Miércoles, 27 de noviembre de 2024
Héctor Romero, la última persona que vio a la diseñadora desaparecida hace 13 años, fue indagado este miércoles por el delito homicidio calificado por alevosía. A lo largo de los años, dio cuatro versiones distintas sobre el sitio en el que dejó a la joven desaparecida
El viernes del 8 de julio de 2011 por la tarde, el camionero Héctor Romero invitó a subir a su vehículo a María Cash, que hacía dedo a un costado de la Ruta Nacional N°34, en la rotonda del cruce de Torzalito, en General Güemes. Ese evento desencadenó uno de los misterios más grandes de la historia policial argentina reciente: ¿qué ocurrió con la diseñadora de 29 años, de quien nunca más se tuvo noticias? El enigma parece comenzar resolverse hoy, 13 años más tarde, con la detención e imputación del camionero, hoy acusado de matar a María, con un expediente en su contra por el homicidio calificado por alevosía, con una causa liderada por el fiscal Eduardo Villalba.
Romero no puede negar que fue la última persona que tuvo contacto con María. Aunque no se presentó en la Justicia tras la desaparición, debió admitirlo cuando los investigadores lograron identificarlo y ubicarlo gracias a la descripción de quienes presenciaron la secuencia en ese punto de Salta. Así, declaró por primera vez el 14 de julio de 2011, ante la Policía salteña.
Durante la entrevista, dijo que había llevado a María desde la rotonda de General Güemes hasta el paraje El Estanque, en inmediaciones de un santuario de la Difunta Correa donde “ella decidió quedarse”.
Al día siguiente, se dio su primera declaración formal como testigo ante la Justicia provincial. En esa oportunidad, señaló que trabajaba para un supermercado como chofer y que realizaba el transporte de mercaderías, habitualmente, “desde General Güemes a Joaquín V. González y viceversa”. Contó que el día de la desaparición, tras el arreglo de un neumático, partió hacia el destino mencionado, cerca de las 16. Dijo que en el cruce de las rutas 34/9 “una mujer le hizo dedo” y que se detuvo “para acercarla”. Romero manifestó que nunca lo hace, pero que “algo de la chica lo hizo detenerse”.
“Ella ascendió y tras varios minutos de silencio, le solicitó agua. Él le dijo que no llevaba”, relató. “Luego le preguntó a dónde viajaba y él le respondió que hasta González y él le consultó hasta donde viajaba ella, ella le respondió que viajaba a Córdoba”. Hoy, puede deducirse que esa conversación puede haber sido parte de un intento del camionero por desviar la investigación hacia esa provincia.
“Un poco más adelante, antes de llegar a la Difunta Correa, en el paraje denominado “Palomitas” sobre la Ruta 34, ella le pidió que parase porque ahí se quedaba. Se orilló y ella se bajó”. Este punto es importante para los investigadores, debido a que, aquí, el camionero presentó la primera contradicción en cuanto al sitio en el que la dejó.
Luego, dijo que esa reacción de María, pedirle que se detenga, “le resultó extraña”. “Le comentó que caminara más adelante donde paraban camiones para que siguiera. Ella no contestó nada”, aseguró que le llamó la atención, pero que no dijo nada porque “se sentía arrepentido de haberla levantado, porque lo tenía prohibido, por lo que el que se haya bajado lo tranquilizaba”.
Por último, describió la ropa que llevaba la mujer. Dijo que “no recordaba bien” aunque señaló que llevaba “botas caña larga de color marrón, un pantalón claro y una cartera de color oscuro y una campera de color claro en las manos”. Este detalle también fue puesto bajo la lupa. A los detectives que revisaron la causa les hizo ruido que el hombre comenzara de abajo hacia arriba, cuando lo habitual es que las descripciones comiencen desde arriba hacia abajo.
Sobre el aspecto, Romero dijo que “la vio desarreglada y con mucho olor a transpiración, que la notó un poco desorientada, que no hablaba mucho y, cuando lo hacía, no era muy elocuente”. Finalmente, preguntado si tenía algo más para aportar, hizo una llamativa aclaración: aseveró que “esta situación le puede traer problemas, pero al enterarse de que la joven que llevó es la buscada, aporta todo lo que conoce”.
Sin embargo, el hecho de no haberse presentado de forma voluntaria fue interpretado por la nueva unidad investigativa como una falta de colaboración en el caso.
La casa del camionero fue allanada el 27 de julio de 2011, es decir, recién 19 días después de la desaparición. Los policías salteños que ejecutaron el procedimiento no encontraron nada de interés. También secuestraron su camión Mercedes Benz con cámara frigorífica, donde encontraron manchas rojizas. Sin embargo, no resultaron ser de sangre al ser peritadas.
El 28 de julio, al día siguiente, Romero volvió a declarar. Ratificó sus dichos y pidió que se intensifique la búsqueda en la zona en el lugar en el que la dejó porque “alguien la habrá levantado”. Al mismo tiempo se desdijo sobre qué lo hizo detener para levantar a María. Señaló que nada de ella le llamó la atención y que no sabía porque había dicho eso.
Luego, Romero recordó un detalle: afirmó que la joven desaparecida tenía el pantalón dentro de la bota. Y aquí la tercera contradicción sobre el lugar que la dejó: “Llegando a la Difunta Correa, la chica le preguntó porque estaban todos esos camiones ahí y él le respondió porque paraban todos a descansar”. Detalló que le pidió que la dejara allí, “un poquito antes en Diagonal a la Difunta Correa”.
También se corrigió sobre las veces que le solicitó agua, dijo que fueron dos y remarcó que la vio “perdida mentalmente”. Puntualizó que no le comentó a nadie ese día que había levantado a una chica y que “no le había mirado mucho la cara” por lo que no pudo asegurar que se tratara de María Cash. En ese momento la causa ya había pasado al fuero federal.
Los investigadores analizaron los dichos de una entrevista que brindó al diario La Nación el 29 de julio de 2011 en la que mencionó que “pasando el peaje hay un lugar donde muchos camioneros se detienen a descansar, se llama “La Difunta Correa”. Llegando ahí ella vio que andan camiones y preguntó si había una estación de servicio. Yo le dije que no, entonces ella me dice que se quedaba ahí nomás. Entonces yo agarré, paré en la orilla, se bajó y yo seguí de viaje y de ahí no sé más nada”.
Finalmente, Héctor Romero prestó declaración testimonial ante esta Fiscalía Federal en noviembre de 2019. En esta ocasión señaló que “al llegar a la Difunta Correa, alrededor de las 16:30 horas, al ver muchos camiones, María le consultó si era una estación de servicio, él le explicó que ahí paraban camiones, por lo que le pidió bajar”.
A raíz de las diferentes declaraciones, se desprenden diferentes ubicaciones en las que habría dejado a María, luego de que suba al camión:
- Antes de llegar a la Difunta Correa, en el paraje denominado El Estanque sobre Ruta Nacional 34.
- Antes de llegar a la Difunta Correa, en el paraje denominado Palomitas sobre Ruta Nacional 34.
- Un poco antes en diagonal a la Difunta Correa.
- En la Difunta Correa.
Estas contradicciones resultaron muy sospechosas a los investigadores, debido a que Romero trabajaba, en ese momento, hacía más de 20 años como camionero de la misma empresa, y hacía ese camino (de Güemes a Joaquín V. González) casi todos los días y lo conoce “como la palma de su mano”. “¿Por qué cambia la ubicación del lugar en el que bajó a María? Él sabe perfectamente que “el Estanque”, “Palomitas”, y “la Difunta Correa” son lugares que existen realmente, y se ubican en zonas diferentes de la ruta, por ende, no resulta viable que los confunda o los mezcle”, indicaron fuentes del caso a Infobae.
Este miércoles, Romero, que primero se abstuvo de declarar ante Mariela Giménez, titular del Juzgado Federal N° 2, incurrió “en más incongruencias”, según revelaron. Dijo ser “totalmente inocente” y aseguró que “no le hizo nada malo” a María. La jueza no le creyó y le dictó prisión preventiva.