Martes, 25 de Febrero 2025
El Gobierno argentino se abstuvo en una votación clave en la ONU que condenaba la invasión rusa a Ucrania.
La votación del 24 de febrero de 2025 en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) marca un antes y un después en la política exterior de Argentina. En esta sesión se sometió a votación una resolución que exigía que Rusia retire «de inmediato, por completo y sin condiciones todas sus fuerzas militares» de Ucrania, una medida que tranquilamente hubiera sido respaldada de manera incondicional por el gobierno de Javier Milei en solidaridad con su par ucraniano. Sin embargo, en esta ocasión, Argentina optó por abstenerse.
Este cambio de postura, lejos de ser fortuito, responde a una reorientación estratégica inspirada en el modelo geopolítico promovido desde la Casa Blanca por el presidente Donald Trump.
A diferencia de Milei, quien hasta ahora se había mostrado muy cercano a Volodimir Zelensky, el mandatario estadounidense ha criticado fuertemente al ucraniano, tratándolo de “dictador” -ya que en Ucrania rige la ley marcial y por ende no hay elecciones- y asegurando que su coqueteo con la administración del demócrata Joe Biden para que Kiev forme parte de la OTAN fue la que provocó la invasión rusa hace tres años.
El dirigente republicano de 78 años ha reiterado que una de sus principales prioridades en el frente externo es finalizar la guerra en Ucrania, por eso ha iniciado conversaciones con Moscú. En los próximos días se reunirá con Zelensky y también con su homólogo ruso, Vladimir Putin.
El texto presentado en la ONU sufrió varios cambios hasta someterse a votación. Inicialmente fue introducido por Washington pero bajo la administración Biden. Posteriormente, con Trump en la Casa Blanca, Washington propuso un texto de la resolución con un lenguaje más neutral, evitando condenar explícitamente a Rusia o atribuirle la responsabilidad exclusiva por la invasión de Ucrania. La idea era suavizar el tono y prevenir tensiones excesivas. Sin embargo, la propuesta no alcanzó el consenso necesario. Finalmente, a partir de unas enmiendas de los países europeos, se puso a votación un texto mucho más duro contra el Kremlin.
El tablero de la votación final muestra, de alguna manera, cómo se está empezando a reconfigurar el tablero geopolítico a partir de la llegada de Trump a la Casa Blanca.
A favor de la resolución votaron 93 naciones. Entre ellas, prácticamente todos los países de la Unión Europea, Canadá, Australia y, obviamente, Ucrania.
A diferencia de otras votaciones, donde la abrumadora mayoría de la comunidad internacional votó a favor de Ucrania y solo un puñado en contra de Rusia (que casi parecía un paria), en esta ocasión en contra votaron 18 miembros; como era de esperarse, Rusia y sus principales socios como Corea del Norte y Bielorrusia. Pero además se sumaron Estados Unidos, Israel y Hungría.
En el medio, una enorme cantidad de países (65 en total) se abstuvieron. Allí entró Argentina, pero además Brasil, China, Colombia, Costa Rica, India, Irán, Panamá, Paraguay y Sudáfrica, entre tantos otros.
Por supuesto, como suele decir aquel mantra del ámbito diplomático: en las relaciones internacionales solo valen los intereses. Por eso, muchos de los que se abstuvieron, a pesar de tener relaciones distantes con la Casa Blanca trumpista, no quieren quedarse afuera del nuevo tablero que, al parecer, liderará el líder del movimiento MAGA (si es que ya no empezó a hacerlo…).
En el caso de Argentina, claramente Milei ve en Trump su aliado más importante. Ya lo dijo en la CPAC el sábado: Argentina quiere ser el primer país en firmar un acuerdo de reciprocidad de aranceles con Estados Unidos.
Salvando las escalas, el interés es mutuo: la Casa Blanca ve en la Casa Rosada a su principal socio en Hispanoamérica.
Es más, el economista libertario ya ha demostrado que coincide plenamente con la estrategia antiglobalización del magnate neoyorquino y prueba de ello es que retiró a Argentina de la Organización Mundial de la Salud -organismo que depende de la ONU-. Ni hablar de que ha criticado duramente a la Agenda 2030 (ahora rebautizada 2045) del organismo internacional.
“Muchos de los que nos acusan de antidemocráticos ni siquiera fueron electos. Toman decisiones que afectan a miles de millones de personas alrededor del mundo y, sin embargo, nadie los conoce. No son responsables ante nadie más que ante sí mismos, y no pueden ser echados por el voto popular. Y así todo, vienen a hablarnos de democracia”, apuntó Milei en el foro conservador señalando implícitamente a los burócratas de foros como la ONU.
“Dicen que Trump y yo somos un peligro para la democracia, pero en realidad están diciendo que somos un peligro para ellos… Y saben que tienen razón: somos su peor pesadilla. Venimos por sus privilegios, habiendo sido elegidos por la mayoría de cada uno de nuestros pueblos, con el mandato claro de quitarles un poder que no les pertenece. Hoy, nuestros países, Argentina y Estados Unidos, necesitan pasar por una segunda Independencia”, añadió.
En el mismo foro, Milei renovó su llamado a formar una Internacional de Derecha para aunar esfuerzos y convalidar una estrategia en común para batallar contra el progresismo-globalista mundial.
Por eso, no es descabellado plantear que este acercamiento entre los dos mandatarios -sumando a otros como la italiana Giorgia Meloni y el húngaro Viktor Orban- podría presagiar el surgimiento de un nuevo bloque de alianzas estratégicas. Esta votación en la ONU pudo haber mostrado su primer síntoma de confluencia.
No es de extrañar que en las próximas semanas la Casa Rosada anuncie, tal como lo hizo la Casa Blanca, su salida del Acuerdo Climático de París y del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.