Lunes, 03 abril 2023
Hasta el momento, bien entrada la tarde de este frenético lunes 3, nadie se solidarizó con los ministros Sergio Berni y Jorge D’Onofrio, agredidos por choferes de la línea 620 tras el asesinato de Daniel Barrientos. Es el tercer colectivero que fallece en La Matanza en cinco años.
Justo el día que había lanzado su candidatura presidencial en caso de que Cristina Fernández de Kirchner no cediera ante el “operativo clamor” de los dirigentes que la siguen de manera más fiel, el ministro de Seguridad, Sergio Berni, tropezó personalmente con la bronca y la indignación social que provoca la falta de seguridad en los barrios del conurbano bonaerense.
Berni, sin embargo, debería repensar con qué aliados y compañeros trabajaría en esa precandidatura ya que no hubo ni una voz en solidaridad a su favor en el ámbito político e institucional del oficialismo. Cuando las pantallas de TV mostraban cómo un grupo de colectiveros indignados le propinaban un ataque directo, con golpes de todos lados, e indirectos, con elementos contundentes, varias autoridades municipales, provinciales y nacionales que deberían haber salido en su apoyo mostraban cierta empatía con los dolidos choferes de la línea 620, compañeros de trabajo de Daniel Barrientos, la nueva víctima de inseguridad que se produjo en La Matanza.
Hace un mes, vecinos de Ciudad Madero casi toman la comisaría local por los incesantes episodios de inseguridad que sufren. Y, hace algunos años, fueron los mismos trabajadores del transporte los que reclamaron airadamente tras la muerte de Leandro Alcaraz. Entre tragedia y tragedia, los colectiveros de La Matanza también sufrieron el asesinato de Pablo Flores, de la Línea 378.
“Se acabaron los machos… fue a poner la jeta como bueno jetón que es y termino siendo fajado. Pero, para nosotros, esto es una tragedia”, le dijo un importante funcionario de Seguridad de un municipio del oficialismo del Frente de Todos.
Este periodista justo se encontró con un funcionario bonaerense de un área descentralizada que ya venía expresando su malestar por los diversos acontecimientos que se suceden en la intimidad del poder. Tampoco sintió ninguna solidaridad para con el Ministro de Seguridad. Cerca de Berni, como custodia, aparecía su par de Transporte, Jorge D’Onofrio.
Hombre del Frente Renovador, ex senador provincial, el actual vecino de Pilar no sufrió tanto como el responsable de custodiar los bienes y la vida de los habitantes bonaerenses “porque no lo conocían». Pero igual se acordó de sus momentos juveniles y «repartió para todos lados”, comentó la fuente.
Efectivamente, en la intimidad, nadie podría poner a D’Onofrio en el rol de mediador. Y estuvo en La Matanza para informar de algunas medidas que tenían para implementar a pesar de la crisis que atraviesa el sector, con constantes demandas y paros sorpresivos.
A todo esto, cuando vio lo que sucedía con Berni, con quien no se habla y es el blanco de todas frases hirientes, Alberto Fernández suspendió su presencia en Ituzaingó, a varios kilómetros del lugar, por temor a que el mal humor que reinaba en la General Paz pocos metros de donde el ministro tiene su comando operativo.
Ni en el propio oficialismo matancero hubo expresiones de solidaridad para con los ministros insultados y golpeados. Ni el oficialismo de Fernando Espinoza o la vicegobernadora, Verónica Magario, dijeron nada. Tampoco lo hizo su rival interna, la diputada provincial Patricia Cubría, esposa de Emilio Pérsico.
Para peor, Berni tampoco parece interpretar lo que está sucediendo en el territorio que debe custodiar. Lo de los colectiveros no fue una reacción espontánea producto de la furia y bronca del momento. Ya fue la tercera muerte que se produjo en el municipio y la segunda en la misma localidad, Virrey del Pino, limítrofe con Moreno. Cuando mataron a Flores, las autoridades provinciales habían hecho las mismas promesas con las que hoy se acercaron hasta el lugar a “dar la cara”.
En la charla con el gobernador Axel Kicilof, el ministro relató que la situación fue “atípica”, infirió que habría habido componentes “externos a los manifestantes espontáneos” y acusó a la Policía de la Ciudad, que terminó por socorrerlo y sacarlo del foco de conflicto, de haber sido la que encendió más a los manifestantes, aunque estos le habían empezado a pegar y a agredir mucho antes de la actuación de la fuerza metropolitana.
Berni no piensa renunciar. Cree en la épica de su construcción personal. Tan personal que a horas de haber sufrido una terrible y condenable agresión, no consiguió ni un mensaje de apoyo del Frente de Todos. Máximo Kirchner, el presidente del PJ bonaerense, no lo invitaría ni siquiera a tomar café.
“Mirá vos lo loco que está qué en medio de la situación de conmoción, con la gente gritando “que se vayan todos”, Berni sale luego a una conferencia de prensa y decir que la culpa es del gobierno nacional que no le envían los gendarmes” le dijo a MDZ un intendente que suele dialogar con él pero ya está cansado de las peleas entre Nación y Provincia. Para los que no lo saben, el apodo del ministro de Seguridad provincial es, justamente, “el loco”.
Un agudo observador del oficialismo, en tanto, fue más allá. Recordó que el inicio del fin del gobierno de Alberto Fernández fue en la levantada policial de hace dos años en la que los efectivos conducidos por Berni se avalanzaron contra la Residencia Presidencial de Olivos, la rodearon y terminaron la protesta tras el anuncio de aumentos y recomposiciones salariales.
«Es la Policía más cara de la historia. El quilombo con Horacio Rodríguez Larreta y la quita de fondos a la Ciudad fue por él y por la presión de La Cámpora en favor de Kicillof. Bueno, ahora, se tendrían que hacer cargo», dijo.
La ruptura del Frente de Todos se observa en estos episodios. Y la crisis social, la bronca de la gente en cada representante institucional y mediático es cada vez mayor. Y todos saben que Berni sigue siendo ministro porque nadie quería despedirlo. Primero, porque suponían que se iba a ir a armar una agrupación personal que le restaría votos al oficialismo. Y, segundo y crucial, porque nadie quería reemplazarlo.
En cuanto al lugar de los hechos, Virrey del Pino, partido de La Matanza, también hay una observación especial. No sólo por los miles de millones de pesos que el municipio guarda en Plazo Fijo y no son colocados para la seguridad ciudadana, por ejemplo, o por los fondos que utilizó tras el censo de 2010 que, supuestamente, no debía haber recibido.
Las autoridades de la localidad, Fernando Espinoza y Verónica Magario, no dialogan con Berni. Creen que la responsabilidad total por la Seguridad es de la Provincia y, para peor, en cada ocasión que tiene, el ministro le responde con una ironía o provocación al jefe comunal. Y, a diferencia de como sucedió hace tres años, ante un episodio similar de inseguridad, que el funcionario fue hasta el lugar y destacó su presencia en contraposición a la ausencia del intendente, en esta oportunidad, la osada actitud terminó mal. Algo que parecen disfrutar en el edificio municipal de San Justo.