El programa Islas Callejeras (data del 2017) planteaba en sus orígenes transformar en plazas o islas de descanso temporario el espacio destinado a estacionamiento que se encuentra ubicado frente a emprendimientos gastronómicos. Su puesta en marcha fue en el marco de la pandemia, con una caída abrupta de la facturación por la implementación del aislamiento, los lugares cerrados eran factor de contagio del Covid-19, pero según los considerandos del proyecto presentado por la concejala Rey, «con la totalidad de la población vacunada y pasada la emergencia sanitaria, los argumentos por los cuales se implementaron en un primer momento hoy no tendrían vigencia».
![Fotogalería: bares y restaurantes estrenaron un sector de mesas en la calle – El Quid De La Cuestión](https://conlagentenoticias.com/wp-content/uploads/2020/11/pichinch10.jpg)
Por eso, y transcurrido esta transición hacia la normalidad en los hábitos de consumo, la concejala consideró que las «islas» debido a la gran afluencia de personas «impiden el correcto descanso en altas horas de la noche». Más aún, se solicita que cuanto menos estas estructuras se puedan remover, ya que debían mantener distancias respecto de garajes particulares o estacionamientos, no podían superponerse a paradas de ómnibus o taxis, ni obstaculizar rampas para personas con movilidad reducida, ni en esquinas o lugares de paso de peatones, «situaciones que, a la vista, muchas veces se incumplen», subrayó Rey.
La concejala consideró en su proyecto que las “islas” debían estar construidas con materiales sustentables, obligatoria presencia de vegetación en los diseños, y tener una estructura “temporal y liviana”, características que no se observan en numerosos casos. Y prosiguió: «Obstaculizan el tránsito de peatones por la vía pública y obstruyen la entrada de vehículos a garajes particulares».
Bondades de las Islas
Por su parte, el referente de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica de Rosario (Aehgar), Carlos Mellano, sentenció: «Tener más espacio para gastronomía genera mayor empleo para nuestra ciudad. Las islas callejeras aumentan la cantidad de mesas a atender, permitiendo a los establecimientos incorporar más personal para cubrir la demanda. El impacto es positivo no sólo para los comensales que pueden disfrutar de un espacio al aire libre, sino también para muchos jóvenes que encuentran en la gastronomía su primera oportunidad en el mundo del trabajo», enumeró el empresario. Al respecto prosiguió: «Puede haber algunas móviles y otras fijas de acuerdo a la planificación. Empezó en pandemia pero es una tendencia mundial».
En tal sentido, desde la entidad gastronómica se insistió en que esta modalidad propicia el uso de espacio público con 10 personas tomando café en el lugar de un auto estacionado. «Las ciudades avanzan hacia el no incentivo del auto, es una tendencia que llegó para quedarse. Estos lugares están diseñados como sitios de descanso, verdes, de recarga de celulares, de consumo, guardado de bicis. Pensar que son exclusivos de la gastronomía y darle prioridad al vehículo es sobredimensionar la queja de algún vecino sin pensar en el marco general», indicaron en la entidad.
También se sumó el gastronómico de Pichincha Dino Mac. «Estamos de acuerdo en darles un orden, que haya una ordenanza que las regule, donde cada isla tenga que garantizar cuestiones de seguridad y diseño pero no prohibirlas. En una época en donde se intenta disminuir el uso de los autos particulares, no coincidimos en la visión de eliminarlas para darle prioridad a los autos. Y está claro que más gente en la calle, es más seguridad, es más empleo, es más turismo. En las principales ciudades del mundo, la tendencia es reducir el espacio dedicado a estacionamientos en favor de áreas para que los clientes disfruten de la gastronomía al aire libre».
Réplica
La autora de la iniciativa recogió el guante. «En base a charlas con vecinos y al escuchar sus inquietudes, tomé en cuenta la cantidad de quejas con respecto a la instalación de las islas. Desde su instalación han perdido calidad de vida, desde ruidos molestos, música, y gritos hasta altas horas de la madrugada, hasta lo que eso genera al otro día: suciedad, olores nauseabundos, excrementos y vómitos; la gente, al levantarse para ir a trabajar, tiene que ponerse a limpiar en las entradas de sus viviendas. También se escuchó el reclamo de muchos otros vecinos quienes indicaron que han levantado paradas de colectivos, que los taxis no se quieren acercar a la zona de Pichincha, hasta personas con movilidad reducida que se ven impedidas de circular libremente por la vereda, o ambulancias a las que les cuesta llegar a diferentes domicilios», enumeró.
A su vez, la edila manifestó haber recibido quejas de comerciantes («por ejemplo, farmacias») que tienen que abrir una o dos horas más tarde ya que mucha gente queda deambulando por las calles y «da miedo lo que evidencia, una falta absoluta de control».
Sobre las críticas de los empresarios, Rey aclaró no estar en contra del sector gastronómico, que «genera empleo, estoy a favor de las inversiones, y la prosperidad, pero si eso va en desmedro de la calidad de vida de la gente creo que hay que sentarse a discutir en serio este tema y dar el debate».
La mirada de los vecinos
Guillermo Kramp vecino de Pichincha, fundamentó el apoyo a la eliminación de las «Islas Callejeras». «Trasgrede y triplica el factor ocupacional por lo que fue otorgada, dificulta la libre circulación de colectivos, automóviles, ambulancias, bomberos, moviles policiales en persecución, generan mas residuos orgánicos que son volcados en los contenedores domiciliarios, generan la visita de artistas callejeros con amplificadores provocando música estridente y canticos en frentes y ventanas de los vecinos a altas horas de la noche», enumeró para agregar: «No permite el normal estacionamiento a vecinos y dificulta el ingreso a cocheras y a emergencias medicas, generan mucho ruido a altas horas de la madrugada; en definitiva se apropiaron de forma arbitraria instalando toldos y mobiliario fijo».