que iba a dejar de pelearme conmigo misma. Yo lo único que quería era ser normal, como cualquier otra chica: andar y poder estar sola, no depender de otros y no sentir más miedo. Ese día acepté que ésta era yo y que lo que tenía, no me lo podía sacar. Y me propuse usar esta habilidad para ayudar a los demás”.

– ¿Cuándo fue eso y cómo comenzó ese proceso? ¿Dejaste que las almas te encarnaran y hablaran a través tuyo como en las películas?
“Esto fue en el 2000, cuando me casé. Desde el 2000 hasta el 2010 fui a un centro espírita todos los miércoles en el barrio de Saavedra donde me sentaba en una silla, con una mesa enfrente y había una fila de almas que estaban esperando por mí. Algo así como lo que se ve en la película “Ghost”. Esa alma usaba mi voz para manifestar lo que le estaba pasando y había otra persona viva, terrenal, que ayudaba a esa alma que estaba doliente a elevarse, a llegar hacia la luz».

– ¿Esto lo seguís haciendo hasta el día de hoy? ¿Recordás luego lo que va diciendo ese alma a través tuyo?
-“Yo ahora doy sesiones y no me acuerdo de nada después. No es mi información, es la de la otra persona. Me encantaría retener un poquito, pero no me acuerdo de nada. Por eso empecé a grabar las sesiones y les doy las grabaciones a su familia. Son sesiones de una hora en la que el ser querido está hablando así como hablo contigo. Es una conversación hermosa.
«En ese entonces, venía un alma de esa fila, usaba mi cuerpo, usaba mi voz para manifestar su dolencia. Por ejemplo, una persona que había tenido un accidente en una autopista se había quedado perdida, entonces lo que se hacía era ayudarla a buscar a la luz. Había otras que no creían en Dios o que se iban enojados o con mucha culpa, y nos costaba un poco más guiarlos hacia la transición. Eso lo hice por 10 años, pero en dos años paré porque tuve a mis hijos. Los años en que quedé embarazada no hacía asistencia espiritual, me ocupaba de mis bebés.
“De a poco me fui animando, y soltando, y la gente ya me conocía. Les decía: ´Acá está tu papá que te dice feliz cumpleaños´, ´Acá está tu mamá me trae unos helechos divinos, te dice que está bien, que te quedés tranquila…”

-¿Esto lo empezaste hacer en todo momento salvo en tus embarazos? ¿Aprendiste a poner límites y vivir tu propia vida?
“En ese momento no sabía poner límite. Luego fui poniéndome un horario: hay un tiempo que estoy con el ´wifi abierto´ y un tiempo que soy Lorena, mamá, esposa. Pero en ese momento estaba ´online´ todo el tiempo. Me llegaba un mensaje y lo transmitía. Era una médium muy espontánea. Me pasó por ejemplo que trabajaba en un jardincito, y había un papá que había fallecido y que ya me conocía. Un día se apareció en mi casa y me pidió que le escribiera una carta a su esposa, con la que yo tenía relación. Me senté, me dictó la carta, y me pidió que fuese a mi jardín y cortara unas rosas para dárselas con la carta. Pero me dijo: ´Decirle que le envías rosas que son las únicas que tenés en el jardín, pero que a ella le gustan las margaritas´. Así fui ayudando a uno, a otro…

– ¿Volviste a ver a aquel ángel o guía espiritual?
“Si, yo le puse Nicolás porque le pregunté a mi mamá, si ese primer hijo varón hubiese nacido qué nombre le iba a poner y me dijo Nicolás.
“Nico siempre estuvo en contacto. Un día cuando mis hijos eran chicos – Santi tendría 3 años y Tommy, 5- aparece y me dice: ´Vamos a trabajar juntos. vamos a ayudar a más gente´. Pero yo en ese momento le dije que no, porque quería ser mamá, mis hijos eran pequeños, y llegar a mucha más gente era mucha responsabilidad. Y si algo nos regaló Dios es el libre albedrío. Nadie nos puede obligar a hacer lo que nosotros no queremos hacer: ni Dios, ni los ángeles, hasta que nosotros le demos permiso o no los habilitemos.

Cuando Lorena Perello empezó a desarrollar este don dijo que no ponía muchos límites y que era una «médium espontánea». Foto: Captura de Zoom

“El tiempo pasó, fuimos un tiempo a vivir a Alemania por el trabajo de Matías, luego volvimos a Argentina y después nos fuimos a Finlandia. Era el año 2016 y estando allí, aparece nuevamente Nico y me vuelve a decir de trabajar juntos. Yo le expliqué que estaba en otro país, que no me sentía preparada. Pasaron dos años y a Matías le surge una propuesta para mudarnos a Alemania, donde ya habíamos vivido. Era el año 2018 y me dije que tenía que volver a trabajar, pero no hablaba bien el idioma. Aun así mandé currículum y me llamaron de un colegio para ofrecerme trabajo. Le pedía a mi marido que me acompañara y oficiara de traductor. Expliqué que mi alemán era este, pero aún así la mujer que me dio la entrevista sacó un contrato y me dijo que estaba contratada. Fui haciendo suplencias hasta que me ofreció trabajar en un jardincito cerca de mi casa. Fue como la frutillita de mi postre. Sentía que ya había logrado todo: tenía trabajo permanente en otro país.
“En ese momento volvió a aparecer Nico. Y le dije: ´Está bien, me voy a dedicar a esto´. Ese día le dije a mi marido que iba a renunciar al puesto permanente que tenía en el jardín para dedicarme a ser médium. Le expliqué: ´Esto me viene persiguiendo desde chica y tengo que descubrir qué vine a hacer a esta vida, y este es el momento´.

-¿Empezaste entonces a hacer consultas como médium en Alemania?
“Al día siguiente renuncié y los papás me mandaban cartas para que no me fuera. Pero yo armé esta habitación que me había quedado libre, y empecé a trabajar en mí. Me dije que tenía que confiar en mí misma, derribar todos mis prejuicios, mis preconceptos y esas creencias que me limitaban, que no me permitían ir más allá. Hice un master en mindfullnes, en Psicología positiva y empecé a fortalecerme. Cuando sentí que estaba lista, le dije a Nico. Pero él me miró y me sugirió que arrancara con Reiki. El reiki era algo que a nadie le iba a asustar. Así que empecé a hacer Reiki a las personas. Pero ya en la primera sesión comencé a decirle a la gente ´Acá esta tu mamá que te dice esto y tu papá que me dice tal otra cosa´.  Habré hecho tres sesiones de Reiki, y dije: ´No, me estoy auto engañando,. Eso no soy yo´.
“A partir de entonces me propuse abrirme públicamente. Pero antes hice un trabajo muy profundo con el tema del dinero. Yo tenía un preconcepto que era que no podía cobrar por ayudar a la gente. Pero Nico me explicó que el dinero es energía. Me dijo: ´Si vos no recibís dinero, ¿a dónde vamos a ir? ¿Cómo vamos a poder ayudar a más gente? Si vos este dinero lo usás para hacer más viajes, para llegar a más gente y no es para tu propio enriquecimiento, tiene otro sentido´.

– Hoy en día además de consultas online hacés conferencias. Ahora en noviembre tenés varias fechas previstas en Córdoba, Neuquén y Buenos Aires… ¿Qué le decís al público? ¿Qué temas tratás?
“Sí, ahora me voy a Argentina. Tengo una conferencia en Córdoba el 10 de noviembre, cuyas entradas ya están agotadas y pusimos otra fecha el 13 de noviembre. El 17 de noviembre voy a estar en Neuquén, y 23 y 24 de noviembre hago una conferencia en Buenos Aires, en el Teatro Picadilly. En esas conferencias cuento un poco sobre los diferentes niveles que hay en el mundo espiritual. Pero yo nunca doy mensajes públicamente, porque es algo muy privado, muy de cada persona. Lo que sí voy a hacer, cuando termine la conferencia, es abrazar a cada una de las personas que estén allí, hasta la última que se quede. Y si tengo algo personal y privado para esa persona, se lo diré en ese momento.
«Espero que mi historia pueda darles paz, tranquilidad, y transmitirles todo lo que yo he vivido y sentido para que todos puedan también abrir esa ventanita al mundo espiritual, y saber que esta vida es una transición; que la vida continúa más allá de este plano”.

Por Fabian