Jueves, 29 junio 2023
Javier Milei y su plan económico, Rodríguez Larreta por previsible y democrático, Bullrich por antagonismo con el kirchnerismo y Massa por la gran reconstrucción nacional. Todos convencidos de que serán presidentes en diciembre. El factor inflación y el fuego amigo, primordiales.
Todos mienten o les mienten, o por lo menos casi todos. Hay una sensación lisérgica en Argentina hace unos días: los principales candidatos se convencieron de que ganarán la presidencial con distintas teorías y caminos que sacian su ansiedad e inyectan energía para seguir con la campaña. Horacio Rodríguez Larreta, Javier Milei, Patricia Bullrich y Sergio Massa explican en privado por qué van a ser presidentes a partir de diciembre. Al menos tres, mienten.
«Entre Ríos es un botón de muestra del país, ahí Frigerio está arrasando y en la interna Horacio también, quedó gente afuera en el lanzamiento de Tres de Febrero, estamos convencidos de que somos Gobierno», dice una de las cabezas privilegiadas de la mesa chica de Larreta. Creen ellos que el discurso extremo perjudica a Patricia Bullrich y que la sociedad va a desembocar en lo previsible, confiable, poco estridente y democrático. Que la salida no va a ser por los extremos. Los números lo ponen a Horacio un punto por encima de Bullrich en su interna, pero con una tendencia optimista de haber ido achicando los últimos 60 días. «Javier va a quedar un dígito, vas a ver», desafían las más osadas.
Javier Milei detuvo su crecimiento y la llegada de Carolina Píparo les devolvió la tranquilidad tras la gaffe de Guillermo Britos. Milei le dijo a periodista tres semanas atrás que sabían de una intención de voto bonaerense que orillaba los treinta puntos, por lo que se metían en un balotaje. «Si voy a un balotaje, soy presidente», le dijo a este diario el candidato, que reconoce dormir últimamente tres o cuatro horas por día con un nivel de agenda que lo tuvo a mal traer.
El cierre en Buenos Aires fue más que polémico y los pésimos resultados en el interior no lo favorecen. La teoría liberal lo pone en balotaje y por ende en la Casa Rosada. En Buenos Aires un acuerdo con intendentes le permitió meter candidatos en todos los municipios, pero sin liberalismo dentro salvo en contadas situaciones, como la de Merlo con Eduardo Varela, fundador de la UCEDÉ cuarenta años atrás. El Dipy, Ariel Diwan, empresarios con vocación, peronistas de antaño, todos adentro de una lista que empuja para que el economista llegue al mejor papel posible.
Patricia Bullrich está convencida, en la interna, dicen los que la asesoran, se están haciendo una fiesta. «Estamos más de diez puntos arriba, es un festín, no pensábamos que iba a ser tan fácil», definen con holgura. Algunos dicen que hasta quince puntos los separan de Rodríguez Larreta, a pesar de que los números propios son siempre menos confiables que los ajenos que se filtran. Van a intentar poner a Rodríguez Larreta en el mismo lugar que a Sergio Massa, en esa avenida del medio que nada resuelve y está anquilosada, es esa su meta para este mes.
Sergio Massa está confiado, cree que a pesar del desastre histórico de la economía y que sólo Juan Vital Sourruille lo supera, va a ser presidente o líder de la oposición. Ganar o ganar, dice en privado el tigrense. Creen entonces que la interna de Juntos por el Cambio es más agresiva de lo que debería, y que saldrán beneficiados. Unidad, cohesión interna, terminado el fuego amigo, será la figura central de Massa la que convoque a reconstruir la Argentina del desarrollo. El desafío entonces radica en la capacidad de daño de Cristina Kirchner, que sigue siendo la peor enemiga de Sergio Massa a pesar de los chistes y sonrisas en público. Kirchner fogonea a Juan Grabois y lo alienta a que pida el voto cristinista de siempre, Massa lo sabe, y Kirchner sabe todo.
Empezó el año electoral.