Sabado, 29 junio 2024
- La semana pasada Diana Mondino sorprendió con el anuncio desde Estados Unidos.
- Argentina se pliega a 90 países que buscan crear un área protegida en alta mar.
- Las razones por las que celebran tanto los ambientalistas como la industria pesquera local.
La milla 201, vista de noche y desde el aire.
Del Gobierno de Javier Milei se van aprendiendo cosas. Primero que no todo es como parece, segundo que de la verborragia a los hechos el camino es grande y de finales variables y por último que hay que saber esperar.
Hace una semana ocurrió el primer atisbo de existencia de una conciencia medioambiental, acorde con las urgencias globales. Se tomó la decisión oficial de proteger el océano. Nadie esperaba que el Gobierno ultraliberal argentino, que parecía considerar la preocupación por la naturaleza como un tema menor, pudiera llegar a pronunciarse por algo tan vital. Muchos de los que son críticos de ese aspecto, aquellos que dicen que Milei es negacionista del cambio climático, se vieron sorprendidos y luego lo celebraron.
La canciller Diana Mondino anunció por X que la Argentina se plegaba a un acuerdo internacional junto a más de 90 países para proteger el mar. “Dimos un paso gigantesco en la protección de nuestras aguas contra la pesca ilegal e indiscriminada. Este acuerdo será un punto de inflexión en la preservación de nuestro mar más allá de la milla 200.Este gobierno es y será inflexible en la defensa de todo nuestro territorio”, tuiteó la canciller.
Se llegó a esa determinación sin objeciones, en un inédito encadenamiento de acuerdos y consensos multilaterales. “Todos los demás temas de agenda, son trabados, pero en este caso no hubo ninguna duda: todo el gobierno está de acuerdo con esto”, dicen fuentes oficiales. Se ríe un hombre muy cercano a Milei: “Al final el presidente no es tan malo con la naturaleza, ¿no?”
Un acuerdo para preservar el alta mar o el “mar de nadie”. En el caso argentino, el otro lado del borde de la plataforma marina continental. La milla 201, donde acecha una ciudad flotante edificada por la flota pesquera china, coreana y taiwanesa en busca del recurso más preciado: los langostinos, las merluzas y los calamares que habitan el Mar Argentino. “Es el mismo recurso que va y viene de la plataforma argentina a las aguas internacionales”, dicen los expertos.
En los papeles, la canciller de Argentina firmó en Nueva York el llamado «Acuerdo para la Conservación y el Uso Sostenible de la Diversidad Biológica Marina» fuera de las jurisdicciones nacionales. Es un acuerdo, que todavía debe ser ratificado, pero que ofrece herramientas para crear áreas marinas protegidas más allá de la milla 201.
Fotografía de varias luces de barcos pesqueros ilegales, vistos desde un vuelo piloteado por Enrique Piñeyro, el 19 de marzo de 2023.
Una de las personas que más sabe sobre lo que ocurre en esa frontera de la Argentina es el activista Mirko Schvartzman. Nadie como él conoce tanto sobre la flota china que opera, subsidiada por el Gobierno chino, en alta mar.
“Este acuerdo es fundamental para proteger y avanzar en una explotación responsable de los recursos marinos que son patrimonio de la humanidad y de los cuales dependen en gran medida los países sudamericanos”, señala Schvartzman, responsable del programa de Océanos del Círculo de Políticas Ambientales. “Desde las organizaciones que trabajamos desde hace años para su entrada en vigor, reconocemos este paso importante en pos de la conservación de los recursos marinos del Atlántico Sur y de todo el planeta”, agrega.
La industria pesquera local también dio su punto de vista. El sector es uno de los principales perjudicados por el asedio de la flota apostada en aguas internacionales. Raúl Cereseto, empresario pesquero y Presidente de la Fundación Latinoamericana de Sostenibilidad Pesquera, señaló: “Es muy alentador ver que el Ejecutivo Nacional haya tomado medidas para proteger el océano. Reconocer la importancia de la conservación marina y unirse para combatir la pesca ilegal e indiscriminada es un paso gigantesco en la dirección correcta”.
Desde Rawson, Chubut, Cereseto planteó que “es fundamental y urgente frenar la extracción masiva, no sólo por el impacto en la biodiversidad, sino también por la disminución de la producción pesquera nacional”, El acuerdo “ofrece herramientas proteccionistas inéditas para la región, porque permitirá excluir cualquier tipo de interpretación discrecional en materia de conflictos de soberanía”.
Falta un paso. Para Cereseto la reglamentación parlamentaria debe ser abordada con urgencia para presionar al resto de los Estados que forman parte del convenio. Justifica ese apuro en la necesidad que existe en la Argentina por crear un área marina protegida bentónica, más conocida como agujero azul, en la zona marítima ubicada a 500 kilómetros del golfo de San Jorge, entre las provincias Chubut y Santa Cruz, considerada uno de las más importantes del mundo y acechado indiscriminadamente por la pesca ilegal.
Martina Sasso, fundadora de Por El Mar, una ONG de referencia que trabaja en las costas de Tierra del Fuego, Río Negro y Santa Cruz, explica más: “No hay conservación marina si no hay pesca sostenible y el acuerdo al que adhirió Argentina es un primer paso para avanzar en esa dirección con respecto a la milla 201. Es vital porque la presión pesquera que existe en el Atlántico Sur es una de las más intensas a nivel mundial. En pocas palabras, se trata de un principio de solución económica al saqueo del calamar en manos de flotas extranjeras”.
La ciudad flotante en la milla 201.
“Lo que sucede en las milla 201 es una pesca indiscriminada, feroz y sin control que no solo afecta a la diversidad marina sino que también incide en la industria pesquera argentina. Los buques extranjeros reducen considerablemente la cantidad de Calamar Illex que se puede pescar en nuestro territorio y esto se traduce en una disminución de la producción propia. Más allá de la milla 200, al ser ‘mar de nadie’ se realizan todo tipo de atropello a las condiciones laborales en alta mar, lo que reduce los costos a nivel internacional del recurso que solo se da en esta parte del atlántico”, dice Sasso.
“Pero no solo se pesca el calamar sino que sabemos que también se pescan tiburones y otras especies. Este convenio también abre las puertas para saber qué es lo que se está haciendo. Hay un gran desconocimiento y crear áreas protegidas es una oportunidad para que en unos años no nos estemos mirando a los ojos tristes diciendo: ‘tenemos un mar arrasado’. Lo que queda ahora es un intenso trabajo para lograr que argentina ratifique en el Congreso este acuerdo”, cierra.
El Atlántico Sur es una de las zonas más sobreexplotadas de todo el planeta por la pesca sin control que ejercen más de 500 barcos de China, Corea del Sur, Taiwán y España. Argentina es uno de los más afectados por este tipo de pesca en alta mar ya que el ecosistema es el mismo dentro y fuera de la Zona Económica Exclusiva. Al mismo tiempo, mientras se produce la pesca en la milla 201, algunos barcos han ingresado en forma ilegal afectando la soberanía nacional.
El tema está de varias maneras en la agenda oficial. El 30 de abril pasado, como parte del acercamiento a los Estados Unidos en materia de defensa y seguridad, el presidente Javier Milei había recibido en el puerto de Buenos Aires el buque Cutter James, de la Guardia Costera de ese país. La embarcación del organismo norteamericano llegó para realizar junto con la Prefectura Naval tareas de patrullaje, con vistas a la prevención de la pesca ilegal en el límite de la Zona Económica Exclusiva, en el Atlántico Sur. El acuerdo suma una nueva posta. La próxima instancia es una incógnita, pero estos elementos revierten, en parte, una idea que parecía inamovible: la del desinterés total por la naturaleza del todavía joven gobierno libertario.