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Por primera vez, una directora trans estará al frente de una escuela de Rosario

Abr 6, 2023

Jueves, 06 abril 2023

Carla Rivero tiene 28 años como docente y ahora realizará un reemplazo por un mes en la Escuela Nº 79 «República del Paraguay» de Tiro Suizo

Carla Rivero, mujer trans con 28 años de docencia, ahora en el que será su despacho de directora reemplazante por un mes, en la Escuela Nº79 «República del Paraguay», de Tiro Suizo.

Apoya con soltura una mano en el sillón en el que se sentará por un mes para reemplazar a la directora. Posa segura y algo sonriente junto a las banderas de la Argentina, la provincia de Santa Fe y de Paraguay porque justamente en la Escuela Nº79 «República del Paraguay» de Tiro Suizo, zona sur de Rosario, Carla Rivero se convierte esta semana en la primera mujer trans en ocupar el cargo más alto de una escuela pública.

Carla de 52 años, pelo rubio, siempre con aros y las uñas prolijamente pintadas posa delante de la mirada seria de Sarmiento, hombre polémico en su tiempo. Político y educador de intensas contradicciones, quien trajo a 60 educadoras de Estados Unidos que les enseñaron a sus alumnas ir solas a la escuela sin sirvientes que les llevaran los libros y fomentaban la gimnasia cuando se la consideraba una «disciplina inmoral». El ex presidente que enfrentó a la Iglesia, cuenta la historia que una vez un cura acusó lo acusó de tener cola por ser hijo del diablo y le respondió llevándose la mano a las nalgas: «Toque padre. Compruebe que tengo rabo, así podrá predicar su sermón con fundamento» (*).

Hoy, Carla y Sarmiento, dos personajes de su tiempo, son parte de la misma foto.

Ella fue nota en La Capital en tres oportunidades. En 2007 cuando se conoció su historia como docente de grado, en 2021 cuando se publicó que se abría el primer secundario para alumnos travestis-trans y disidentes en Rosario, espacio donde Carla es hasta hoy parte del equipo técnico y ahora, esta, cuando se convierte en directora por un breve lapso.

La flamante directora, la primera del colectivo trans en Rosario en este cargo, camina por los pasillos de la escuela y anuncia:

La flamante directora, la primera del colectivo trans en Rosario en este cargo, camina por los pasillos de la escuela y anuncia: «Espero con ganas un concurso para rendir y ser directora de manera legítima. Será una conquista más».

Silvina Salinas/La Capital.

«Espero con ganas un concurso, rendiré, quiero ser directora legítimamente tras 28 años de docente, sería coronar mi carrera; una conquista más tras tantos años de lucha», le dice Carla a La Capital. Y habla de «conquista» porque las trans tiene una esperanza de vida de 35 a 37 años, fundamentalmente por la violencia, discriminación y rechazo que viven por su identidad, expresión de género, y los efectos en su salud. Y rara vez cuentan con un trabajo en registrado. Entonces, Carla es una excepción.

Comenzó esta semana contenta, pero con mucho trabajo. Y dejó ese escenario plasmado en las redes al escribir: «Nunca estamos preparados para situaciones nuevas pero siempre estoy predispuesta a los desafíos y a seguir aprendiendo. Les pido perdón si en esta marcha cometo algún error, pregunto con frecuencia u omito alguna palabra que esperan».

Se hizo un hueco para hablar y sacarse fotos con este diario y confesar que fuera del aula, en la dirección, «se pierde un poco la tarea pedagógica y didáctica porque te sumergís en lo administrativo y burocrático, pero todo lo hago con gusto». Lo dice desde una escuela inmensa donde asisten 537 alumnos de primero a séptimo grado y se brinda copa de leche.

La «urgencia» de la ESI

Carla hasta hace pocos días era maestra de lengua de sexto grado, pero se ganó el reemplazo por el reconocimiento a su trabajo. «Será una labor de solo por un mes, pero estoy muy contenta», dice esta maestra primaria que fue ganando espacio en su carrera y en la sociedad al ritmo de su colectivo: a cuentagotas. En general siempre dictó clases de lengua y en tercer ciclo. Aunque cuando trabajó en Villa Gobernador Gálvez, agrega, era maestra de matemática.

«Recuerdo con mucho cariño esa escuela porque allí hice mi transición (de varón a mujer) y te miento si te digo que alguna vez en el ámbito escolar fui destratada o sufrí violencia, transfobia u homofobia por mi condición. Nunca: eso lo sufrí sí en la calle y con la policía», dice antes de contar una anécdota.

«En una oportunidad, en los 90, habíamos salido con unas amigas y nos llevaron a la comisaría sólo por ser trans, pasamos todo el domingo encerradas, nos hicieron desnudar y yo les decía que era maestra y debía ir el lunes a trabajar y se me morían de risa», recordó.

Era otro tiempo, claro. En el que regían códigos contravencionales y de faltas, en favor de la moralidad, buenas costumbres o contra la ofensa al pudor por los que el colectivo trans sufría detenciones, encarcelamiento y maltrato por parte del Estado. Reglamentación que recién se derogó en Santa Fe en 2010 y por lo que muchas trans dicen que para ellas «la última dictadura duró más que para el resto de la sociedad argentina».

«Estas cosas demuestran lo necesariamente urgente que es dar clases de Educación Sexual Integral en las escuelas, no solo por la problemática del colectivo trans, sino porque es la posibilidad de hablar con los niños y niñas sobre el cuerpo, el afecto y la falta de afecto: esto es muy importante, hay chicos que cuentan con absoluta confianza y confidencialidad a sus maestras lo que sufren en su casa, con sus amigos y es importante escucharlos y ayudarlos».

Carla dice que en los 28 de trabajo y por las luchas de los grupos LGTBI los paradigmas han cambiado para mejor.

«Yo milité siempre y siempre me visibilicé en mi trabajo: voy a las Marchas del Orgullo, a las del Día de la Mujer y también a las del 24, porque todas tienen en común la defensa de los derechos humanos. Hay que marchar, hay que seguir visibilizando las injusticias para quienes vienen detrás. Fijate que cuando empecé a trabajar hace 28 años hubiese sido impensado que una trans esté al frente de la dirección de una escuela».

-Y en tiempos de Sarmiento, ni hablar, ¿no?

Es raro, pensarlo en esta época. No sé si me hubiese dado la posibilidad de dirigir una escuela, si bien Sarmiento era muy progresista con las minorías nativas no fue lo fue. Pero es imposible hoy ponerse en la cabeza de Sarmiento. Mejor mirar donde llegamos y seguir. Porque como dice una amiga del colectivo: ‘Nosotras corrimos para que las nuevas generaciones caminen’ y seguimos.

(*) La anécdota es de 1860 y la contó entre otros historiadores Felipe Pigna. Cuando Domingo Faustino Sarmiento era gobernador de San Juan, su provincia natal y ordenó la construcción de una escuela en terrenos que pertenecían a una Iglesia que los tenía deshabitados. Un cura le pasó factura: lo acusó de tener cola por ser “hijo del diablo”. Cuando Sarmiento se lo cruzó por la calle, lo paró y llevándose las manos a sus nalgas, le dijo: «Toque, padre. Compruebe que tengo rabo, así podrá predicar su sermón con fundamento».

Por Fabian