Domingo, 04 setiembre 2022
Con voluntarios de EEUU y la Argentina, investigadores midieron características de los procesos que pueden conducir a la enfermedad. Los resultados son claves para dar con ventanas de oportunidad de tratamientos
Cada 3 segundos se desarrolla un nuevo caso de demencia, como la enfermedad de Alzheimer, en el mundo. Ya se estimó que el número de personas afectadas aumentará a 139 millones en 2050. Ese incremento se producirá más en los países de ingresos bajos y medios, como los de América Latina.
Con ese escenario para el futuro, la investigación científica corre sin pausa para entender mejor por qué ocurre la enfermedad de Alzheimer y cómo se puede actuar antes de que los procesos patológicos se inicien y antes de que los síntomas se manifiesten.
En esa dirección, se conocieron los resultados de dos estudios que incluyó a voluntarios de los Estados Unidos y la Argentina. Esos voluntarios dieron su consentimiento para que los científicos investiguen diferentes parámetros en sus cerebros que ayudarán a trabajar mejor en las diferentes instancias de prevención de la enfermedad en el futuro.
“Ambos estudios van en la misma dirección pero con metodologías y poblaciones diferentes”, contó a Infobae el doctor Ricardo Allegri, investigador en neurociencias del Conicet y jefe del departamento de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría del Instituto Fleni en Buenos Aires, quien fue coautor en ambos estudios.
“Hoy se sabe que la enfermedad de Alzheimer empieza muchos años antes de que los síntomas se manifiesten. Puede empezar entre 20 años ó más de 30 años antes de que sea sintomática”, señaló. “Se sabe también que los procesos patológicos de la enfermedad no son iguales a lo largo de su evolución y hay caminos metabólicos que se aceleran en algunos períodos y no en otros”, agregó.
En uno de los estudios que hicieron se buscó medir las características de los procesos patológicos metabólicos. En el otro, se enfocó en la evolución de la neurodegeneración que está asociada a la enfermedad de Alzheimer. “En ambos estudios se evaluaron cuestiones que son claves para dar con las ventanas de oportunidad de tratamiento y el resultado de cada uno en cada período”, dijo el doctor Allegri.
El primero de los trabajos fue publicado en la revista Neuroimage: Clinical y fue realizado en colaboración con investigadores de la Clínica Mayo, la Universidad de California en San Francisco, y la Escuela Médica Universitaria de la Ciudad de Osaka en Japón. En el otro estudio, colaboraron investigadores de Estados Unidos, Australia, Alemania y Japón y fue publicado en la revista Brain de Oxford Academic.
“Estos estudios son importantes para el proyecto de trabajar en lo que se llama prevención primaria, secundaria y terciaria para la enfermedad de Alzheimer. La prevención primaria consiste en la posibilidad de utilizar medicaciones antes de que se produzca la alteración fisiopatológica. La prevención secundaria es cuando ya existe la alteración neuropatológica, pero el individuo es asintomático y la prevención terciaria se puede dar cuando ya tiene síntomas”, comentó Allegri.
El estudio publicado en Neuroimage: Clinical utiliza una población en riesgo principalmente del proyecto ADNI. Esa iniciativa empezó en 2004 en los Estados Unidos para encontrar los indicios de los primeros cambios que se producen en el organismo humano mucho antes de que la enfermedad se manifieste.
A través de una metodología especial longitudinal, se trató de detectar el momento de inicio y la trayectoria de la neurodegeneración con el empleo de la resonancia magnética nuclear. “Así se pueden prever en sujetos normales algunos que convirtieron y otros que no, y mapear esa trayectoria. Este estudio sirve para la predicción de la evolución de la enfermedad en cada paciente o para el seguimiento de pruebas terapéuticas si impactan o no en la prevención de la neurodegeneración”, detalló.
En tanto, el otro estudio, que se publicó en Brain, consistió en revisar en 2.700 sujetos los cambios longitudinales de los distintos biomarcadores (dirigidos a detectar las alteraciones amiloideas, de tau y la neurodegeneración) de la enfermedad de Alzheimer desde los 18 años a los 103. “A través de este estudio caracterizamos la evolución temporal de los biomarcadores y el orden en que sucede. Describimos qué pasa en cada grupo etario desde los 18 años. Además estudiamos la diferencia en esta progresión en relación a la presencia del alelo E4 en el gen que codifica el gen ApoE 4″.
¿Cuál sería otro de los aportes de ese estudio? “El descubrimiento de los perfiles evolutivos de cada uno de los neurotransmisores y cuando se acelera la patología subyacente permite entenderlas distintas ventanas terapéuticas y relacionarlas a la edad y el tiempo evolutivo de la enfermedad. Esto es clave para llevar adelante los ensayos terapéuticos de prevención en los próximos años”, contó Allegri.
Las causas del Alzheimer aún se desconocen -subrayó-. Se sabe que hay formas hereditarias autosómicas dominantes, que son poco frecuentes (2%). En las formas esporádicas (98%) tener uno y más aún dos alelos E4 en el gen que codifica la apolipoproteína E (APOE) aumenta el riesgo de padecer Alzheimer y se asocia con la aparición de la enfermedad a una edad más temprana.
“Pero hay otros factores que juegan en la enfermedad. Hay algunos factores modificables como la educación en la infancia, la hipertensión y la diabetes en la edad media de la vida, la obesidad, el aislamiento social y la depresión en las edades tardías de la vida”, agregó. Aunque los resultados de los estudios sean de investigación básica, de acuerdo con el investigador, los datos obtenidos serán útiles para interpretar las ventanas de oportunidad terapéutica en las próximas décadas. Es decir, contribuirán a indicar mejor qué tratamiento y cuándo se podría indicar en los pacientes.
Es lo que se conoce como “ventana de oportunidad” de una medicación. “Así nos podríamos plantear que no es similar el momento que usamos un tratamiento antiamiloide que actúa en un nivel oligómero que en otro que actúa cuando la placa amiloide está formada o con el uso de un tratamiento antitau”, ejemplificó.
“Son estudios valiosos porque permiten predecir parcialmente, antes de la aparición de la sintomatología, el ritmo de progresión de la neurodegeneración mediante cambios en los hallazgos en las neuroimágenes y por los cambios en la presencia y cambios de biomarcadores de amiloide y tau”, dijo a Infobae el doctor Raúl Arizaga, neurólogo y ex líder del grupo de investigación de la Federación Mundial de Demencias.
“También son trabajos importantes porque correlacionan con esta progresión la presencia de un gen predisponente de la enfermedad de Alzheimer que determina la constitución de una proteína transportadora de colesterol (la apolipoproteína E)”, añadió Arizaga, quien no participó en los estudios publicados.
Son “pasos importantes y significativos” -resaltó el doctor Arizaga- para prever la aparición y evolución de enfermedades neurodegenerativas no solo como el Alzheimer sino también la demencia frontotemporal. “Pero debe tenerse presente que el origen de la patogenia que produce la neurodegeneración es aún un reto pendiente para las neurociencias”, señaló.