Viernes, 01 septiembre 2023
Con el relato del economista, las próximas tres elecciones a gobernador y una tregua con el ex presidente, la candidata busca revertir la dinámica ganadora que las PASO le dieron al libertario
La candidata presidencial Patricia Bullrich afina la estrategia de campaña para esmerilar a Javier Milei
Hace una semana, Javier Milei se subió a la camioneta del dirigente Guillermo Francos. Estaban en Palermo y tenían que viajar hasta un hotel en el centro de Buenos Aires. Los vidrios del auto son semi polarizados y cualquier persona atenta a la actualidad podía descubrir al candidato estrella en el asiento del acompañante. Es lo que le sucedió a un hombre que iba en moto.
En un semáforo de una avenida céntrica el hombre se sacó el casco y golpeó con cuidado el vidrio en el que veía a la misma persona que aparecía diariamente en la televisión. Cuando Milei bajó la ventanilla, se sacó un crucifijo, se lo apretó entre su mano y la del candidato para hacerle un pedido sin haberlo saludarlo siquiera.
– Milei, ojalá esta cruz te ayude, que llegues a la presidencia y los saques a todos estos a patadas en el culo…
Milei y Francos se quedaron paralizados. Todo sucedió en cuestión de segundos y el hombre de la moto se puso el casco para marcharse a toda velocidad por la avenida. Así son las cosas en estos días para el economista que quedó al tope en las PASO del 13 de agosto. Es difícil competir contra la emocionalidad.
Ese es el desafío que tienen por delante Sergio Massa y Patricia Bullrich. El ministro de Economía tiene suficiente trabajo con la realidad. Debe pelearse con la inflación, con la disparada del dólar y con las necesidades de los argentinos, a los que intenta distraer con sumas fijas que no quiere pagar nadie: ni los empresarios, ni los gobernadores ni los intendentes peronistas.
Patricia no es empresaria, ni gobernadora ni intendenta. No tiene nada para repartir, salvo ilusiones de cambio y de recuperación. Por eso, necesita salir del shock en el que las elecciones primarias dejaron a todos los integrantes de Juntos por el Cambio y escapar de la sensación de derrota para alinear a todos los candidatos de la coalición opositora detrás de una nueva épica.
Carlos Melconian, el eventual ministro de Economía en caso que Patricia Bullrich llegue al poder
El primero de esos antídotos para curarse del veneno Milei es la designación de Carlos Melconian como futuro ministro de Economía si logra llegar a la Casa Rosada. El economista viene precedido de su glamour canyengue, de sus expectativas de eterno candidato a manejar la economía argentina y del acompañamiento de la Fundación Mediterránea. Este último atributo lo acerca a Domingo Cavallo y al plan de convertibilidad de Carlos Menem, el proyecto transitorio que durante más tiempo pudo contener a la inflación. El final, se sabe, no fue feliz.
Patricia presentó a Melconian el jueves en la provincia de Córdoba, y después emprendieron juntos un raid por los programas de televisión para tratar de contrarrestar la magia poderosa de la dolarización que Milei instaló a lo largo de la campaña previa a las PASO con los resultados exitosos conocidos.
Bullrich sabe que cualquier candidato que se presenta junto a alguien que promueve como ministro de Economía corre el riesgo de terminar eclipsado por su acompañante. Pero la necesidad tiene cara de hereje, y en este caso necesita que Melconian despliegue todo su histrionismo de barrio para hacer aparecer los postulados de Milei bajo la sombra del salto al vacío.
Y no solo eso. Las ausencias en Córdoba de algunos de los economistas que venían trabajando en Juntos por el Cambio explican con claridad que la batalla de egos en la coalición no está terminada sino todo lo contrario: es que recién empieza.
Pero los números de las encuestas posteriores a las PASO son claros. La mayoría de los sondeos señala que Milei mejora sus números de la elección y se acerca en forma inquietante a la posibilidad de ganar en primera vuelta. La candidata es disciplinada con sus estrategas y ha decidido jugar la carta de Melconian sin atender a las advertencias de quienes temen que pierda protagonismo. Patricia, fiel a su estilo, va para adelante.
La segunda apuesta para frenar el huracán Milei es psicológica. Bullrich y todo Juntos por el Cambio creen que una seguidilla de victorias en las elecciones provinciales de septiembre fortalecerá sus chances. Por eso jugará fuerte con los candidatos radicales que competirán por las gobernaciones de Santa Fe (Maximiliano Pullaro, el 10 de septiembre), del Chaco (Leandro Zdero, el 17) y de Mendoza (Alfredo Cornejo, el 24). El combo de los tres triunfos sería la plataforma ideal para el relato de la ola Patricia.
Patricia Bullrich y Luis Petri, junto al candidato a gobernador por Santa Fe, Maximiliano Pullaro
Claro que no será fácil. Si bien en Santa Fe Pullaro había hecho una gran PASO provincial, la sorpresa de Milei en la primaria nacional ha revolucionado la provincia. ¿A qué candidato a gobernador elegirán sus votantes? Por las dudas, el mandatario peronista de salida, Omar Perotti, avisó muy suelto de cuerpo. “Si la opción de un ballotage es contra Bullrich, lo voto a Milei”. Con peronistas así, Massa ya está extrañando al Frente Renovador.
En el Chaco la elección aún puede ser más difícil. Porque el radical Zdero le ganó apenas por un par de puntos a Jorge Capitanich en un comicio cruzado por la denuncia de homicidio de la joven Cecilia Strzyzowski, en la que los principales acusados son una familia de activistas piqueteros aliados al gobernador.
El peronismo ya dio vuelta el resultado de las elecciones primarias hace dos años, y en una provincia azotada por la pobreza y atenazada por los planes sociales, son muchos los que temen que con una investigación judicial que se demora sin remedio, Capitanich vuelva a revertir el resultado desfavorable.
Es que el fenómeno Milei ha sido tan electrizante para la política tradicional que hasta una provincia que la UCR domina con comodidad como es Mendoza ha entrado en el mar de la incertidumbre. Cornejo ha elogiado públicamente la elección de la Libertad Avanza y ya ha revelado que en su familia hay parientes que votaron por Milei. Además de enfrentar al peronismo, el senador debe sortear a su rival Omar De Marchi, un ex peronista que se fue de Juntos por el Cambio y que también va por la gobernación con el apoyo del histórico dirigente del Partido Demócrata, Carlos Balter, el sostén de Milei en la provincia.
El 13 de agosto y optimista por su alianza con Cornejo, Patricia daba por descontada su victoria en Mendoza, pero quien terminó al frente del escrutinio fue Javier Milei. Ese es el desafío que volverá a tener en mes antes de la elección presidencial. Por eso, Bullrich juega fuerte la carta de la UCR en las tres provincias que eligen gobernador. Aunque el ideal es el tercio completo, en Juntos por el Cambio apuestan a ganar al menos dos de esos distritos.
El tercer antídoto es sin dudas el más sensible de todos. El miércoles Bullrich se reunió con Mauricio Macri para delinear el lugar del ex presidente en la campaña. Los elogios que Macri le dedicó a Milei y la oferta del libertario para que sea un super embajador en un gobierno suyo, pusieron la relación entre Patricia y Mauricio al borde del estallido. Nunca hubo un rechazo contundente al ofrecimiento y la versión que hace correr el macrismo no se modifica: “No sirve confrontar con alguien que también quiere el cambio”, explican. Y los bullrichistas enfurecen.
El ex presidente Mauricio Macri en el búnker de Juntos por el Cambio el día que Patricia Bullrich se impuso a Horacio Rodríguez Larreta en las PASO 2023 (Reuters/Agustín Marcarian)
Milei, que después de las PASO no ha cometido errores estratégicos graves, se divierte vertiendo ácido en la grieta entre Mauricio y Patricia. El jueves volvió a elogiar las supuestas virtudes diplomáticas de Macri y a acusar a la dupla Bullrich-Melconian de descalificarlo ante los representantes del establishment económico y financiero. “Dicen que si gano yo, mi gobierno dura tres meses”, se queja el libertario. Y tampoco es tan alocada la acusación. El ataque a la eventual falta de gobernabilidad si Milei ganara es un argumento que utilizan los dirigentes de Juntos por el Cambio y también los peronistas.
No es el único flanco que le buscan a Milei. Los estrategas de la candidatura de Patricia le apuntan, además de a la gobernabilidad, a convocar a quienes no fueron a votar el 13 de agosto y a quedarse con el voto de las mujeres que puedan rechazar la imagen de un candidato demasiado machirulo.
Por eso, mueven a sus influencers y simpatizantes en las redes sociales para apuntarle a lo que creen que pueden ser los puntos débiles de Milei. Esta última semana, el cineasta Juan José Campanella posteó un video de un cruce muy agresivo que el ahora candidato tuvo con la periodista salteña Teresita Frías en 2018, por el que tuvo que pedir disculpas y someterse a una pericia psicológica. Otros activistas digitales del macrismo, menos relevantes, también suman su munición para la campaña.
Si el fenómeno Milei remite, en algunos matices, a la aparición de Carlos Menem a fines de los ochenta, hay que recordar que entonces también la erupción de aquel cambio político provocó el rechazo de buena parte de la intelectualidad argentina.
Mixtura rara de caudillo riojano, financiamiento montonero y amistad con el carapintada Seineldín, el volcán Menem le hizo decir al gran Astor Piazzolla que si el hombre de las patillas llegaba a la Casa Rosada el autor de Adiós Nonino se iría del país.
Menem fue presidente, Piazzolla murió tres años después en Buenos Aires y la elite intelectual argentina jamás terminó de aceptar el estilo y la insoportable levedad del menemismo.
Ahora es Milei el que provoca espasmos parecidos en unos cuántos militantes del pensamiento, aún antes de conocer el resultado de las elecciones que van a determinar la edad, el sexo y hasta la cantidad de pelo que tendrá el próximo presidente.