Martes, 11 octubre 2022
Aunque este comportamiento solo fue confirmado en modelos animales, los expertos advirtieron que la oxitocina puede reparar las células cardíacas lesionadas
“El amor todo lo cura”. Esta frase tan utilizada en el saber popular, finalmente, podría no estar tan alejada de la ciencia. Enamorarse realmente puede curar un corazón roto, sugiere un nuevo estudio que acaba de publicarse en Frontiers in Cell and Developmental Biology. El cuerpo produce oxitocina cuando una persona abraza a otra, se tienen relaciones sexuales y o los sujetos se enamoran. Pero ahora, científicos en Michigan han descubierto que también parece tener la capacidad de reparar células en un corazón lesionado.
Cuando alguien sufre un infarto, sus cardiomiocetos, que le permiten al corazón contraerse, mueren en grandes cantidades. Son células altamente especializadas y no pueden reponerse. Los humanos no pueden hacer esto por sí mismos. Pero los especialistas encontraron que la oxitocina estimula las células madre en la capa externa del corazón, que migran a su la intermedia y se convierten en cardiomiocitos. Hasta ahora, los hallazgos solo se han realizado en peces cebra y células humanas en un laboratorio. Pero se espera que algún día la hormona del amor pueda usarse para desarrollar un tratamiento.
El autor principal del estudio, Aitor Aguirre, profesor asistente de biología en la Universidad Estatal de Michigan, declaró al respecto: “Mostramos que la oxitocina es capaz de activar los mecanismos de reparación del corazón en corazones lesionados en peces cebra y cultivos de células humanas, abriendo la puerta a posibles nuevos terapias para la regeneración del corazón en humanos”. Pero investigaciones anteriores han demostrado que algunas células en la capa externa del corazón pueden sufrir una reprogramación para convertirse en cardiomiocetos improvisados.
La reparación de estos órganos es impulsada por la oxitocina, según afirmaron
Cómo se emparcha el corazón
El deseo de encontrar un mecanismo que opere en la reparación de los cardiomiocetos llevó a los investigadores a explorar si el pez cebra, que tiene una capacidad única para regenerar partes del cuerpo como el cerebro, los huesos y la piel, podría ser la clave. Si bien no sufren ataques cardíacos, sus depredadores se muestran proclives a morder cualquier órgano, incluido el corazón. El pez cebra puede regenerar hasta una cuarta parte del órgano, debido a la abundancia de cardiomiocetos y otras células que pueden reprogramarse.
Los científicos detectaron que dentro de los tres días posteriores a una lesión cardíaca, los niveles de oxitocina aumentaron hasta 20 veces en el cerebro. También mostraron que la hormona está directamente involucrada en el proceso de reparación del corazón. Para sorpresa de los especialistas, ellos lograron comprobar que la oxitocina tuvo un efecto similar en el tejido humano en un tubo de ensayo. Aguirre agregó: “La oxitocina se usa ampliamente en la clínica por otras razones, por lo que la reutilización para pacientes después de un daño cardíaco no es una idea demasiado arriesgada.
Incluso, si la “regeneración del corazón es solo parcial, los beneficios para los pacientes podrían ser enormes”. Los próximos pasos de los investigadores serán observar el efecto de la oxitocina en humanos después de una lesión en el corazón. La hormona producida naturalmente es de corta duración en el cuerpo, lo que significa que es posible que se necesiten medicamentos de oxitocina de mayor permanencia. La oxitocina, conocida como la hormona del amor, genera confianza y generosidad. El químico se libera naturalmente del cerebro a la sangre de los humanos y otros mamíferos durante los comportamientos sociales y sexuales.
Lo producen las mujeres durante el parto para ayudarlas a vincularse con su bebé y estimula la producción de leche materna. El químico también se libera durante el acto sexual, lo que le valió el apodo de “la hormona del abrazo”. Otros contactos amorosos, desde abrazar a un osito de peluche hasta acariciar a tu mascota, también desencadenan la liberación de la hormona. El resto de participantes de la investigación fueron los especialistas Aaron H. Wasserman, Amanda R. Huang, Yonatan R. Lewis-Israeli, McKenna D. Dooley, Allison L. Mitchell y Manigandan Venkatesan.