• 16 de diciembre de 2024 08:38

Tu aliado diario...

"La plataforma que redefine cómo te informas y te entretienes. Bienvenido al futuro del streaming."

Japón se ve forzado a cerrar cientos de escuelas por falta de alumnos

Abr 8, 2023

Sabado, 08 abril 2023

El envejecimiento de la población se ve agravado por la muy baja natalidad. Los estímulos que impulsa el gobierno hasta ahora no resultaron

La situación demográfica de Japón está provocando que numerosas escuelas echen el cierre al no haber alumnos suficientes. Según la agencia Reuters, en el país cierran 450 escuelas cada año, especialmente en zonas apartadas. Entre 2002 y 2020 cerraron casi 9.000 escuelas, que no van a volver a abrir sus puertas. El envejecimiento de la población japonesa, la más anciana del mundo, y la bajísima tasa de natalidad imponen estas medidas.

Japón, según los datos del Ministerio de Salud nipón, en 2022 nacieron 799.728 chicos, 43.169 menos que en 2021, lo que supone un hecho histórico, dado que la cifra es menor a 800.000 por primera vez desde 1899, que es el año en el que empieza a haber registros oficiales. Además, fallecieron en 2022 año 1.582.033 japoneses, otro récord, lo cual da como resultado que la población desciende en 782.305 personas en un solo año.

Ante esta situación, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, anunció el pasado 17 de marzo su intención de comenzar a implementar medidas para luchar contra la caída poblacional. Declaró que para el año 2030 se extenderá al 85% de los hombres la posibilidad de optar por una licencia de paternidad y que creará un buen entorno que permita a los jóvenes criar a sus hijos sin preocupaciones. “Para la década de 2030, la población joven de Japón descenderá el doble de rápido que en la actualidad. Los próximos seis y siete años serán la última oportunidad para invertir este descenso de la natalidad”, alertó Kishida.

Estas propuestas implican un aumento del gasto público y al no haber precisado el primer ministro cómo financiará estas políticas, la oposición las califica como “propaganda electoral”. El hecho es que actualmente solamente un 13,97% de los hombres con el derecho concedido ejercieron la “licencia por paternidad”, frente al 85,1% de las mujeres que tomaron la de maternidad. Y la principal razón es que existe entre los varones una “preocupación de que tomarse un tiempo libre pueda incrementar la carga de trabajo de sus compañeros”. En otras palabras, los hombres en Japón dan prioridad a su trabajo por encima de su paternidad, al contrario que las mujeres. Si Kishida tiene intención de modificar estas conductas arraigadas, deberá enfrentar una cultura laboral y de género muy implantada en la mentalidad japonesa.

Datos del Banco Mundial dejan poco margen para interpretaciones. Si la tasa bruta de natalidad por cada 1.000 personas marcaba 19 a comienzos de la década de 1970, a inicios de los años 90 se había despeñado hasta casi la mitad. Y tras una caída algo más moderada, pero continua, sin apenas altibajos, en 2020 estaba ya en 7.

Y si no hay niños ni niñas, ¿qué hacen las escuelas? Pues muchas están abocadas a desaparecer por falta de alumnos. Hace poco Reuters publicó un amplio reportaje sobre el tema en el que incluía un dato revelador: cada año tienen que cerrar alrededor de 450 escuelas. A lo largo de las últimas dos décadas, entre 2002 y 2020, se han visto obligadas a echar la llave casi 9.000.

Muchas son escuelas pequeñas y rurales, las más golpeadas. A modo de ejemplo, el caso de Yumoto Junior High, una escuela secundaria situada en Ten-Ei, localidad montañosa de la prefectura de Fukushima, que tendrá que decir adiós tras 76 años de historia. Lo hará tras la graduación de sus dos últimos estudiantes, de 15 años.

La situación de Ten-Ei es ejemplificadora del drama: la localidad tiene algo menos de 5.000 habitantes, de los que solo alrededor del 10% tiene menos de 18 años. A mediados del siglo XX el padrón pasaba de los 10.000 residentes gracias al empuje de la agricultura y manufactura. Por entonces, en la década de 1960, en la Yumoto Junior High se graduaban medio centenar de alumnos todos los años.

Y un miedo de los habitantes de Ten-Ei es que el cierre de escuelas contribuya a su vez a hundirla aún más. “Me preocupa que la gente no considere esta zona un lugar para mudarse y formar una familia si no hay una escuela secundaria”, explica Masumi, la madre de una de las dos graduadas y exalumna del centro.

Otro riesgo es que el cierre de escuelas rurales adonde en la brecha entre regiones y agrave la situación de las villas más remotas. “El cierre de la escuela significa que el municipio acabará siendo insostenible”, advierte el sociólogo Touko Shirakawa. Si la tendencia no se revierte, Japón enfrenta un futuro oscuro. Durante los últimos años el país registra más defunciones que nacimientos. Cuando termine el siglo, si nada lo remedia, sus más de 130 millones de habitantes se transformarán en poco más de 80 millones.

China no logra revertir la caída de los nacimientos

Una madre china con sus dos hijos. No es un caso común, sobre todo en las grandes ciudades.

Una madre china con sus dos hijos. No es un caso común, sobre todo en las grandes ciudades.

El problema demográfico no es exclusivo de Japón, y se extiende a gran parte de Asia. China es el caso más evidente y el mayor.

China, el país más poblado del planeta con algo más de 1.400 millones de habitantes. Recientemente se supo que, por primera vez desde 2003, la capital, Pekín, ha perdido población. El número de residentes cayó de 21,88 a 21,84 millones de personas, lo que puede ser un cambio de tendencia en consonancia con lo que está sucediendo en todo el país.

China es un caso especial, dado que en 1979 impuso la política de “un solo hijo”, lo que devino en una caída brusca de las tasas de natalidad y de fertilidad. China anuló esa ley en 2015, cuando autorizó a los matrimonios a tener dos hijos, y en 2021 aumentó a tres niños. Pero los matrimonios chinos no aumentaron significativamente su natalidad. “Si relajar la política de nacimientos fuese eficaz, la actual política de dos hijos debería haber demostrado también su eficacia”, comentó Hao Zhou, economista de Commerzbank. “¿Pero quién quiere tener tres hijos? Los jóvenes podrían tener dos hijos como máximo. El problema es que los costos de vida son demasiado altos y las presiones de la vida son demasiado grandes”, agregó. En suma, los jóvenes chinos afrontan los mismos problemas que los japoneses, surcoreanos y europeos.

En 2016, cuando el gobierno puso fin a su controvertida política del hijo único y permitió que las parejas tuvieran dos hijos, no logró revertir la caída de la tasa de natalidad a pesar de que en los dos años inmediatamente posteriores ocurrió un aumento. “Si bien la política del segundo hijo tuvo un impacto positivo en la tasa de natalidad, la naturaleza del impacto fue de corto plazo”, señala Yue Su, economista principal de The Economist Intelligence Unit.

A lo largo de los años, las tendencias demográficas de China han estado determinadas en gran medida por la política del hijo único, que se introdujo en 1979 para ralentizar el crecimiento demográfico.

Las familias que violaron las reglas enfrentaron multas, pérdida de empleo y hasta abortos forzados. La política del hijo único también provocó un grave desequilibrio de género en el país, en una cultura que históricamente favorece a los niños sobre las niñas. Muchas niñas eran asesinadas al nacer.

“Esto plantea problemas para el mercado matrimonial, especialmente para los hombres con menos recursos socioeconómicos”, explica la doctora Mu Zheng, del departamento de sociología de la Universidad Nacional de Singapur.

Los expertos habían especulado que las restricciones de natalidad podrían retirarse por completo. Pero observadores advierten que esta medida podría conducir a “otros problemas”, por la enorme disparidad entre los habitantes de las ciudades y la población rural.

Pese a que las mujeres que viven en ciudades caras como Pekín y Shanghai desean retrasar o evitar el embarazo, es probable que las que viven en el campo sigan la tradición y quieran familias numerosas.

“Si relajamos la política, las personas en el campo podrían estar más dispuestas a dar a luz que las que están en las ciudades, y podría haber otros problemas”, le dijo a Reuters una fuente política china.

Detrás de este debate subyace el poder del Estado chino para imponer a las familias cuántos hijos pueden tener. Amnistía Internacional (AI) recordó que se está ante una violación de los derechos sexuales y reproductivos de la ciudadanía.

“Los gobiernos no tienen derecho a regular cuántos hijos puede tener la gente. China debería respetar la decisión de la gente y poner fin a cualquier control invasivo y punitivo sobre decisiones de planificación familiar”, señaló el director para China de AI, Joshua Rosenzweig.

Por Fabian