Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Una investigadora argentina creó un stents con un material absorbible, capaz de desaparecer del cuerpo sin dejar rastros una vez que el tejido dañado de las arterias haya sanado.
Las enfermedades cardiovasculares lideran como principal causa de muerte a nivel mundial. Muchas patologías del corazón son tratadas mediante “stents”, estructuras metálicas que se implantan en las arterias para mantenerlas abiertas y asegurar el flujo sanguíneo.
Sin embargo, estos dispositivos, una vez cumplen su función, permanecen en el cuerpo sin utilidad lo que puede generar complicaciones a largo plazo. Frente a este desafío, una investigadora del CONICET, en el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales, está desarrollando un stents biodegradable que se degrada completamente una vez que el tejido arterial afectado ha sanado.
“La mayoría de las enfermedades cardiovasculares son tratadas con stents metálicos permanentes. Nos pareció crucial contribuir con una alternativa innovadora”, explicó la científica Julieta Merlo, recientemente galardonada. Su proyecto, titulado “La nueva era de los stents cardiovasculares: bioabsorción y moléculas bioactivas para recuperar la función arterial”, busca diseñar un dispositivo capaz de desintegrarse en el cuerpo humano, un desarrollo aún inexistente en el mercado global.
El equipo liderado por esta investigadora trabaja con aleaciones de hierro combinadas con manganeso, carbono y silicio. Este material promete ser útil para fabricar stents biodegradables. Sin embargo, un desafío clave es que el hierro, al descomponerse en el cuerpo, puede liberar moléculas dañinas. Para mitigar este problema, el proyecto explora recubrimientos específicos que protegen las células y favorecen la recuperación del tejido arterial. “Nuestro objetivo es controlar la degradación del dispositivo mediante técnicas de electrodeposición, asegurándonos de que sea seguro y efectivo”, detalló la experta.
Además, la implementación de moléculas bioactivas en la superficie del stents contribuiría a una regeneración más rápida y efectiva de las arterias. “Normalmente, el implante de un stents genera daños en la pared arterial. Si logramos que el material sea bioactivo, facilitaremos la integración del implante y reduciremos riesgos a largo plazo para los pacientes”, puntualizó la investigadora.
Este desarrollo no solo apunta a resolver problemas médicos, sino también a reducir costos en el sistema de salud. En Argentina, todos los stents actuales son importados, lo que incrementa los gastos asociados a su uso. La producción local de estos dispositivos representaría una alternativa más accesible para la población.
La científica destacó la importancia de un enfoque interdisciplinario en su trabajo. Su grupo en el INTEMA está compuesto por ingenieras en materiales, químicas, biólogas y bioquímicas, quienes combinan conocimientos para abordar tanto los aspectos químicos como biológicos de los materiales desarrollados. “La interacción entre la química del material, las moléculas biológicas y los tejidos es lo que permite generar soluciones que impactan directamente en la salud de la población”, subrayó.
Finalmente, el proyecto cuenta con el apoyo de colegas del Instituto de Física de Rosario (IFIR) y el Instituto Pasteur de Montevideo, quienes trabajan en conjunto para superar los desafíos técnicos y garantizar que este avance científico se convierta en una realidad tangible para mejorar la calidad de vida de los pacientes.