Los usos y costumbres de muchos rosarinos fueron mutando en poco tiempo, y si años atrás era impensado abonar un servicio de taxis con una billetera virtual, hoy es una realidad que resulta ineludible, y la nueva normativa sugiere (aunque no obliga) a los choferes a brindar esa modalidad de pago. En el marco de estos cambios ya no es extraño escuchar de algún conocido que en busca de llegar a fin de mes con un ingreso extra, realice algunas horas de traslados desde alguna de esas aplicaciones, si cuenta con un vehículo propio y en regla. Se trata de laburantes devenidos choferes, forzados por la crisis económica a trabajar tiempo completo.
Fernando, Juan y Melina tienen sus propios trabajos y empleos y a contra turno conducen sus vehículos con Uber y/o Didi, como “socios conductores”, tal el término que utilizan dichas aplicaciones. A modo de “casos testigo”, se buscó conocer cómo piensan sobre esta alternativa laboral, sobre su ilegalidad en la ciudad y cómo fue que tomaron la decisión de salir a la calle.
Los nombres de los tres fueron cambiados en este informe, ya que, justamente, ninguna de las aplicaciones se encuentra en el registro oficial de servicios de traslados que rige desde agosto de 2024 en la ciudad. La ilegalidad del servicio de Uber y Didi a la par de su creciente extensión en la ciudad generó un cortocircuito entre dos sectores de taxistas: los propietarios nucleados en Atti que buscan regularizar esas aplicaciones y poder incorporarlas a sus viajes, y los que responden al Sindicato de Peones, que salieron al cruce en su oposición.
Todos los entrevistados admitieron saber que generan ingresos a través de una contravención municipal. Fernando y Melina son rosarinos, mientras que Juan vive en Funes, y explicó que abre el servicio desde allá cada mañana para de esta forma trasladar a algún funense y así también costea sus viajes hacia Rosario, donde trabaja todas las semanas.
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Hacer una diferencia a fin de mes
Los tres entrevistados tienen un trabajo formal y necesitaban un ingreso extra para llegar más holgados a pagar sus cuentas cada mes. Todos son padres de familia, y aseguraron que les agrada ser choferes, aunque implique más horas de trabajo en el día.
“Hago tareas de administración dentro de una reparticion nacional hasta las 15, y con el sueldo sinceramente no alcanza. Soy jefe de hogar y tenemos un nene chiquito. Me siento muy cómodo con este trabajo, con el que podemos vivir un poco más tranquilos y ahorrar”, expresó Fernando.
Melina, por su parte, compartió su realidad: “Soy madre soltera y alquilo. Tengo un trabajo formal de 7 a 15, y como mi sueldo es básico, encontré esta alternativa. Y gano más por hora manejando el auto (sin contar el costo de mantenimiento) que en mi trabajo formal”. Fue en este ámbito que surgió la idea de conducir: “Varios compañeros de mi trabajo se lanzaron al Uber para llegar mejor a fin de mes como yo. Claro que preferiría que mejoren nuestras condiciones laborales y no tener que seguir trabajando todo el día”.
Juan trabaja en una compañía de seguros. El año pasado, por cuestiones familiares, sintió la necesidad de generar más dinero. “Es mi extra que me permite ahorrar y darme algún gusto, y se me ocurrió empezar a hacerlo cuando tenía tiempos muertos de varias horas, al llevar a mi hija a algún cumpleaños, por ejemplo. Desde junio del año pasado nunca paré y ya es parte de mis ingresos. Siempre me gustó viajar y me saca de mi trabajo que es con números. Es ideal como trabajo part time, y cortás cuando estás cansado”, señaló.
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Los tres destacaron a el periodista que escucharon a sus pasajeros comentarios sobre lo ameno de su servicio. “Los pasajeros me dicen que les gusta el servicio. Tenemos aire acondicionado, el auto en condiciones, charlamos, y el viaje les sale mucho menos. Como está la economía, la gente busca precio”, observó Fernando por su parte, y recordó: “El otro día un pasajero que estaba conforme con esa comodidad me dio dos mil pesos de propina”.
Sobre la rutina que cada uno implementó para poder hacer los traslados, comentaron que deben salir a la tarde, ya que durante la mañana despliegan sus labores formales. Fernando precisó: “Trabajo desde las 17.30, y tengo cada día un monto de dinero al que quiero llegar, y cuando lo alcanzo, corto el servicio para estar en casa con mi hijo”.
Melina también aseguró que comienza entre las 4 y 5 de la tarde, y si un día está cansada no trabaja, ya que no debe cumplir horarios o cantidad de viajes. Sin embargo, ella para organizarse cumple varias horas, ya que la aplicación da premios cuando cumplís objetivos con una determinada cantidad de viajes.
El que más lo utiliza es Fernando, quien a veces trabaja los fines de semana: “Disfruto mucho manejar. Lo activo todas las tardes entre dos y cuatro horas, y a veces a la mañana antes de entrar a las 9 en mi trabajo. El sistema me gusta porque es la autogestión en su máxima expresión”. Luego aclaró: “De cada viaje, la aplicación se lleva entre un 20 y un 25 por ciento, que se deduce de lo que paga el pasajero”.
El asunto de trabajar por fuera de la normativa
Los tres aclararon que entienden sobre la irregularidad de realizar este trabajo, y en torno a su conformidad con eso o no, hubo diferencias: mientras Fernando y Melina coincidieron en que sería importante aggiornar de alguna manera un registro para mejorar sus condiciones y dejar atrás la ilegalidad, Juan se mostró en desacuerdo.
“Me parece que deberían regularlo, porque no quiero tener problemas con los taxistas, entiendo su reclamo”, manifestó Fernando. Melina se sumó en su visión, ya que aseveró que “a nadie le gusta trabajar fuera de la ley”. Y agregó: “Escuché a los taxistas decir que su trabajo es una fuente laboral para mantener su hogar, y nosotros lo hacemos por lo mismo”.
Por su parte, Juan confió: “No quisiera que esto sea regulado porque implicaría costos altos de poner en regla y papelerío, que conlleva muchos gastos que no se compensarán con los viajes. Y como no es legal, me cuido de los controles de tránsito”.
Consultados sobre si se sentían seguros, los tres coincidieron en que ayuda mucho tener los datos de los pasajeros que solicitan viajar, aunque a la mujer le surgieron dudas por este asunto. “En un principio me daba algo de miedo. Empecé trasladando gente de forma particular, con gente de confianza, hasta que me bajé las aplicaciones. Me parece muy segura porque sabes a quién vas a llevar, y de donde hacia donde. Y cuenta con un botón de emergencias muy fácil de acceder. Es seguro también para los pasajeros porque para trabajar te piden antecedentes penales y los papeles del auto al día, entre otros requisitos”, dijo.
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Y, destacó: “Siempre que no te inspire confianza, podés rechazar un viaje. Yo me manejo solo en zonas donde conozco, y nunca tuve situaciones de riesgo ni dudosas hasta ahora, y eso me da seguridad”.
Juan analizó por su parte: “Aprendí a meterme o no en ciertos barrios, y no siento inseguridad al volante, ya que tengo los datos de los pasajeros y si un barrio no me gusta, no acepto el viaje”.
En cambio, Fernando destacó que no hace distinciones y acepta cualquier pedido: «Tomo todos los viajes a cualquier barrio porque entiendo que estoy brindando un servicio”.