La mala experiencia lo obligó a cambiar de plan. Se juntó con un grupo de amigos de Pilar y unidos presentaron en AFA un proyecto que rápidamente fue aprobado, lo que le dio al naciente Real Pilar un lugar en la primera D. La llegada estuvo sembrada de dudas y de miradas celosas, porque algunos atribuyeron su afiliación a la cercanía que Mansilla tuvo con Mauricio Macri y Daniel Angelici, con quienes trabajó como asesor de imagen. Pero el fundador del Monarca explica: “La última vez que trabajé para Macri fue en la campaña de 2003. Y al Tano Angelici lo conozco, como también conozco a Chiqui Tapia: soy un hombre del fútbol. AFA nos aprobó el proyecto porque fue una propuesta de largo plazo, sólida y construida de manera profesional”.
El tiempo va dándole la razón: dos ascensos en siete años y una campaña récord son las credenciales que hoy muestran Mansilla y su equipo de trabajo para sostener que la primera incorporación de un club a AFA después de 40 años fue una justificada.
La camiseta de Real Pilar es negra y blanca, inspirada en la de Deportivo Timbuense, el club del pueblo de Mansilla, Timbúes. Sin embargo, en buena parte del torneo Clausura y en la final ganada a Lamadrid por el ascenso a la B Metropolitana el Monarca se vistió de rosa. La formalidad afirma que lo hizo para diferenciarse de su rival, azul y blanco, pero es un secreto a voces que Mansilla es por demás afecto a las cábalas y tiene un enorme apego al color que le dio enormes alegrías, primero con Fénix y luego con el club del que es presidente: con el rosa Real Pilar consiguió el ascenso de la D a la C, y en el Clausura comenzó a usarla y, como no perdía, la mantuvo. Finalmente, jugó casi todo el campeonato con ese color el alternativo. Todo, por cábala.
Otra costumbre de Mansilla que se repitió invariablemente en cada encuentro de Real Pilar fue la presencia de dos pequeñas estatuas que ofician de talismanes y de las que el dirigente se encargó personalmente que nunca falten: “Martín Karadagián y el Maestro Pugliese nos acompañaron durante toda la campaña. De visitante fue un poco más complicado porque entrar a una cancha con las estatuas se nos complicó, pero siempre buscamos la vuelta para que estuvieran presentes”, afirma risueño el presidente del Monarca.
Una pieza clave del conjunto pilarense fue Alberto “Beto” Acosta, el director deportivo. El ex delantero de San Lorenzo y Boca conoció a Mansilla cuando éste era el gerenciador de Fénix y en ese club se retiró del fútbol. “Tuve la enorme alegría de jugar con mi hijo; yo, con 41 años, y él, recién comenzando. Luego fui manager de ese club y a partir de eso construí una relación de amistad con César”, dice Acosta para el periodista. El legendario delantero se sumó a la institución a inicios de este año asumiendo el rol de director deportivo, en el que coordina el fútbol profesional y las divisiones inferiores.
“Me convocaron para aportar mi experiencia y sumar lo que aprendí en el fútbol profesional. Me entusiasmó porque es un club que funciona como una gran familia, en el que los dirigentes son muy apasionados y trabajan con el corazón. Se formó un grupo fabuloso en el que jugadores, cuerpo técnico y dirigentes tiran para el mismo lado, y eso fue la clave del éxito”, sostiene Acosta.
Una pieza clave para lograr el ascenso fue el arquero Matías Cano. En los 26 encuentros (24 del Clausura y dos de la final ante Lamadrid) le hicieron seis goles, a razón de 4,3 partidos por tanto, un récord que supera la proporción del Boca de Oscar Tabárez en 1991 y el de Julio Falcioni en 2011, que recibieron la misma cantidad pero en 19 fechas, a un promedio de 3,1. Por otro lado, la valla defendida por Cano y el resto del equipo estableció una plusmarca para Argentina porque se mantuvo invicta durante 1123 minutos, o sea, casi 12 compromisos sin recibir goles en torneos organizados por AFA.
Cuando Cano suponía que su larga carrera había llegado al final, dado que sumaba unos meses de inactividad luego de su vuelta de Ecuador, donde jugó en Cuniburo, llegó la convocatoria de Real Pilar. El arquero aportó seguridad y confianza en un grupo que necesitaba incorporar a un referente en la cancha. Además, llevaba un plus, los cuatro ascensos que había logrado en su carrera: uno, en UAI Urquiza; otro, en Huracán, de Comodoro Rivadavia, al Federal, y dos, en Coquimbo, de Chile.
“En todo lo que hago dejo el 100%. No conozco otra forma de vivir, y es lo que hice cuando me sumé a Real Pilar”, dice Cano para el periodista. Y agrega: “Cuando llegué el equipo no estaba bien; había tenido un primero torneo de no muy buenos resultados. Creo que con mi actitud y las de otros que trabajaron en el mismo sentido, encendimos una brasa que permitió que el rumbo cambiara. Pero acá no hay secretos: esto es el resultado del trabajo, porque si uno no da su 100%, lo que entrega no sirve”, afirma el arquero que a sus 38 años se debate entre cerrar su carrera abrazado a este éxito y continuar entre los tres palos de Real Pilar en la B Metropolitana.
Al costado de la línea de cal está también Gabriel “Piter” Torres, el entrenador, que llegó a mediados del año pasado, cuando el equipo estaba último y peleaba por no descender. En una remontada épica, Real Pilar registró nueve triunfos, un empate y una derrota, serie que lo llevó al reducido final. La serie positiva se acabó frente a Lamadrid, pero hubo revancha: el Carcelero fue el rival de este año en la definición por el ascenso, que el Monarca consiguió con sendos 2 a 0, como local y como visitante.
“En Real Pilar encontré algo que no había vivido en otros lugares a pesar de haber tenido buenas experiencias. Es un club hermoso para trabajar con dirigentes muy presentes, y todo está muy ordenado con instalaciones de primera A. La C le quedaba chica a Real Pilar”, sostiene Torres luego de la fenomenal campaña. Al primer encuentro con Lamadrid asistieron 6000 espectadores, una cifra muy importante para una categoría que no acostumbra presentar tribunas llenas. El estadio Carlos Barraza tiene capacidad para 10.000, un césped verde y parejo propio de un club de la máxima categoría e iluminación artificial, que según Mansilla fue una donación de un presidente de un club grande.
Cuando el Monarca estaba transitando el tramo final del torneo que ganó, los dirigentes recibieron un llamado que los llenó de orgullo pero al mismo tiempo encendió una alarma. Conmebol les pidió alojar en su predio, ubicado junto al de Universidad Austral, a Botafogo en los días previos a la final de la Copa Libertadores, que el club brasileño le ganaría a su compatriota Mineiro en Buenos Aires, y usar su estadio para entrenamientos. Finalmente, la organización optó por otra alternativa, lo que relajó a la directiva de Real Pilar, que casi se encontró en la difícil situación de no poder negarse y tener que mudar su localía en el momento más importante de su historia deportiva.
Ahora viene más. El 2025 será un año desafiante para el joven club de Pilar. Además del salto de categoría lo espera la Copa Argentina, dado que se ganó un lugar en la competencia con su logro, luego de su última participación, aquélla de hace cuatro años que le dejó un buen sabor.
Cuando pasen los años y los estadígrafos respasen lo que pasó en 2024, además de los éxitos de Estudiantes de La Plata y Vélez en la A, el de Central Córdoba por la Copa Argentina y otros, recordarán que un modesto club del conurbano bonaerense fue el campeón más destacado en los números, con récords en una campaña que quedará en la historia.