Gabriela Figueredo es licenciada en Seguridad y Salud Ocupacional, docente, coach y tiene un hijo de cinco años. Se separó del papá del nene en 2019, después de atravesar una relación violenta que, ahora, a la distancia, juzga como «un infierno». Desde entonces, camina los Tribunales provinciales donde demanda a su ex, y a parte de su familia, una cuota alimentaria «digna» para el menor. «Criar un hijo sola es como subir el Everest con una mochila de 200 kilos y un piano encima», dice. Es uno de los tantos casos en que los padres se convierten en deudores alimentarios.
Lunes, 02 de Diciembre 2024
Cada Juzgado de Familia tramitó más de 600 casos de deudores alimentarios. Es el segundo tema que genera más litigios, después de las situaciones de violencia
Su historia no es única. Tanto que el año pasado se unió a la red MA (Monomarentales Argentina), formada por mujeres que vienen reclamando políticas públicas que asistan a las jefas de hogar, faciliten el acceso a la Justicia y persigan con mayor dureza a los progenitores que no se hacen cargo de la manutención de sus hijos, entre otros temas.
Entre febrero y octubre de este año, en los Tribunales de Rosario se tramitaron 2.631 causas por «alimentos», un concepto que resume tanto conflictos desatados por el no pago de la cuota alimentaria a hijos mejores, como demandas de actualización y homologación de nuevos acuerdos.
La cifra surge de un informe que la Corte Suprema de Justicia envió al Colegio de Abogados de Rosario. Detrás de las causas iniciadas por violencia, las demandas por incumplimientos en el pago de las cuotas alimentarias son el segundo tema que genera más litigios en los juzgados de Familia. En el Nº 3 se tramitaron 670 casos; en el Nº4, 655; en el Nº 5, 668 y el Nº 7, otros 638.
Para Laura Vicario, abogada, especialista en derecho de familia e integrante de la comisión directiva del Colegio de Abogados de Rosario, los números ilustran apenas la punta del iceberg de un problema acrecentado este año por la crisis económica y el aumento desmedido de la inflación.
«No podemos saber exactamente la cantidad de reclamos que existen por cuotas alimentarias porque una cantidad se resuelven dentro de los acuerdos de los divorcios o en la mediación prejudicial obligatoria, porque para demandar una cuota alimentaria vos requerís iniciar previamente una mediación prejudicial», explica la profesional.
Y destaca que, «en la actualidad tenemos un problemón con el reclamo de cuotas alimentarias. En febrero en mi estudio teníamos 162 cuotas alimentarias que estaban pactadas conforme a la actualización del salario mínimo, vital y móvil. Pero esto no reflejaba el aumento que tuvieron en los primeros meses del año los alimentos, los servicios o las cuotas de la escuela. Hoy estamos en esta situación de que chicle no te alcanza, la frazada es tan corta que las cuotas acordadas no alcanzan para nada«.
Las cifras tampoco llegan a dar cuenta exacta sobre las consecuencias que tiene este conflicto. Detrás de los datos siempre hay historias.
El largo camino en la Justicia
Vito nació en 2019 con una cardiopatía congénita que demandó someterlo a varias intervenciones y estrictos cuidados, sobre todo durante la pandemia. Gabriela tuvo que dejar de trabajar y, cuando el niño no había cumplido los 9 meses, se separó de su pareja. «Mi hijo nació en un estado hipercrítico. Tuvo varias cirugías a corazón abierto y este jueves volverán a operarlo. Para cuidarlo vendí mi departamento, pero ese dinero no duró para siempre», cuenta la mujer.
Actualmente, la familia se sostiene con una AUH (cobrada después de un largo trámite en Ansés, porque el padre del nene es monotributista), con las clases de francés que Gabriela da en su casa y con unos trabajos de costura que le alcanzan para parar la olla. Mientras tanto, las abogadas de la Defensoría Pública Nº 8, reclaman que el padre del menor o su familia asuman sus obligaciones parentales.
«Me separé porque no quería seguir estando en una relación violenta, pero sigo inmersa en la violencia. Violencia económica de parte de mi ex, y violencia de parte de los plazos de la Justicia. Los deudores alimentarios actúan así porque hay una sociedad que los respalda«, afirma Gabriela y advierte que «es necesario empezar a cambiar».
La cuota alimentaria
La llamada «cuota alimentaria», aquella que se pauta tras un divorcio para asistir a los hijos, no incluye todo lo que demanda acompañar el crecimiento de un niño o un adolescente. Hay alimentos, sí, pero también están la vivienda, el transporte, las salidas recreativas, la cuota de la escuela o el club, la ropa, las zapatillas, los útiles escolares, los talleres de arte o la práctica de algún deporte. ¿Cuánto cuesta todo eso?
En julio del año pasado, el Indec publicó el primer informe sobre el «índice de crianza», una estimación mensual que mide el costo mensual para adquirir los bienes y servicios necesarios para el desarrollo de niñas, niños y adolescentes, y el costo del cuidado que surge a partir de la valorización del tiempo requerido para dicha actividad.
Es una herramienta que sirve a los jueces como un valor de referencia para saber cuánto destinan las familias a la crianza de los hijos. En muchos casos, cuando el progenitor no conviviente no cuenta con un empleo fijo y un recibo de sueldo, se toma como parámetro para fijar los montos de las cuotas alimentarias.
De acuerdo al organismo nacional, para garantizar el crecimiento de un niño de entre 6 y 12 años se necesitaron en octubre pasado 479.723 pesos. En el décimo mes de 2023, la misma canasta de crianza valorada por el organismo nacional marcaba 187.057 pesos. Es decir, ahora el valor es dos veces y medio más.
Para los abogados de familia, esa diferencia explica en parte el aumento en las causas relacionadas con alimentos. La otra parte de esta historia tiene que ver con una cuestión cultural.
Hogares monomarentales
Los hogares monoparentales (aquellos que están a cargo de un solo adulto) con presencia de menor representan el 12 por ciento del total de hogares argentinos. Según un informe del año pasado de la Dirección Nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia, el 85 por ciento de las familias monoparentales están a cargo de una mujer. Son hogares monomarentales.
El mismo trabajo advierte que «la elusión de las obligaciones parentales una vez finalizadas las relaciones de pareja es un problema muy extendido» en el país. La última Encuesta Nacional sobre la Estructura Social (ENES), realizada en 2015, señala que cuando los padres no residen en la misma vivienda que sus hijos, solamente el 32 por ciento de los hogares monomarentales reciben la obligación alimentaria. En otras palabras: el 68 por ciento de los progenitores no convivientes elude su responsabilidad.
Otro informe del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires sobre el incumplimiento de la obligación alimentaria releva que más de la mitad de las 6.442 mujeres encuestadas (51,2%) dijo no percibir ningún tipo de aporte por parte del progenitor de sus hijos.
También detrás de estos números hay historias. En los pasillos de los Tribunales saben que los últimos meses del año crecen los acuerdos de pago. «Una de las prohibiciones que se aplica a los deudores alimentarios es no salir del país, entonces cuanto llega noviembre o diciembre se apuran a abonar la cuota para poder salir de vacaciones al exterior«.
Una abogada cuenta que está a punto de presentar un recurso de privación de la responsabilidad parental a un progenitor que fue declarado moroso alimentario, le prohibieron la salida del país y se fue igual porque el oficio no había llegado a migraciones. «Pero no contento con eso, volvió, reinscribimos la prohibición de salir del país en migraciones y se volvió a ir igual», recuerda.
El incumplimiento de la obligación alimentaria por parte de progenitores constituye una vulneración a los derechos de niños, adolescentes y jóvenes. «Sin embargo, todavía se piensa que con la cuota alimentaria se está dando el dinero a la mamá para sostener sus gastos, en lugar de mantener a sus hijos», señala María Noel Campá, abogada, especializada en temas de familia y presidenta del Instituto de Derecho de Familia del Colegio de Abogados.
La profesional destaca que se trata de una forma de violencia económica y simbólica que ejercen los hombres contra sus ex parejas, frente a la cual los jueces tienen pocas herramientas para actuar. «El Registro de Deudores Alimentarios funciona muy bien, pero muchas veces no tiene un efecto inmediato. No todos los incumplidores arman sociedades o acceden a cargos públicos o tienen que renovar el carné de conducir en el corto plazo», explica.
La semana pasada, la decisión de la jueza de Familia Gabriela Topino saltó los límites de los Tribunales locales para convertirse en noticia nacional. La magistrada del Tribunal Colegiado de Familia N° 7 de Rosario impuso el bloqueo de las redes sociales del padre de dos menores por incumplimiento en el pago de alimentos.
Además de imponerle a un padre deudor distintas sanciones como inhibición de bienes y prohibiciones de asistencia a espectáculos deportivos y de renovación de licencia de conducir, la magistrada dispuso el bloqueo de las redes sociales para que el padre «destine su tiempo para generar los ingresos que permitan satisfacer las necesidades de sus hijos”.
Una medida original para un viejo problema.