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Alberto Fernández, aislado y provocador, pone primera en su proyecto de reelección

Feb 5, 2023

Domingo, 05 febrero 2023

El presidente confía en su plan de inauguración de obras de los meses venideros y la creación de empleo. Su entorno y su vocera Gabriela Cerruti son los causantes de muchos problemas que podrían evitarse. Un discurso desafiante con una situación económica alarmante.

El presidente Alberto Fernández decidió que encarará su proyecto presidencial sin el cristinismo, con parte del peronismo de los gobernadores, la base social que aportan los sindicalistas Hugo Moyano y su clan, los movimientos Evita y Barrios de Pie y el voto independiente que, en base a la recomposición de la economía que él ve y coinciden en su pequeño entorno, reconciliará a la clase media con su gestión y su estilo personal. Hace tiempo que no le interesa qué dicen Cristina Kirchner, Máximo Kirchner o Andrés Larroque, fronting de todos los agravios a su persona. 

Alberto le causa gracia que quince días de 365 una familia haga fila en Aguas Verdes para comer una grande de muzzarella, como si estuviera dentro Paco Roncero con su menú de 1650 euros en Ibiza. Hacen dos horas de cola para esperar y el presidente piensa que eso es prosperidad, ingresos nominales coherentes con sueldos de 300 dólares. ¿Sabrá el presidente que en el conurbano casi siete de diez adolescentes es pobre, que el salario del país que preside promedio no llega a 400 dólares y que si no cumplimos con un organismo de crédito el país entra en default automáticamente por falta de capacidad de pago?

Sólo una persona con el nivel de idoneidad de Gabriela Cerruti podría pensar que comunican bien. Tal vez algún día antes de la elección el presidente se dé cuenta que la inutilidad predomina en su entorno comunicacional y que la propia Cerruti es evitada por sus colegas. No por sus malas formas o incapacidad, sino por su vulgar forma de desafiar a periodistas y opinar con supina ignorancia de casi todo, para aumentarle las migrañas a un Gobierno en parálisis. 

El Frente de Todos tiene por delante un desafío similar a la búsqueda del helado caliente: quieren ganar el país con Cristina Kirchner condenada por corrupción y autopercibida proscripta y diciendo que no quiere ser candidata; con Sergio Massa que quedó al mando de la economía con la inflación más alfonsinista de las últimas tres décadas y diciendo a todos los que lo visitan que nada más lejano en él que ser candidato a suceder a Alberto; y con Alberto, envalentonado, con una intención de voto inferior a los diez puntos pero dispuesto a comenzar su campaña presidencial. 

El escenario, más cercano a una escena de crimen de Roberto Arlt  que a la interna peronista clásica, es lo que tiene para ofrecer el partido que creó Juan Perón ochenta años atrás. La Provincia es su mayor ambición, siempre y cuando no caiga en las garras nuevamente de Juntos por el Cambio de la mano de intendentes como el economista e historiador Diego Valenzuela, el actuario Néstor Grindetti, el ingeniero Javier Iguacel, Cristian Ritondo o el diputado Diego Santilli. Halcones o palomas es la cuestión. 

Así entonces, Alberto apuesta todo a la inauguración de obras sin pausa y a la caída libre de la inflación de la mano de la creación de empleo (hasta ahora y según cifras oficiales, mayoritariamente monotributistas sociales sin aportes ni obra social) y un crecimiento económico de discutible nivel. Hay quienes sostienen que nada como un buen bajón para rebotar y exhibir cifras, algo que el propio Alberto busca todos los días. Difícil crecer genuinamente y en paralelo lanzar un nuevo billete de máxima denominación que vale cinco dólares. Más difícil mejorar la relación con organismos de crédito cuando la vicepresidenta y su hijo explican por qué están arruinando el futuro del país. 

La oposición sigue con la eterna duda de endurecer o no su discurso, con la ambigüedad del expresidente que, según muchos, se pasó de la raya y está permitiendo una balacera interna que no tiene sentido. Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta viajaron al sur a besar el anillo del líder, quien cree que «les consiguió el mejor laburo de sus vidas», como dice Macri en privado. Tal vez subestimada la figura de Martín Lousteau, que ejerce una fuerza centrípeta en la Ciudad y se refleja en el país. Si Horacio baja a Lousteau de la competencia capitalina, entonces obtendría seguramente la bendición nacional y coronaría a Jorge Macri, que no tiene plan B y ya diseñó su esquema de gobierno para 2023/2027.

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