Miércoles, 26 de marzo de 2025
Esta actividad tiene múltiples beneficios para su desarrollo físico, social y psicológico. Mejora además su equilibrio, coordinación y conocimiento del espacio.
En 2025 creció el interés en el Área Metropolitana de Buenos Aires por la natación en los bebés antes de que cumplan el año. La práctica la pueden realizar desde los tres meses en adelante. No solo es un deporte para los más chicos, sino también una herramienta para el desarrollo de los pequeños, quienes, a través de la práctica, adquieren habilidades valiosas. Uno de los objetivos es que pierdan el miedo al agua.
Durante la temporada de 2025, la natación para bebés se convirtió en un auge, principalmente en la zona norte de Buenos Aires. Lo particular del aumento de la práctica cuenta con una característica distintiva: es una tendencia que ha crecido en casas de familia, con clases a domicilio, individuales o grupales, ya que cada vez son más las familias que buscan que sus hijos aprendan a nadar antes del año de vida.
“Hoy hay más conciencia a nivel salud y estado físico. El fitness y la buena alimentación tienen su protagonismo, incluso en bebés y niños pequeños. Hay más piletas y actividades acuáticas, lo que lleva a que las familias decidan que los más chiquitos tomen clases. En general, los padres se sienten más seguros sabiendo que sus hijos saben nadar”, aseguró la profesora especializada en bebés y niños, Mariana Cabezas. Ella recomienda comenzar la actividad a partir de los 3 o 4 meses, siempre y cuando se tenga el visto bueno del pediatra.

Las edades dentro de la práctica varían entre los 7 y 10 meses, cuando los bebés aún cuentan con el reflejo del cierre glótico, un mecanismo de protección que evita la aspiración de líquidos o sólidos en las vías respiratorias. Cabezas aconseja que es bueno “concientizar a los padres de que es mejor comenzar antes de los 7 meses. Este reflejo es una de las razones por las que los bebés pueden retener la respiración bajo el agua de forma natural durante sus primeros meses. Sin embargo, con el tiempo, este reflejo disminuye y debe ser reemplazado por un aprendizaje consciente del control respiratorio”.
Además, la natación genera múltiples beneficios en distintos aspectos: permite un mejor desarrollo físico, social y psicológico, ayudando a los niños a mejorar su equilibrio, coordinación y conocimiento del espacio. El mejor momento para comenzar con esta actividad es en la primera infancia, ya que favorece el desarrollo muscular y motriz. La resistencia del agua fortalece los músculos y mejora la coordinación, da mayor flexibilidad y equilibrio, además de estimular el sistema neuromuscular y mejorar la capacidad inmunológica.
Para Cabezas, hace 30 o 40 años sabía nadar quien podía, pero no era una necesidad, ya que no todo el mundo tenía pileta. “Se hacía todo de manera mucho más rudimentaria. Se creó el mito de que te ‘tiraban al agua’ y salías nadando. Hoy en día, se hace con otro cuidado y dedicación. Hay métodos y escuelas que enseñan natación, y además está recomendada por especialistas”.
Para la especialista, los padres juegan un papel fundamental en la experiencia de los bebés y niños, ya que su presencia no solo brinda seguridad y confianza, sino que también fortalece el vínculo afectivo y fomenta un aprendizaje positivo. “La cercanía de los padres permite que el bebé se sienta protegido en un ambiente nuevo. Su presencia reduce la ansiedad y el miedo al agua. Si el padre o la madre muestran tranquilidad, el bebé imita esa actitud”.
Cada vez más familias eligen la natación como una actividad clave en el crecimiento de sus hijos. Más allá del aspecto recreativo, los beneficios en el desarrollo motor, cognitivo y emocional hacen que esta disciplina se consolide como una opción cada vez más valorada en los primeros meses de vida.