• 15 de diciembre de 2024 02:57

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Disputas, desconfianza y una ruidosa ausencia: los entretelones de la esperada reapertura de la catedral de Notre-Dame

Nov 30, 2024

Sabado, 30 noviembre 2024

El fin de semana próximo, Macron encabezará tres ceremonias para celebrar lo que es considerada la mayor reconstrucción del siglo, en medio de tensiones con la Iglesia y sin la presencia del papa Francisco

Notre Dame; Francia; París; Emmanuel Macron; Brigitte Macron; Mundo; Catedral de Notre Dame

Vista de la catedral de Notre Dame de París mientras el presidente francés, Emmanuel Macron, visita la catedral restaurada, el viernes 29 de noviembre de 2024 en París

PARIS.- El 7 y 8 de diciembre, las puertas de la catedral de Notre-Dame de París se abrirán nuevamente al mundo. ¿En qué pensarán ese día los principales responsables de la mayor reconstrucción del siglo al franquear uno de sus tres portales, cuando pisen el embaldosado en damero negro y blanco de la nave o posen la mirada sobre la piedra, luminosa como nunca? ¿Recordarán aquel 15 de abril de 2019 cuando, como el resto del mundo, vieron con estupor el monumento en llamas? ¿O simplemente se dejarán llevar por el momento, único en la vida de un jefe de Estado, de un arzobispo o de un presidente de establecimiento público?

“Solo Emmanuel Macron, monseñor Laurent Ulrich, arzobispo de París, o Philippe Jost, responsable de la restauración de Notre-Dame, podrán responder a esa pregunta. Pero los tres serán, seguramente, presa de una intensa emoción”, afirma el semanario L’Express, después de una amplia investigación sobre los secretos de la bien llamada “reconstrucción del siglo”.

La primera dama francesa, Brigitte Macron, la presidenta de la región de Île-de-France, Valerie Pecresse, el presidente francés, Emmanuel Macron, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y el presidente del establecimiento público "Rebatir Notre-Dame de Paris", Philippe Jost, visitan la catedral de Notre-Dame de Paris en París, el 29 de noviembre de 2024

La primera dama francesa, Brigitte Macron, la presidenta de la región de Île-de-France, Valerie Pecresse, el presidente francés, Emmanuel Macron, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y el presidente del establecimiento público «Rebatir Notre-Dame de Paris», Philippe Jost, visitan la catedral de Notre-Dame de Paris en París, el 29 de noviembre de 2024

Ayer, el presidente entró finalmente por primera vez y le mostró al mundo “el resplandor” de la catedral reconstruida. “Hicieron lo que parecía imposible”, les dijo a algunos de los responsables de semejante obra.

Hace pocos días que el interior de la catedral ya está listo para recibir a los 1500 invitados a la ceremonia inaugural. Todo fue hecho en la precipitación, para respetar el plazo de cinco años impuesto por Emmanuel Macron el día del incendio.

“Hubo que quitar el andamiaje de la cruz del transepto, terminar el acceso de los bomberos, colocar una parte del embaldosado de piedra caliza sobre el pequeño atrio, reinstalar el tesoro y los Mays —esos cuadros encargados por las corporaciones de orfebres entre 1630 y 1707 y realizados por pintores célebres—, remplazar dos tercios de las baldosas del interior, más deterioradas de lo que se había pensado… Mientras que la iluminación, la sonorización e incluso el coro tuvieron escasos días para las pruebas necesarias”, relata L’Express.

El presidente francés, Emmanuel Macron, a la derecha, observa el relicario de la Corona de Espinas diseñado por el artista francés Sylvain Dubuisson mientras visita los interiores restaurados de la catedral de Notre Dame de París

El presidente francés, Emmanuel Macron, a la derecha, observa el relicario de la Corona de Espinas diseñado por el artista francés Sylvain Dubuisson mientras visita los interiores restaurados de la catedral de Notre Dame de París

La premura de los últimos días probablemente sirva para hacer olvidar las tensiones que acompañaron durante estos cinco años ese trabajo titánico, que consumirá aproximadamente 850 millones de euros. Porque, como toda aventura humana, la restauración de la catedral se convirtió en un objeto de ambición y controversia política.

Entre el poder y la religión

Sobre todo, fue en el terreno de las relaciones entre el poder y la Iglesia católica que la resurrección de Notre-Dame se desarrolló en el dolor. En el mensaje que envió a los franceses el día después del incendio, Emmanuel Macron hizo de la catedral un símbolo nacional, sin evocar su vocación espiritual ni la comunidad católica. De inmediato, el entonces arzobispo de París, monseñor Michel Aupetit, reaccionó con energía: “Son los católicos quienes hacen vivir la catedral de Notre-Dame, que no es un museo”, advirtió.

Para marcar físicamente su territorio, el arzobispo obtuvo la autorización del prefecto de policía de poder celebrar una misa, relativamente íntima y con cascos de seguridad, el 15 de junio. En aquel mismo momento, los diputados de izquierda luchaban en el hemiciclo para que la diócesis no pudiera participar en el consejo de administración del futuro Establecimiento Público, responsable de los trabajos de reconstrucción.

Una grúa frente a la catedral de Notre Dame de París, en París, el 29 de noviembre de 2024, antes de la visita del presidente francés

Una grúa frente a la catedral de Notre Dame de París, en París, el 29 de noviembre de 2024, antes de la visita del presidente francés

El último de esos tironeos pareciera haberse resuelto solo la semana pasada. ¿Para la ceremonia de reapertura el presidente hablará al exterior o al interior de la catedral? A Emmanuel Macron le gustaría recibir un merecido reconocimiento. Después de todo, el mundo le debe la reconstrucción en apenas cinco años, plazo que todos consideraban inalcanzable. Pero, desde el comienzo, la diócesis fue desfavorable a la idea de un discurso del presidente desde el interior de la catedral, recordando que el edificio es por naturaleza dedicado al culto. Por fin, hace una semana y después de interminables negociaciones, el palacio del Elíseo anunció que el 7 de diciembre el presidente será recibido por las autoridades religiosas y municipales en la entrada de la catedral, allí pronunciará un “corto” discurso y asistirá, silencioso, a la apertura de las puertas, y después al despertar del órgano “bajo el auspicio del arzobispo”.

Macron acordó, sin embargo, un privilegio: recorrer el interior de la catedral y pronunció un discurso de agradecimiento ante los 2000 artesanos que trabajaron en la obra y los mecenas más importantes, lo que finalmente hizo ayer. “El momento fue totalmente laico”, señalan desde la presidencia.

Se ven vitrales en el interior de la catedral de Notre Dame de París

Se ven vitrales en el interior de la catedral de Notre Dame de París

En todo caso, bajo la aparente cordialidad actual, la desconfianza entre gobierno y diócesis que se instaló desde el primer día perdura. Fue cuando, para favorecer las donaciones en el marco de una suscripción nacional, el jefe de Estado ofreció a los particulares una exoneración de impuesto del 75%. Pero, pequeña mezquindad, esa tasa permaneció al 66% para la colecta de 7 millones de euros destinados a financiar el mobiliario litúrgico y los bienes propios a la diócesis.

“El arzobispo no dice nada, pero en privado se indigna por la arrogancia de un poder que no le dio un solo euro y reivindica los laureles”, anota L’Express.

La guerra de las invitaciones

Pero apenas resuelto el problema de la intervención presidencial, otra guerra se insinuó: la de las invitaciones. Porque la catedral solo puede recibir 1500 personas en cada una de las tres ceremonias previstas para el fin de semana próximo: la entrada al edificio y el despertar de los órganos el sábado por la noche; la bendición del altar el domingo a la mañana y, después, la primera misa abierta al público.

El presidente francés, Emmanuel Macron, pronuncia un discurso durante una visita a la catedral de Notre Dame de París, en París

El presidente francés, Emmanuel Macron, pronuncia un discurso durante una visita a la catedral de Notre Dame de París, en París

El Elíseo y la diócesis se repartieron los lugares, pero la selección es severa. El primero espera decenas de jefes de Estado extranjeros, grandes mecenas, representantes de las principales instituciones del Estado y locales. La Iglesia ya dio estrictas consignas: cada párroco de París recibirá dos invitaciones. Las fundaciones, apenas una decena para sortear entre los donantes. Para los que queden afuera habrá un premio consuelo: el 11 de diciembre habrá una misa dedicada a los mecenas; el 15, otra para los artesanos de la reconstrucción.

El padre Olivier Scache, vicerrector de la catedral y responsable de la recepción del público, sabe que habrá decepción. Por eso preparó una visita de 30 minutos, que permitirá pasar por cinco puntos clave del edificio, todos los jueves hasta las 22. Más de 15 millones de visitantes por año, más que los 45.000 diarios, es otra cifra la que lo preocupa: 100 personas por minuto, o sea dos colectivos de larga distancia llenos.

La entrada principal de la Catedral de Notre-Dame de París

La entrada principal de la Catedral de Notre-Dame de París

La ausencia del Papa

En todo caso, raros son los católicos que rechazarían la posibilidad de estar presentes en la misa inaugural del 8 de diciembre. Sin embargo, entre ellos está el papa Francisco. Lo anunció el 13 de septiembre y lo confirmó la semana pasada sin dar explicaciones. Por su parte, la diócesis de París multiplica los argumentos: “El 8 de diciembre es el día de la Inmaculada Concepción y el Papa estará en Roma como lo dicta la tradición”. O bien, “el sumo pontífice prefiere visitar comunidades más modestas, en países en conflicto”. Esto, a pesar de que Francisco haya hecho una visita de Estado a Bélgica en septiembre e irá a la ciudad francesa de Ajaccio apenas una semana después de la inauguración de Notre-Dame.

Para L’Express, la ausencia del Papa se debería a “una mezcla de consideraciones políticas y religiosas”. Cuando el 8 de diciembre de 2023 Emmanuel Macron anunció que invitó al Sumo Pontífice a la ceremonia, los especialistas se sorprendieron.

LLa fachada de la catedral de Notre Dame de París, días antes de su reapertura

LLa fachada de la catedral de Notre Dame de París, días antes de su reapertura

“Cuando se invita al Papa o a otro jefe de Estado, no se le impone una fecha declamada públicamente. Se estudian las agendas y se sugiere el momento”, comenta uno de ellos.

Pero la supuesta “irritación” papal no se reduciría a las formas empleadas por el presidente Macron. En varias ocasiones, Francisco hizo saber que no aprecia la política migratoria del gobierno francés, que juzga inhospitalaria. Durante todos estos años, también manifestó su desacuerdo sobre algunos temas sociales: la adopción de la ley de procreación asistida (PMA), la voluntad de legislar sobre la ayuda a morir y la inscripción del derecho al aborto en la Constitución. Durante su viaje a Bélgica, trató de “asesinos a sueldo” a los médicos que practican el aborto y propuso lanzar la beatificación del rey Balduino, que se negó a aprobar un texto en ese sentido en su país.

Francisco tampoco está demasiado encantado con la iglesia de Francia. Y mucho menos con la diócesis de París. En octubre pasado, creó una veintena de nuevos cardenales, que un día tendrán la responsabilidad de designar a un nuevo Papa. En esa ocasión, los vaticanistas señalaron que solo un arzobispo francófono estuvo en la lista: el de Argel. Curiosamente, monseñor Ulrich de París, no figura.

La gente pasea por la catedral de Notre Dame de París durante la visita de Macron

La gente pasea por la catedral de Notre Dame de París durante la visita de Macron

“Hubo muy pocos arzobispos de París que no fueron cardinales. Aunque no hay que olvidar que este Papa, como todos los jesuitas, tiene excelente memoria. Y que hay una larga historia de desamor entre el papado y Notre-Dame de París”, señala la especialista Maryvonne de Saint Pulgent. En 1870, en efecto, cardenales franceses, y en particular parisinos, se pronunciaron contra el dogma de la infalibilidad pontificia. Hace más de 150 años, pero la desconfianza perdura.

En todo caso, ¿para qué venir a apoyar una iglesia que considera anquilosada, con fieles cada vez más conservadores y reaccionarios? Francisco prefiere versiones más jóvenes y más activas, como las del hemisferio sur. Y no es la primera vez que el Papa manifiesta ostensiblemente su frialdad. Hace unos años, en visita al Parlamento Europeo de Estrasburgo, ni siquiera se tomó el tiempo de hacer una breve visita a su célebre catedral.

Más recientemente, cuando dos jóvenes católicos franceses que recorrían Europa en bicicleta se presentaron a él como “los representantes de la hija mayor de la Iglesia” -título honorífico que dataría del bautismo del rey Clovis, en 496, haciendo de este país “la primera nación cristiana”-, el Sumo Pontífice respondió: “¡Querrán decir, de su cansada abuela!”.

Por Fabian