• 1 de abril de 2025 09:52

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Esta es la frecuencia con la que debes ducharte a medida que envejeces

Mar 26, 2025

Miércoles, 26 de Marzo 2025

A medida que pasan los años, la piel se vuelve más vulnerable debido a la reducción de la producción de sebo, lo que requiere un ajuste en los hábitos de higiene.

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Los hábitos de higiene suelen considerarse universales, pero pueden cambiar con el tiempo. A medida que envejecemos, nuestra piel se vuelve más frágil y sensible. Por eso, la pregunta que los dermatólogos se hacen es si es necesario seguir duchándose a diario con el correr de los años o si, por el contrario, hay que ajustar este hábito cotidiano.

Esponja, baño, ducha, aseo, piel. Fuente: PexelsLa ducha debe mermar según la persona envejece.

Los expertos recomiendan limitar las duchas para preservar la película hidrolipídica protectora de la piel. También afirman que es fundamental utilizar productos suaves y limpiar diariamente zonas esenciales como las axilas y la zona íntima.

La temperatura y la duración de las duchas también juegan un papel importante en el mantenimiento de una piel saludable. El agua demasiado caliente puede dañar la piel al eliminar sus aceites naturales. Por ello, los dermatólogos recomiendan ducharse con agua tibia para un confort óptimo y sin efectos no deseados.

¿Realmente necesitas ducharte todos los días a medida que envejeces?

Los dermatólogos advierten sobre el impacto de los hábitos repetitivos en la piel envejecida. A medida que envejecemos, nuestra piel sufre cambios significativos, siendo uno de los cambios más evidentes la reducción de la producción de sebo.

Esta sustancia, producida por las glándulas sebáceas, forma una barrera natural que protege e hidrata la piel. Esta capacidad disminuye con la edad, haciendo que la piel esté más seca y vulnerable. Este fenómeno se ve reforzado por una pérdida de elasticidad y una mayor sensibilidad a irritaciones e influencias externas.

Baño; ducha; higiene. Foto: Unsplash.Las recomendaciones de los dermatólogos sobre las duchas.

Aunque estos cambios parecen inofensivos, tienen un impacto importante en las necesidades de la piel. Unos hábitos de higiene demasiado frecuentes o demasiado agresivos pueden empeorar esta sequedad y debilitar aún más la frágil superficie cutánea.

Es por eso que los dermatólogos son unánimes: es fundamental mantener la película hidrolipídica, la capa protectora natural de la piel, a medida que envejecemos. Por ello, recomiendan limitar el número de duchas, especialmente en épocas frías o secas. En lugar de lavarse completamente todos los días, un enfoque específico puede ser más beneficioso para la salud de la piel.

De este modo, es aconsejable darle prioridad a la limpieza local de las zonas esenciales y evitar la exposición prolongada al agua y a productos de limpieza que puedan dañar esta fina capa protectora.

Consejos para una buena higiene y mantenimiento de la piel

Es posible mantener una excelente higiene sin dañar la piel simplemente haciendo algunos ajustes sencillos. En primer lugar, la elección del producto de aseo es fundamental (se recomiendan jabones suaves y sin fragancia o aceites de ducha humectantes para evitar daños mayores a la piel seca y sensible). También hay que prestar atención al secado de la piel: dar palmaditas en la piel con una toalla en lugar de frotarla vigorosamente, ya que esto puede irritarla.

Baño; ducha; higiene. Foto: Unsplash.Limitar la periodicidad de la ducha es fundamental a medida que se envejece.

Además, puede resultar útil aplicar una crema hidratante después de cada ducha o limpieza para restaurar el nivel de hidratación de la piel y reforzar la capa protectora natural.

Áreas importantes que deben limpiarse a diario.

Una higiene específica no significa descuidar lo básico. Los dermatólogos destacan la importancia de limpiar diariamente determinadas partes del cuerpo. Esto incluye las axilas, las zonas íntimas y los pies, donde suele acumularse el sudor y las bacterias. Estas zonas requieren especial atención para evitar olores desagradables e infecciones.

Una limpieza completa de todo el cuerpo, especialmente con productos agresivos, puede limitarse a 2 o 3 veces por semana, según las necesidades personales.

 

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