Lunes, 17 de marzo de 2025
En algunos despachos de la Cámara alta se teme al “poder de fuego” que tiene el juez federal y cómo podría usarlo para cobrarse revancha con aquellos que no apoyen sus postulación para la Corte
El juez federal Ariel Lijo, el día que defendió su pliego en una comisión del Senado
Nadie puede afirmar si es un mito o tiene algún viso de realidad, pero lo cierto es que el fantasma de la “venganza de Ariel Lijo” corre de boca en boca por los despachos del Senado, en los que se habla con temor reverencial del “poder de fuego y el manejo corporativo en Comodoro Py” que tiene el juez federal y cómo podría recaer sobre aquellos que se animen a votar en contra de su nominación para ingresar a la Corte Suprema de Justicia.
Aunque puede sonar a una excusa para maquillar un apoyo vergonzante, la idea de malquistarse, de ganarse un enemigo poderoso como sería un juez con despacho en Comodoro Py, se ha convertido en uno de los factores que se mencionan de manera constante en la Cámara alta cada vez que se baraja la posibilidad de que el pliego de Lijo llegue al recinto para su votación.
“Me lo imagino a Lijo colgando en las paredes de su despacho las fotos de los senadores que voten en contra y esperando el momento en que le caiga una causa contra alguno de ellos en su juzgado”, comentó ante el periodista, un poco en broma, otro tanto en serio, un senador kirchnerista que todavía no hizo público su voto, pero que no se molesta en esconder que está dispuesto a darle su apoyo al juez federal ingrese al máximo tribunal de Justicia.
El miedo a las eventuales represalias no conoce de fronteras políticas. “No es broma tener que votar en contra de Lijo. Es un enemigo que ningún político quisiera tener, más aún si llega a obtener el acuerdo y se convierte en juez de la Corte”, opinó un senador radical de los denominados “sin techo”, es decir que representa a una provincia que gobierna otro partido.
Nadie sabe cuál será el efecto del factor miedo en una eventual votación del pliego de Lijo en el Senado. Hasta el momento, Lijo ha ido tejiendo apoyos en base a sus relaciones políticas, corporativas y personales con gobernadores y senadores.
De hecho, y a diferencia de Manuel García-Mansilla, el juez federal desplegó durante casi toda la segunda mitad del año pasado un amplio operativo de seducción con los senadores, con la mayoría de los cuales, sino con todos, se contactó de manera personal para convencerlos de que apoyen su nominación.
En algunos casos, fue Lijo quien se movió hasta el Senado para visitar a los legisladores en sus despachos. En otros, el juez federal fue anfitrión de los senadores en un coqueto departamento de la avenida del Libertador. Peronistas, radicales, provinciales; por invitación del candidato o por llamado de algún amigo en común o de un gobernador; las conexiones políticas del juez federal no reconocen fronteras partidarias.
Impugnaciones
La nominación de Lijo para la Corte Suprema fue enviada por el presidente Javier Milei al Senado el pasado 28 de mayo y recibió 33 impugnaciones en su paso por la Comisión de Acuerdos, en su mayoría vinculadas a su supuesta falta de idoneidad moral para ocupar tan alta magistratura. Una de las principales objeciones a su figura es el manejo político de los tiempos procesales de las causas judiciales que tramitan en su juzgado.
Casi tres meses después, el 21 de agosto, Lijo defendió su postulación en una audiencia pública de la Comisión de Acuerdos en la que fue claro el contraste entre el ataque del Pro y de la UCR y el trato benévolo que recibió de parte de la bancada kirchnerista de Unión por la Patria.
Sin embargo, tras aquella exposición el pliego quedó congelado y se fue empantanando cada vez más a raíz de la decisión de Cristina Kirchner de desconocer al magistrado como un candidato propio y exigirle condiciones –la nominación de una mujer elegida por la expresidenta–, al gobierno de Javier Milei a cambio de darle sus votos para aprobar a Lijo.
Pareció que la historia se enderezaba a findes de noviembre, cuando el periodista dio cuenta que nueve senadores ya habían puesto su firma para emitir dictamen de comisión favorable y que tres de esas rúbricas eran kirchneristas: Claudia Ledesma (Santiago del Estero), Sergio Uñac (San Juan) y Lucía Corpacci (Catamarca).
Pero el despacho recién se presentó de manera oficial a mediados de febrero pasado, cuando desde la Casa Rosada se lanzó una ofensiva que buscaba que Milei se presentará en la Asamblea Legislativa del 1 de marzo con la Corte completa con sus cinco integrantes. Aquella estrategia, pergeñada por Santiago Caputo, terminó abortada ante la falta de los votos necesarios, dos tercios de los senadores presentes, para poder convertir a Lijo en juez de la Corte.
Ahora, tras el decreto del Poder Ejecutivo que lo designó juez de la Corte, la situación de Lijo parece haberse complicado más. Por lo menos unos 30 senadores estarían dispuestos a votar en contra de su pliego y se necesitan 25 para frustrar de manera definitiva las aspiraciones de un candidato a ocupar un lugar en el tribunal. ¿Estarán esos votos de rechazo?