Viernes, 29 de Noviembre 2024
El presidente decidió, quizás sin saberlo, seguir implosionando puentes con quienes quieren ayudarlo. La coincidencia entre Karina Milei y Santiago Caputo sobre Macri ayuda a CFK en estos momentos.
Javier Milei y su principal asesor y dueño del poder presidencial, Santiago Caputo, eligieron seguir limando hasta dejar invisibles al PRO y al radicalismo. Su trabajo de demolición por goteo es similar al que ya utilizaron con José Luis Espert, Ramiro Marra, Carolina Píparo, Guillermo Ferraro, Nicolás Posse, Joaquín De la Torre, Juan Schiaretti y Florencio Randazzo.
A todos estos dirigentes y legisladores los ha hecho hocicar. Algunos porque discutieron con «El Jefe», su hermana y ¿candidata en 2025? Karina Milei. A otros, simplemente, porque le llegaron versiones que no le gustaron. Como se ha visto, varios reingresaron al sistema solar libertario reconstruidos pero como simples alfiles útiles para otra ocasión.
Si bien el jefe de Estado mantiene su deseo de un acuerdo con el macrismo, sus principales responsables del Gobierno, el asesor y «El Jefe», creen que nada podrá hacerse mientras que Mauricio Macri pueda mantener algo de poder. Por eso este jueves siguieron erosionando su bloque legislativo. Por eso, le dejó bien en claro a «El Presi» que ya no es indispensable. Da ahí a que no sea necesario, falta muy poco para el mundo mileísta.
Sobre estas y otras ideas transitó la agitada semana legislativa que aún no terminó. Los gobernadores aún mantienen la tibia esperanza de que el Poder Ejecutivo mande el proyecto del Presupuesto 2025. Si no lo hace, el presidente habrá roto otro puente imprescindible, la relación con las provincias que componen la integralidad del país.
Las declaraciones fueron muchas. Las más graves y latentes fue la revelación de un pacto con Cristina Fernández de Kirchner al evitar el tratamiento del proyecto de Ficha Limpia que, casualidad o no, era uno de los pocos puntos que le había pedido el PRO a La Libertad Avanza para que se trate antes de fin de año. Sugestivamente, casi una decena de legisladores libertarios se ausentaron repentinamente.
«Si aprobaban Ficha Limpia, Martín Menem no era más presidente de la Cámara», dijo un experimentado consultor que habla con todas las fuerzas. ¿Por qué? Porque Unión por la Patria les había adelantado que si terminaban de «proscribir» a Cristina Fernández de Kirchner con el proyecto ellos iban a apoyar a los bloques menos dialoguistas y les iban a proponer el manejo de la Cámara Baja, que tantas broncas genera.
Sin embargo, esta amenaza parece mínima ante la posibilidad de conseguir los apoyos necesarios para ubicar a Ariel Lijo como ministro de la Corte Suprema y designar unos ciento cincuenta jueces en las dependencias federales de todo el país. Si no consiguen la ayuda del cristinismo, esa lista seguramente se llenará de referentes K y el oficialismo quedará casi marginado.
Sea por Lijo, o sea para mantener a rajatabla la emisión cero, siempre hay un buen motivo para romper los pactos preexistentes. De 144 legisladores que aprobaron la Ley Bases en el peor momento del Gobierno en cuanto imagen, hoy, cuando todo parece florecer, el Ejecutivo solo cuenta con poco más de 80 «héroes» de los cuales se aferra para defender los vetos presidenciales. Ahora es factible que estas cifras también sean cada vez menos.
Los gobernadores han sufrido el cuento del beduino y el camello durante un año. Ni los leales ni los críticos recibieron algo mejor que una promesa. Ahora parece que le quieren enseñar otra historia. La del gorila que siempre pedía otro favor del ya sometido náufrago.
Sin presupuesto, la discrecionalidad será extrema. Y todos los territorios pagarán un precio mayor al sometimiento, tanto las grandes, como Buenos Aires, que será la que más perderá, como otras que hasta hoy nomás tenían una buena relación con el Gobierno nacional. Lo de Axel Kicillof tiene un morbo mayor. No quiere que «el comunista» pueda gestionar por más equivocado que esté.
«En esta, el Gobierno fue muy inteligente. A unos les hizo bajar diputados porque decían que el kirchnerismo iba a tranzar con Miguel Ángel Pichetto para darle la Presidencia de la Cámara y a los aliados de Cristina les garantizó que no lo iban a acompañar a los del PRO porque querían sacar la nómina de jueces y al Procurador que tienen en carpeta. ¿Hasta cuándo llegarán con este método?
La historia demuestra que en este año de limitaciones políticas y económicas le alcanzó y le sirvió. Las dudas aparecen cuando en el PRO, Mauricio Macri personalmente, sostiene que perdido por perdido prefiere no permanecer aliado electoral y políticamente con el Gobierno nacional. Eso podría significar un triunfo de la no proscripta y protegida presidencial Cristina Fernández de Kirchner, a la que el Poder Ejecutivo quiere dejar como principal opositora pensando que la gente la detesta más que a cualquier cosa.
Quizás tenga razón en esta apreciación, pero ojo. No sea cuestión que «los viejos meados» más sectores que empiezan a ver más semejanzas que diferencias entre libertarios y kirchneristas elijan una tercera vía, chica, mínima, casi imperceptible. Solo recordar que Martín Sabbatella, en 2009, le produjo con su postulación la primer gran derrota a Néstor Kirchner y Randazzo, 2017, con su patriada casi personal, con 5%, hizo perder a Cristina en el distrito que ella venía gobernando desde 2005.
La falta de un después, de una promesa futura a cambio de pactos que terminan inmediatamente ponen en alerta en el horizonte de un gobierno al que hoy le sale todo bien. Raro para El León, que no sepa que no se le puede tirar de la cola mucho tiempo a uno de su misma especie.