Jueves, 13 de Febrero 2025
La investigación incluyó una encuesta a pacientes con enfermedad celíaca, síndrome de intestino irritable y otros sin antecedentes patológicos. Uno de los autores habló con Infobae y planteó que en muchos casos “el autodiagnóstico puede llevar a restricciones innecesarias”. Los resultados
Según los especialistas de Mayo Clinic, “las personas que tienen intolerancia a la lactosa “no pueden digerir el azúcar (lactosa) que contiene la leche. A raíz de esto, tienen diarrea, gases e hinchazón después de ingerir productos lácteos. Esta afección, que también se llama absorción insuficiente de la lactosa, no suele causar grandes problemas, pero los síntomas pueden ser molestos”. La causa principal es la escasez de lactasa, una enzima producida en el intestino delgado. La misma entidad ha señalado que una persona “puede tener niveles bajos de lactasa y aún así ser capaz de digerir productos lácteos. Sin embargo, si los niveles son muy bajos, se produce la intolerancia a la lactosa, y los síntomas comenzarán a aparecer después de ingerir productos lácteos”.
Un estudio titulado “Consumo de lactosa y su relación con síntomas en la República Argentina” analizó este tema en el país. La investigación estuvo a cargo del doctor, Juan Pablo Stefanolo, especialista en neurogastroenterología, y la licenciada María de la Paz Temprano, nutricionista especialista en enfermedad celíaca.
El estudio incluyó una encuesta anónima difundida entre abril y junio de 2024. Participaron más de 2.000 personas con diagnóstico de enfermedad celíaca, síndrome de intestino irritable y población general sin antecedentes patológicos. La encuesta evaluó antecedentes de salud, hábitos de consumo de lácteos, presencia de síntomas relacionados con el consumo de lactosa y modificaciones en el estilo de vida, lo que permitió una evaluación integral.
“La intolerancia a la lactosa es un problema frecuente, pero en muchos casos el autodiagnóstico puede llevar a restricciones innecesarias. Un enfoque basado en evidencia científica y en educación alimentaria puede mejorar la calidad de vida de quienes presentan síntomas digestivos relacionados con el consumo de lácteos”
Los resultados del estudio sobre intolerancia a la lactosa en Argentina
“El estudio se llevó a cabo mediante una encuesta anónima online diseñada para evaluar el consumo de lácteos y la presencia de síntomas digestivos en la población argentina. La encuesta se difundió a través de redes sociales entre abril y junio de 2024 y participaron un total de 2.123 personas, en su mayoría mujeres (88.6%), con una edad media de 38.9 años”, contó el doctor. El objetivo del trabajo, impusaldo por Mastellone, fue, entre otros, analizar la relación entre el consumo de productos lácteos y la aparición de síntomas digestivos en diferentes grupos: población general sin enfermedades digestivas, pacientes con enfermedad celíaca (EC) y personas con síndrome de intestino irritable (SII). “Esto último porque la intolerancia a la lactosa es frecuente en la población adulta sin enfermedades (primaria) y aún mayor cuando existen otras enfermedades (secundaria)”, agregó el experto.
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio fue que “el 73% de los encuestados reportó síntomas digestivos tras consumir lácteos, siendo la hinchazón abdominal (57.1%) y la producción de gases (54.7%) los más frecuentes. Sin embargo, solo el 23.8% tenía un diagnóstico médico formal de intolerancia a la lactosa, mientras que un 38.3% creía ser intolerante basándose únicamente en la presencia de síntomas”, según planteó.
En cuanto a los hábitos de consumo, Stefanolo reveló que el 41.4% de los participantes “consumía lácteos diariamente, mientras que el 16.5% optaba por productos sin lactosa y solo el 1.98% evitaba por completo los lácteos. A pesar de que no todos tenían un diagnóstico formal, el 56.5% de los encuestados había modificado su alimentación para evitar molestias, ya sea evitando el consumo de productos con lactosa (46.3%) o consumiendo productos deslactosados (42.4%). Solo el 1.7% regulaba la cantidad de alimentos, conducta que sería la más adecuada al existir tolerancia al consumo de pequeñas cantidades de lactosa”.
Sobre las diferencias entre los grupos analizados, detalló: “Las personas con SII fueron las más afectadas, ya que el 92.3% reportó síntomas digestivos tras consumir lácteos, con una intensidad media de 7.2 sobre 10, significativamente mayor que en otros grupos. En pacientes con enfermedad celíaca, el 82.6% manifestó síntomas, con una intensidad media de 6.8/10. En la población general sin enfermedades digestivas, solo el 55% reportó síntomas, con una intensidad más baja de 5.2/10″.
Además, mencionó la diferencia en el diagnóstico médico: “Mientras que en la población sin enfermedades digestivas solo el 12.2% tenía un diagnóstico formal de intolerancia a la lactosa, en los pacientes con EC esta cifra ascendía al 23.7%, y en aquellos con SII al 37.7%. A pesar de ello, muchos participantes restringieron los lácteos sin contar con un diagnóstico médico, lo que sugiere una alta tasa de autodiagnóstico en la población”.
El doctor aclaró que existen “dos tipos principales de intolerancia a la lactosa: una primaria, que es la más común y ocurre con la edad debido a que la producción de lactasa disminuye de manera natural; y secundaria, debido a la presencia de enfermedades que afectan la superficie del intestino delgado (como la enfermedad celíaca) o situaciones en las que existe mayor percepción de síntomas, como ocurre en el síndrome de intestino irritable”.
Para quienes presentan síntomas, recomendó que no eliminen los lácteos “sin un diagnóstico adecuado. Muchas personas restringen su consumo basándose solo en síntomas, sin realizar pruebas específicas como el test de hidrógeno espirado, que es el método de referencia para diagnosticar la intolerancia a la lactosa”. Además, sugirió “consumir lácteos según la tolerancia individual. No todos los lácteos tienen la misma cantidad de lactosa. Los productos fermentados como yogur y quesos maduros suelen ser mejor tolerados, y los productos sin lactosa son una alternativa válida”.
Por último, postuló: “Es importante evitar déficits nutricionales. Si se eliminan los lácteos, es fundamental asegurar un adecuado aporte de calcio y vitamina D a través de otras fuentes o suplementos”, y recomendó “descartar otras condiciones digestivas, ya que en muchas personas la presencia de síntomas tras consumir lácteos no se debe a la lactosa en sí, sino a otros trastornos como el síndrome de intestino irritable o la enfermedad celíaca”.
Finalmente, el doctor destacó la importancia de la educación sobre la intolerancia a la lactosa y su diagnóstico adecuado. “Uno de los puntos clave que reveló el estudio es que muchos individuos restringen el consumo de lácteos sin un diagnóstico médico formal. Esto puede llevar a cambios innecesarios en la dieta y aumentar el riesgo de deficiencias nutricionales”. También aclaró que “no todos los síntomas digestivos tras consumir lácteos implican intolerancia a la lactosa. Muchos pacientes con enfermedad celíaca o síndrome de intestino irritable pueden experimentar molestias similares, pero por razones distintas”.