Sabado, 21 enero 2023
El domingo cambia el almanaque anual y lunar para esta cultura oriental. Será el año 4721 y del conejo de agua. Curiosidades y detalles de la celebración contados por residentes de la ciudad
Rosario no tiene barrio Chino como otras ciudades del mundo, pero muchas familias de la colectividad celebrarán en una cena familiar como solían hacerlo sus antecesores en su tierra, a más de 18.600 kilómetros de distancia. Este sábado a las 11 de Argentina será la medianoche del domingo 22 de enero en China. Se celebrará una vez más el inicio del Año Nuevo Chino: el 4721 e inicio de la Semana Dorada del Festival de Primavera, porque a diferencia del calendario gregoriano occidental y solar, en esta cultura se usa el calendario chino lunar.
Además, y de acuerdo a los doce animales del zodíaco chino, será el Año del Conejo de Agua, un lapso en que «valoraremos la vida» porque será de «orden, armonía, eficacia y belleza», según Gustavo Ng quién retrata a las personas-conejo como «hipersensibles y con buena escucha» y vaticina que quien no logre esos cuatro pilares «puede irse al pasto», algo así como vivir un año «infecundo, desconcentrado y conflictuado».
El Año Nuevo Lunar incentivó a una nueva forma de viaje llamada “chunyun” y conocida como la mayor migración anual del mundo. En un periodo de 40 días, cientos de millones de personas vuelven a su localidad de origen en China para reunirse con sus familias y celebrar el Año Nuevo.
Este año, las estimaciones cifran alrededor de 2.090 millones de viajes entre el 7 de enero y el 15 de febrero, un aumento del 99,5 % con respecto al 2022, según publicó el Ministerio de Transporte del gigante asiático.
Los residentes chinos en Rosario no necesitan viajar si no pueden, porque Rosario está cerca de ese país desde 1997 en que se firmó el convenio de hermandad con Shangai. Y eso no fue todo: a partir del 2000 hasta se comenzó a enseñar chino mandarín en la universidad pública (ya abrió la inscripción a los cursos de verano 2023, en la Federación Gremial de Córdoba 1868, email: [email protected]).
La Capital visitó tres restaurantes chinos de la ciudad (Lemon Citty (Ricchieri 218), New TaiPei (Laprida 1121) y Mei Mei (Saavedra 1121) ), comercios atendidos por familias venidas de la ciudad portuaria de Cantón, al noroeste de Hong Kong.
Algunos de sus descendientes, con un español más o menos fluido, contaron cómo son las costumbres y ritos por este día tan tradicional y, despidieron a este diario con una galletita de la suerte en la mano. «Xièxiè» (Gracias).
Comidas y ritos
Es mediodía y en el pequeño comedor Lemon Citty adornado con globos rojos atiende Andrés, un cantonés de 28 años que llegó a Rosario a los 15. Es papá de un chiquito de 2 años que durante la visita mira jueguitos en silencio en la pantalla de una tablet: se llama Julián.
Andrés lo primero que cuenta es que su nombre en China se pronuncia, «Chainiu», o algo así, ya que al buscarlo en el traductor de Google, la palabra se lee «Andélu». Tímido reconoce que su familia ya no celebra como en sus pagos, donde se suele cenar pavo, lechón, pollo o «pescado, porque trae buena suerte» y en general se hace al vapor.
Ellos estilan cenar como siempre, juntos, pero brindan y dicen palabras de buenos augurios. El menú que ofrecen en el comedor es vasto, así que estima que algo sabroso y típico saldrá de allí para celebrar. ¿Entre las especialidades? Pollo con hongos y bambú, Zhan-Mien (fideos fritos crocantes) Tou-Fu (queso de soja) con vegetales y cerdo saltado con salsa de ostra.
Hay varios rituales para este día, entre ellos el de hacer homenaje a la prosperidad. Se coloca, entonces, dinero en un sobre rojo, se lo envuelve en otro sobre blanco y se le entrega a la primera persona que se cree que lo necesita. Si no se encuentra a nadie (algo muy raro en estos días y por estos recovecos del mundo) se lo guarda hasta que realmente se tenga la oportunidad de ayudar a alguien o se les da a los más pequeños como acá lo haría Papá Noel o el Niño Dios.
Algo así acostumbra aún la familia de Cintia, quien encabeza la atención de los delivery en «New Tai Pei». La mujer, de 52 años y que llegó a esta ciudad cuando tenía la mitad, es agradable y tiene cutis de porcelana. Dice que así, en sobres rojos se prepara el dinero de regalo para los chicos de la familia, y todos comen juntos como si fuera Navidad. «No mucho más», arriesga.
Allí los chaw mi-fen (fideos de arroz saltados) en siete versiones son una delicia, sobre todo el mixto con pollo, carne y camarones; tanto como las entradas: langostinos fritos, arrolladitos primavera o los wan tan (una especia de capelletis chinos fríos).
Cintia cuenta y despacha y al despedir regala una galletita cuyo papel dice: «Estás casi allí». Debajo tiene los números «18, 12, 24, 25, 58 y 33». Habrá que ver qué deparan esas tres palabras o esos seis números de dos cifras.

Además de la costumbre del sobre con billetes, también está el de las monedas, destinado a movilizar las energías del ahorro y la abundancia.
Hay que colocar el 22 en una bolsita roja (de cualquier material), dos monedas y el lunes 23, hay que colocar dos monedas más; el martes 24 se vuelve a hacer lo mismo, luego se deja pasar una semana, se coloca la bolsita en un lugar visible y cada día del año, se pone una moneda más. Casi una caja de ahorro, pero en bolsa doméstica.
A tono con uno de los alimentos más tradicionales de China y símbolo de abundancia por antonomasia, está también el ritual del arroz. Desde 22 de enero, y a lo largo de diez días, se coloca una cucharada diaria de arroz (sin cocinar) en una taza. El décimo día, luego de haber puesto la cucharada correspondiente, se prende una vela blanca al lado del pocillo y finalmente con ese arroz se prepara alguna comida.
«Seguramente comeremos algo con arroz o algunas de nuestras empanaditas (Gyozas)» comenta desde atrás del mostrador y en perfecto español, una jovencita de 20 años con nombre inglés: Jésica Yang. Junto a ella están sus primitos Lucio, de 12 años, y Jano, un bebé.
Es un comedor familiar que ha cocinado en los últimos años para un grupo de rosarinos que practica Tai chi y también celebran. En su menú se repiten las exquisiteces de sus colegas, que no deja de lados los platos con curry, agridulces, con mezclas de verduras y carnes y el ya conocido chp-suey (verduras salteadas).
La muchacha remarca, que en general los restaurantes chinos en Rosario, pertenecen a cantoneses, algo distinto a los chinos al frente de supermercados que suelen ser de familias oriundas de la provincia de Fujian, del sureste de China, famosa por sus montes y sus ciudades costeras.
Jésica cuenta también que es común celebrar el Año Nuevo decorando todo con rojo, la letra de la suerte y «mucha comida» que se cocina y come en familia.
«Como este año es el del conejo, estará presente su imagen, tanto como los sobres rojos para menores que suelen entregar los casados. Y no faltará para el postre unas bolitas de harina y dulce, muy ricas, pero antes de que llegue la noche de celebración también común limpiar el hogar de malas energías».
Se refiere así a la limpieza con sahumerios. Se hace en días previos o el domingo, en cualquier momento del día. Se enciende un sahumerio de sándalo en cada habitación de la casa (excepto el baño) y se deja quemar. Una vez que se apaga todos, se abren bien las ventanas y se deja que se vayan todas las malas energías.
Año de orden para el horóscopo
Gustavo NG es hijo de padre cantonés y estudioso de China y su cultura. El año pasado le había dicho a La Capital que el Año del Tigre de Agua (había comenzado el martes 1º de febrero de 2022) planteaba un año «de inspiración, arrojo y grandes decisiones como la de empezar cosas nuevas o profundizar en algo: bueno o malo».
Este 2023, en víspera del Año del Conejo de Agua dice que «el tigre, el antecesor. es un animal al que el orden no le preocupa y ha dado vuelta la realidad y el sentido y dejado un desorden importante, porque solo le interesan las experiencias nuevas y las que están más allá de la realidad».
Entonces, y específicamente con relación a este año, anticipa: «para los chinos, el conejo, es quien se da cuenta de que la vida no es sustentable si todo está desordenado, hay riesgo que todo se vaya al diablo si no se ordena: no se puede reproducir si no hay orden, el conejo valora mucho la vida y como presa que es teme a la muerte, entonces ordena, ordena. Y eso en particular implica para los chinos la armonía»
Pero el sentido chino de esa armonía, según Ng, combina el orden y su función, a pleno, como una orquesta.
«Cada cosa requiere que todas las partes se ordenen para marchar de manera fluida, como un concierto, y de eso surge recién la belleza. O sea, esa conjunción de orden, armonía y eficiencia dará como suma la belleza; el conejo no busca el conflicto porque cree que enfrentarse no sirve para nada, en tanto crea desorden».
Por último, dice que «en el orden social, este año, las personas conejo tratarán los modos de que todas las personas canten una que sepamos todos y nos encante cantar, que disfrutemos todos: para esto el conejo tiene una capacidad especial, de escuchar. Nos sentiremos escuchados y sabremos comprender y recibir a los demás y sacarles el jugo, pragmáticamente».