Sabado, 14 enero 2023
A diferencia del adulto, en la población infanto juvenil el trastorno suele presentar síntomas diferentes. En el Día Mundial de Lucha contra esta enfermedad qué pueden hacer los padres según tres especialistas consultados
Aproximadamente dos de cada 100 niños menores de 12 años sufren depresión (Getty)
Acción y efecto de deprimir o deprimirse. Síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas, a veces con trastornos neurovegetativos. Tal es la definición de la Real Academia Española (RAE) del término depresión. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en tanto, define a la depresión como “una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas”.
En el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, utilizado en EEUU, la depresión aparece como “un sentimiento de tristeza y/o una disminución del interés o del placer en las actividades que se convierte en un trastorno cuando es lo suficientemente intensa como para interferir con el funcionamiento normal de la persona”.
En general, lo cierto es que las definiciones se ajustan bastante a lo que el imaginario social entiende por depresión: una persona hundida en la tristeza, sin motivación ni deseo para hacer las actividades que habitualmente realiza.
Sin embargo, esas descripciones están más relacionadas con la manera en que el trastorno de salud mental se manifiesta en las personas adultas, y -pese a lo que muchos creen- la depresión también puede presentarse en niños y adolescentes.
Los niños y adolescentes con depresión pueden presentar una disminución en la capacidad de disfrutar actividades que antes les resultaban placenteras (Getty)
En el Día Mundial de Lucha Contra la Depresión, se quiso conocer más acerca de cómo este trastorno afecta a la población infanto juvenil. Para comenzar, indagó a especialistas sobre si es fácil darse cuenta que un niño o adolescente está deprimido.
“Aproximadamente dos de cada 100 niños menores de 12 años sufren depresión y esta cifra aumenta a cinco de cada 100 en la población adolescente”, comenzó a explicar a este medio la médica pediatra Anahí Timo (MN 88.956). Y amplió: “Todos los niños pueden sentir tristeza y abatimiento por momentos, pero en general se considera que un niño está deprimido si el sentimiento de tristeza persiste y empieza a afectar su calidad de vida y hábitos”.
En opinión del doctor en Psicología Francisco Musich (MN 46.637), “en la mayoría de las ocasiones es difícil para los padres o docentes poder pesquisar si un niño, niña o adolescente se encuentra deprimido. Ello se debe a que la depresión se manifiesta de forma diferente, en la mayoría de los casos, en población infantil y adolescente”. Para el jefe de Psicología del Departamento Infanto Juvenil de Ineco, “en ciertas ocasiones, los adolescentes pueden presentar síntomas que se asemejen más a cómo se manifiesta la depresión en adultos, facilitando su identificación”.
“De hecho, usualmente los niños, niñas o adolescentes que arriban a las consultas suelen ser referidos por otras presunciones diagnósticas y síntomas que se pueden solapar y confundir con otros cuadros”, precisó.
Una de las dificultades para diagnosticar depresión en niños es que los especialistas no suelen tener en cuenta la posibilidad de este trastorno (Getty)
Consultado sobre cómo se manifiesta este trastorno de salud mental a esas edades, el pediatra y psiquiatra infanto juvenil Juan Pablo Mouesca (MN 88.694) reconoció que “si bien la depresión es más frecuente en adolescentes, en niños también sucede y es más difícil de diagnosticar”.
Para el especialista de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), “una de las trabas más comunes que se dan para el diagnóstico es que en general no se piensa en depresión en esta población, pero existe”.
“Otra dificultad es que a veces se manifiesta con irritabilidad o enojo con lo cual es difícil pensar en depresión -explicó acerca de cómo se presenta en niños-. En los adolescentes, en cambio, es más frecuente que aparezcan síntomas más parecidos a los de los adultos, como tristeza, humor deprimido, no sentir placer por hacer cosas, aislamiento, pesimismo, que pueden ir o no acompañados de síntomas físicos como trastornos del sueño (ya sea dormir mucho o no dormir), trastornos de la alimentación, cansancio, astenia, y en general problemas de aprendizaje”.
“En los niños la depresión aparece enmascarada y es más difícil de detectar”, insistió.
A su turno, Musich señaló que “a diferencia del adulto, donde, en promedio, la depresión se manifiesta con tristeza, desgano, falta de motivación y reducción de la actividad, en la población infanto juvenil la depresión suele presentar síntomas diferentes”. Y amplió: “A distinción del caso de los adultos, esta población suele cursarla con irritabilidad en vez de tristeza franca, o ambas en simultáneo: tristeza e irritabilidad. La presencia de esta última es la que genera gran confusión diagnóstica, enmascarándose así como un problema de conducta o actitudinal”.
En los adolescentes, la depresión aparece con síntomas similares a los adultos (Getty)
Y tras destacar que “a su vez, los pacientes infanto juveniles con depresión presentan una disminución en la capacidad de disfrutar actividades previamente percibidas como placenteras, lo que se traduce en que dejen dichas actividades, las realicen con menor frecuencia o aquejen aburrimiento durante las mismas”, el especialista de Ineco agregó: “Otras características que aparecen son las dificultades del sueño, cambios en los patrones de alimentación (provocando un aumento o disminución del apetito), un funcionamiento general más lento, apesadumbrado, un aumento de pensamientos negativos hacia la persona, su entorno o su futuro, y un aumento del aislamiento social. Asimismo, es frecuente que aparezcan mayores dificultades para concentrarse y prestar atención, lo que suele impactar en el rendimiento escolar. Este es usualmente el motivo de consulta de muchos padres”.
En este punto, Timo sumó: “Al igual que en los adultos, en los niños y adolescentes, la depresión puede tener muchas manifestaciones atípicas. Los síntomas característicos son llanto, tristeza, aislamiento social, sentimientos de pesimismo, desesperanza y altibajos emocionales, bajo rendimiento escolar y alteración en la manera de vincularse con su familia y amigos en diversos ámbitos”.
Según la pediatra, “también puede presentarse con sentimientos de baja autoestima, pérdida de confianza, irritabilidad, nerviosismo, baja tolerancia a la frustración, hostilidad extrema, insomnio, aburrimiento y apatía, problemas de concentración, cansancio o falta de energía”. En tanto algunos síntomas físicos asociados que -dijo- pueden aparecer son “cefaleas o dolor abdominal recurrente, mareos y náuseas y es casi constante encontrar cambios en la rutina y hábitos como la alimentación, sueño, actividades e intereses”.
– ¿Cuáles son los principales motivos de depresión en la infancia y adolescencia?
En el origen de la depresión puede estar la respuesta a una situación traumática, un predisponente genético, o ambos (Getty)
– Mouesca: Hay tantas teorías como psiquiatras. Una mirada apunta a la depresión con una mirada de reactividad -o respuesta- a alguna situación, mientras que otro abordaje apunta a una concepción más biológica, y la relaciona con un trastorno de origen neurobiológico en los neurotransmisores.
En mi opinión, una mirada no tiene que excluir a la otra. De hecho siempre lo emocional se manifiesta de una manera biológica y viceversa. Son miradas opuestas pero no se contradicen.
Hay una descripción muy temprana de depresión en bebés, en un estudio realizado durante la Segunda Guerra Mundial, en cual refiere a una depresión anaclítica en niños que eran dejados al cuidado de personas, que les daban de comer y atendían sus necesidades básicas, pero no les daban afecto. Se vio que esos niños manifestaban primero irritabilidad, después se deprimían y por último se abandonaban. Esto mismo se asocia a la teoría del apego en cuanto a las reacciones que manifiestan los niños. Cuando la figura de apego no está presente, lo que se vio en estudios es que una de las reacciones es deprimirse.
– Musich: Actualmente no se considera univariable a la etiología de la depresión. Sabemos que hay aspectos “orgánicos” de la persona que en conjunción con determinados eventos y contextos pueden favorecer la ocurrencia de la depresión. Pero no hay un único motivo que lleve a padecerla, sino que se lo conceptualiza en la actualidad como un fenómeno cuya etiología es multicausal.
Un niño que cursa una depresión puede presentar ideas de no querer estar vivo, querer dormirse y no despertarse, que ameritan la consulta médica inmediata (Getty)
– Timo: Es importante que los padres sepan que la depresión de su hijo no es culpa de ellos. Muchas veces la aparición de estos cuadros es inevitable, independientemente del contexto familiar y social del niño. Existe un terreno predisponente, así como factores genéticos y neurobiológicos que condicionan la manifestación de esta condición en algunos niños y jóvenes.
Pero la forma más frecuente suele ser la depresión secundaria y reactiva a situaciones de stress postraumático, pérdida o duelo, como la muerte de un ser querido, separación de los padres, acoso escolar o bullying, peleas o discusiones con amigos o en el ámbito escolar o enfermedades crónicas o severas pueden ser algunas de las causas desencadenantes.
Es importante considerar que un grupo de alto riesgo para esta enfermedad son los niños y adolescentes víctimas de abuso sexual, violencia, abandono, institucionalizados o con problemáticas de abuso de drogas o alcohol.
Sobre cómo la pandemia incrementó los casos
Los trastornos de ansiedad en niños y adolescentes, fobias, depresión e irritabilidad duplicaron su prevalencia durante la pandemia (Getty)
Consultado acerca de si los casos de depresión en niños y adolescentes se habían incrementado en el último tiempo, Musich analizó: “Si bien es complejo realizar estudios epidemiológicos en nuestro país, en el último período de tiempo, post COVID-19, distintos estudios han identificado un aumento de cuadros de ansiedad y depresión. La OMS ha reportado en la población en general (adultos, niños y adolescentes) aumentos superiores al 20%, situando estos cuadros como prevalentes. Al conocerse que un cuadro es prevalente, se incrementan las posibilidades de identificarlo y tratarlo en tiempo y forma. Para ello, es necesario que la población en general esté informada de las señales de alerta y consulte rápidamente a los especialistas adecuados”.
En la mirada de Timo, “se incrementó la depresión en esta población en los últimos años”. “La pandemia COVID ha impactado enormemente en la salud mental de la población. La Organización Panamericana de la Salud calcula un aumento de 25% en la prevalencia de depresión y trastornos de ansiedad posterior a la pandemia. Este fenómeno afectó tanto a niños y jóvenes, como a adultos”, señaló, al tiempo que vaticinó que “esto es sólo la punta del iceberg; es esperable que la tendencia vaya en aumento en los próximos años”.
Qué debe hacer un padre que detecta señales de depresión en su hijo
La depresión en niños puede provocar cambios en los patrones de alimentación, ya sea por aumento o disminución del apetito (Getty)
En este punto, para Mouesca, una cuestión clave es diferenciar si el menor “está triste porque le pasó algo, acaba de suceder un duelo en la familia, un robo, un divorcio, etc y el chico responde a eso con enojo o tristeza; en ese caso es para preocuparse si no manifiesta lo que le pasa”.
“Depresión es cuando ese enojo o tristeza se hacen persistentes, duran en el tiempo, o pasan semanas en las que el menor está así -precisó-. Un duelo es esperable que dure tiempo, pero llega un momento en que el niño empieza a estar algunos días mejor; hay una evolución normal de un duelo. Cuando se trata de una situación de tristeza persistente la recomendación inicialmente es consultar con el pediatra”.
Es que, según referenció, “algunas enfermedades médicas pueden confundirse con depresión, como la anemia o el hipotiroidismo, que suelen dar cansancio extremo, desgano, etc, por eso es importante descartar cuestiones clínicas y ver si es necesaria la consulta psiquiátrica o psicológica”.
En la misma línea, para Timo, “ante la menor sospecha o frente a cambios de comportamiento en el niño, es fundamental la consulta oportuna e inmediata a un profesional de la salud”. “El abordaje por parte del pediatra y la derivación a un psiquiatra infantil, para evaluar la necesidad de tratamiento farmacológico es tan importante como las redes de contención, tanto para el niño como su familia -aportó la pediatra-. Es fundamental visibilizar esta problemática y realizar el adecuado abordaje sin vergüenza ni tabúes”.
Las dificultades en el aprendizaje son otras de las maneras en que puede manifestarse la depresión en niños (Getty)
En esta instancia, en opinión de Musich, “lo primero que debe hacerse, y que resulta de suma importancia, es poder ser empático con el niño, niña o adolescente. Es necesario no juzgar a la persona y no usar frases como ‘no estés triste’, ‘mirá todo lo bueno que tenés en tu vida’, etcétera. Esas frases bien intencionadas pueden generar que la persona sienta que está mal estar deprimido y triste y que, de ese modo, aumente aún más su sentimiento de malestar”.
“El primer paso para poder acercarnos y ayudar es simplemente reconocer lo que la otra persona siente, notar que está triste. Seguidamente, al pensar que nuestro hijo/a puede estar deprimido, es importante consultar prontamente con un profesional, ya sea psicólogo o psiquiatra, o en un hospital, que cuente con servicio de salud mental -recomendó-. Siempre es saludable consultar, por más que no se arribe al diagnóstico, ya que cuanto más se demora la identificación y el tratamiento de una persona con depresión, mayor es el riesgo de recurrencia y cronificación del cuadro”.
Sobre el final, coincidieron los tres especialistas en que “es importante tener en cuenta que gran cantidad de niños, niñas o adolescentes cuando se encuentran cursando una depresión pueden presentar ideas suicidas tanto pasivas (no querer estar vivo, querer dormirse y no despertarse) o activas (pensar activamente en quitarse la vida)”, según precisó Musich. “Cuando ocurren estas manifestaciones es de suma importancia consultar rápidamente con un profesional para el manejo de ese grupo de síntomas”, agregó.
El pediatra sabrá reconocer signos o síntomas que ameriten una consulta con un especialista en salud mental (Getty)
Para Timo, “un niño con depresión puede tener pensamientos o expresiones sobre la muerte o suicidio. Este es un síntoma que debe ser siempre tenido en cuenta, no debe ser desestimado, dado que en los niños el nivel de impulsividad es mayor”.
En la misma línea, Mouesca destacó que “el suicidio es uno de los factores que se asocia a depresión”, y si bien aclaró que no se trata de una relación de causa-consecuencia, sostuvo que “es algo que existe en adolescencia y es una de las principales causas de muerte (más en varones que en chicas), junto con los accidentes de tránsito o las lesiones en peleas”.
“No todos los suicidios se asocian a depresión; hay otras enfermedades mentales que lo provocan, como la esquizofrenia o la bipolaridad”, subrayó el especialista de la SAP, quien recomendó que “ante ideas de muerte, siempre un especialista debe evaluar la gravedad, saber, por ejemplo, su el menor alguna vez pensó que era mejor no existir, entre otras variables a tener en cuenta”.