Martes, 01 agosto 2023
Chacarita Juniors, Flandria y el Deportivo Morón han sido noticia por extraños robos sufridos en sus sedes o en las proximidades de la misma cuando sus dirigentes llevaban millones de pesos consigo. En Avellaneda y Lanús, la pelea pasa por otras cuestiones que afectan, directo, a dos candidatos.
Un intendente de Unión por la Patria del Gran Buenos Aires, preocupado porque en su distrito debe competir una PASO contra un antiguo aliado interno, se reunió con su heterodoxo equipo de campaña, compuesto por viejos referentes territoriales, acostumbrados a hacer todo lo posible para ganar o impedir que otro lo haga, mezclados por jóvenes más afectos a mirar al referente superior que le garantice los fondos para hacer política.
La estrategia se circunscribía, como matriz de la campaña que se avecina, a conseguir la mayor cantidad de autos de alquiler o los que “puedan aportar los compañeros” que, a su vez, podrán tener un peso extra por movilizar a su gente más cercana.
La idea es tener un “ejército” de 2000 vehículos en condiciones de transportar a más o menos siete “conocidos” a las escuelas donde deben votar. Este proceso, evitado en la anterior primaria de 2019, fue la que le permitió a varios jefes comunales retener el éxito territorial luego del traspié contra los candidatos de Juntos por el Cambio.
Sin pudor, los bares de alrededor de la Municipalidad se llenan de computadoras y planillas. Cada militante o puntero debe tener como obligación primordial llenar la mayor cantidad de casilleros con nombres y apellidos, número de documento y confirmación que pueden ser llevados hasta el lugar de votación.
Cada vehículo costará entre $15.000 y $20.000 pesos, según sea el distrito y la cantidad que se necesiten. Nadie puede costear, per sé, semejante monto. Si no lo hacen los encargados de la campaña, algunos se animan a conseguir los recursos por mano propia para luego mejorar su rol dentro del propio gobierno.
Por eso fue que no llamó la atención en el corazón de las hinchadas de Chacarita Juniors, Deportivo Morón o Flandria, de Luján, que sus encargados en recaudar y guardar los fondos generados por diferente tipos de ingresos, hayan sido abordados por extraños que se llevaron todo lo que poseían encima.
Estas tres instituciones, como la mayoría del fútbol del ascenso, tienen ligadísimas relaciones con la política, según pasen los procesos. Son clubes que siempre dependen de una mirada compasiva con los municipios, ya sea por habilitaciones como por otro tipo de favores que le permitan seguir abiertos sin ningún tipo de dificultades logísticas o legales.
Ayer, en General San Martín, sugestivamente, el encargado de manejar parte de la recaudación generada ese día en el masivo acompañamiento que tuvo Chacarita Juniors contra Aldosivi, fue abordado a pocas cuadras del club y los ladrones pudieron huir hacia la Capital Federal sin que nadie los detuviera. Dicen que llevaba cuatro millones de pesos.
“El resto de la recaudación la tenían otros dos integrantes de la comisión directiva”, revelaron fuentes “funebreras”. Insólitamente, nunca se utilizó una empresa transportadora de caudales para este tipo de situaciones.
La semana pasada, en la puerta de la sede del club Deportivo Morón, uno de los encargados en manejar las cuestiones presupuestarias provenía de cobrar un monto jamás especificado de dinero de una de las publicidades que aportan para la institución y, además, la había transformado en moneda extranjera. Sin custodios cerca, lo único que tuvieron que hacer los maleantes fue sustraerle su pertenencia.
En la zona sur, la relación de la política con la dirigencia de los clubes también directa y por eso llamó la atención las situaciones de violencia que se sucedieron en Lanús, conducido hoy por aliados directos de Nicolás Russo, y en Independiente, presidido por Néstor Grindetti.
El Granate sufrió un fortísimo enfrentamiento entre barras del propio club, dividido por barrios. Sin embargo, aquí también se mezclan las disputas en el seno de Unión por la Patria, en la que Russo, el máximo favorito, debe enfrentar al camporista Julián Álvarez en una feroz discusión interna. El primero es del Frente Renovador de Sergio Massa, el otro, alineado con Máximo Kirchner.
En Avellaneda, ayer casi incendian las instalaciones del club que ganó el «grupo Champagne» dominado por Néstor Grindetti, candidato a gobernador de Patricia Bullrich, y su primer candidato a diputado nacional, Cristian Ritondo, quienes jamás previeron la escasa personalidad y prestancia de quien pusieron como candidato a presidente, Fabián Doman. Ellos sucedieron a la familia Moyano en la administración de la institución que debió realizar una colecta para paliar su severísimo déficit económico.
Si bien aún no sucedió nada con ellos, falta saber qué pasará con el club Almirante Brown, de La Matanza, cuya barra suele trabajar de manera muy estrecha con el intendente Fernando Espinoza. En esta localidad no pudo realizarse una caravana producto de las amenazas al escrache que surgieron desde el Movimiento Evita, que quiere arrebatarle el municipio en las PASO a través de Patricia Cubría, la esposa de Emilio Pérsico.
Como si hubiera dudas acerca de esas relaciones, Almirante Brown jugó por primera vez en muchos años por la noche, a las 20, producto de la caravana que se iba a realizar. Nunca la Aprevide le permitió competir en horas de la noche. Había cuestiones de fuerza mayor que, después, no fueron necesarias.