Lunes, 09 enero 2023
La inflación y la escasez de viviendas en alquiler son fenómenos que se retroalimentan en el rubro. Alquilar es una odisea para el inquilino y el propietario.
Los precios promedio de los alquileres en Rosario pueden sorprender hasta al más holgado de los usuarios. En el área central, varían entre los $ 38.000 y $ 42.000 en el caso de los monoambientes, se posicionan en los alrededores de $ 50.000 en el de los departamentos de un dormitorio y, entre $ 60.000 y $ 80.000 en los de dos dormitorios. Así lo explicító un informe del Colegio de Corredores Inmobiliarios de Rosario (Cocir).
Para los inquilinos, los esfuerzos destinados a alcanzar una unidad habitacional son cada vez más exigentes. El arriendo de un monoambiente equivale al 30% de una canasta básica total (CBT) y a más de la mitad de un salario mínimo vital y móvil (SMVM) (60%), para las unidades de un dormitorio el monto se arrima al 35% de la CBT y al 76% del (SMVM) respectivamente y , por último, los alquileres para un departamento de dos dormitorios llegan a empardar la mitad de la CBT y a superar en un 22% al SMVM.
Rosario, como ciudad universitaria, convoca a jóvenes del interior del país que año a año llegan para cursar sus estudios de grado. A su vez, la calidad y gratuidad de la universidad pública atrae a estudiantes de países limítrofes. Este tránsito anual de personas es, en su gran mayoría, tránsito de inquilinos, por lo que la ciudad tiene mucho movimiento en materia de alquileres durante el primer mes de cada año.
Pero la inflación y los contratos trianuales no maridan bien. La aplicación de ajustes anuales producen zozobra en el inquilino y el propietario, el impacto en los presupuestos de uno y otro se siente con distinta fuerza pero afecta, sin ninguna duda, ambas posibilidades, la de alquilar y la de poner en alquiler una propiedad. Alejandro Bassini, responsable del área de Estadística del Cocir comenta al respecto: “Una vez finalizados los contratos después de los tres años, los alquileres quedan totalmente desfasados de acuerdo a los valores de plaza. Hoy los ajustes son anuales, entonces el impacto que se da es muy grave para el bolsillo del inquilino y el propietario también lo padece. Nosotros requerimos de inmediato un cambio a la ley actual y necesitamos incentivos para lograr que los propietarios, que históricamente pusieron sus propiedades en alquiler, vuelvan a hacerlo. Hoy la realidad es que cada vez es más dificultoso que pase eso”
Para Bassini, el principal problema es que los alquileres, a la finalización de los contratos, terminan muy desfasados en comparación con los valores de plaza, porque “es imposible que los números que se pactaron hace tres años atrás y a los que se les fueron aplicando sus respectivos ajustes, respondan a los valores de plaza”. Una vez finalizado el contrato, la actualización, que según el área de estadísticas de Cocir, ronda el 100% pone en riesgo la renovación o expulsa a los inquilinos.
La otra cara del proceso inflacionario y la dificultad para encontrar un precio justo al valor de la locación, es la escasez de unidades destinadas a tal fin. “Hay una bajísima disponibilidad de oferta. Rosario es una plaza de requerimiento universitario y en esta época del año se dan la mayoría de las renovaciones. Cuando suceden estas cosas nos damos cuenta lo necesario que es un cambio en la ley de alquileres, porque los ajustes anuales generan una gran incertidumbre a la hora de contratar y eso produce que los impactos sean muy determinantes”, destacó Alejandro Bassini. Para Cocir, las variaciones en los montos son un reflejo más de la imperiosa necesidad en la modificación de la ley de alquileres
El proceso de retraso salarial derivado de los niveles de alta inflación inhiben a los potenciales inquilinos, desincentivan la actividad locataria y la relativa carestía de inmuebles dedicados al arriendo eleva, a su tiempo, los precios. La incertidumbre motoriza los abusos y las licencias, la ausencia estatal en la materia los valida.
Recordatorio: la canasta básica total se calcula a partir de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) con la inclusión de bienes y servicios no alimentarios como vestimenta, transporte, educación, salud, entre otros. El Salario Mínimo Vital y Móvil es la menor remuneración que debe percibir el trabajador en efectivo y sin cargas de familia, por su jornada legal de trabajo y que debe asegurar una alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte, esparcimiento, vacaciones y previsión. Si , el SMVM no asegura nada de eso.