Domingo, 20 noviembre 2022
El intento por frenar las peleas frente a las cámaras parece comenzar a tener efecto. Macri, Larreta, Bullrich y un puente para frenar la crisis.
El desayuno que organizó Mauricio Macri en el Hotel NH Buenos Aires City para frenar la crisis interna y pública entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich tuvo algún efecto inmediato. Con más o menos diálogo, el convite terminó civilizadamente y Cristian Ritondo se encargó después de poner una baldosa más en el camino hacia la paz: “Los candidatos hoy son Bullrich, Vidal y Larreta”, dijo y aunque más tarde no descartó a Macri como integrante de esa lista, el impacto central de la reunión había sido logrado.
Eso se vio claramente en los días siguientes. Las declaraciones públicas de Bullrich se calmaron; hacia Larreta o a cualquier otro representante del bando moderado. Debe decirse que el miedo también había hecho lo suyo: casi todos los asesores del PRO en materia de imagen, incluido Jaime Durán Barba que desde un poco más lejos le explica a quién lo quiera oír que no entiende como Macri en medio de esta realidad argentina se pone en una posición más dura hacia la derecha, había alertado del peligro.
La agenda del PRO en medio de acusaciones, gritos y amenazas se alejó demasiado de las urgencias públicas y por momentos el impacto en las mediciones aparecía preocupante; tanto en halcones como en palomas.
El segundo acto de ese intento de paz se vio en el casamiento de Jorge Macri y Belén Ludueña. La ocasión no podría haber sido mejor. Rodríguez Larreta estuvo en la fiesta, para demostrar que por un momento la foto de Jorge y Patricia no había detonado definitivamente el gabinete porteño. Todo el gabinete de Larreta estuvo esa noche para festejar y en el medio Bullrich no se escapó de ninguna foto, incluso con el jefe de Gobierno porteño.
Finalmente de los gestos se pasó a la acción para intentar armar una paz medianamente duradera. Desde la semana pasada se abrió un canal de comunicación entre Mauricio Macri y Rodríguez Larreta, una suerte de correo para mantener estrategias coordinadas. Edgardo Cenzón, exministro de Infraestructura de la provincia de Buenos Aires y actual coordinador de campaña del jefe porteño, actúa ahora como canal entre ambos con un objetivo que busca todo el macrismo: recrear la relación de confianza que por años mantuvieron Macri y Larreta.
Ese ejercicio tiene algunas consideraciones previas. Macri, por ahora, se maneja cómodo con su rol de sumo pontífice del PRO y en segundo plano de Juntos por el Cambio y le explica a sus íntimos que no está dispuesto a gobernar, pero sí a subir o bajar candidatos de las listas de acuerdo a su criterio. Hace pocos días le reconoció a un diputado del PRO: “Horacio nunca me incumplió nada”, una frase que alentó más la idea de una paz duradera.
Mientras se mueve en ese terreno revisa encuestas y vigila los números de Larreta y Bullrich al mismo tiempo. También los de Javier Milei. El expresidente está preocupado por la economía y el impacto que está teniendo la crisis en el humor de todos los votantes, inclusive los macristas. La semana pasada apareció en una cena íntima organizada por Jorge Triaca sin avisar. Se sentó a escuchar a Domingo Cavallo, Juan Carlos de Pablo y Horacio Liendo. Macri habla con economistas todos los días.
Carlos Melconian no estuvo en esa mesa pero si en las preferencias de quienes sueñan con una paz que perdure hasta armar un gobierno unido para el 2023. Es el comienzo, pero por ahora el ánimo pareció cambiar tanto en el PRO como entre los radicales, que también piden (quizás movidos por el miedo como los macristas) frenar un poco con la violencia cruzada en el grupo.